Messi fue Di Stéfano y el derbi fue para el Barcelona
El aplomo del 10 azulgrana puede más que la espera del Espanyol
Acostumbrado a ser Maradona, Messi fue Di Stéfano. El 10 gobernó el derbi con una autoridad insultante para suerte del Barcelona. Al rosarino, goleador por excelencia, autor del tanto 4.000 en el Camp Nou, le dio también por recuperar la pelota, la que le quitaban y la que perdía, fuera suya o de un compañero, convertido en un centrocampista defensivo y en un futbolista total como era La Saeta. Messi recuperó el cuero dos veces y dos goles marcó el campeón y rey de la Copa. El Espanyol se perdió mientras aguardaba su momento, su oportunidad, su jugada y un gol que no llegó ni mereció porque la pelota se la quedó Messi ante un agradecido y renacido Camp Nou.
El Espanyol se marchó tan conforme como llegó al campo del Barça. Quique Sánchez Flores quedó tan contento con el partido de Cornellà que repitió el plan en el Camp Nou. Apostó por un solo delantero, Gerard Moreno, y llenó el centro del campo con cinco futbolistas para negar el juego interior del Barça. Acaso sorprendió que en la portería jugara Pau López después de que Diego López fuera decisivo en la ida al pararle un penalti a Messi. Al 10 le animaba el afán de revancha en un equipo azulgrana muy titular, ya con Iniesta y rematado con un tercer delantero, Aleix Vidal, señal de que el Barça iba desde la alineación a por el partido y a por la eliminatoria, consciente de que necesitaba remontar un 1-0.
La sangre caliente de Suárez contrastaba con la paciencia de Iniesta y Messi en un partido parado en la cancha del Espanyol. Amonestado por Mateu Lahoz, el uruguayo cabeceó a la red en el segundo palo un centro desde la derecha de Aleix Vidal después de un balón rebanado por Messi. Los azulgrana habían igualado la ronda nada más comenzar el encuentro: 1-0. No tenían salida los blanquiazules, presionados y exigidos por el ritmo de los muchachos de Valverde. Jugaba el Espanyol como si no hubiera pasado nada, concentrado en defensa, serio y sólido, más pendiente del guion de su técnico que de las necesidades del derbi del Camp Nou.
El 2-0 llegó en el segundo remate del Barça. Y tuvo un diseño parecido al del 1-0 porque Messi conquistó una pelota que le había ganado Mario Hermoso, progresó con su famosa diagonal y su chut dio en Naldo para desdicha de Pau. El encuentro no parecía tener riesgo para los azulgrana salvo por las dos tarjetas que tomaron por protestar Luis Suárez y Messi. Mateo sanciona las quejas y en cambio permite el juego físico, la pierna fuerte y el fútbol agresivo, el contacto que tanto busca también el 9 del Barça, torpe en dos disparos mano a mano con Pau. El Espanyol seguía a lo suyo, como si no perdiera, sabedor de que un gol todavía le valía para ser semifinalista de Copa.
Alcanzado el descanso, Quique continuó en las mismas de Cornellà, cuando Melendo validó en la última jugada su apuesta táctica, y dio entrada a Leo Baptistao, un delantero rápido, por el volante Darder. El choque quedó pendiente de un gol: el de la eliminatoria para el Espanyol o el de la tranquilidad para el Barça. Los blanquiazules esponjaron la cancha, se estiraron un poco y el partido se animó porque el Barça encontró transiciones para enfilar a Pau López. Los desmarques de Messi descolocaban a la zaga del Espanyol mientras Aleix Vidal no paraba de porfiar por el balón, por el gol, por jugar, por ser titular del Barcelona.
Valverde, sin embargo, le sustituyó por Paulinho mientras Quique apostaba por un tercer delantero como Sergio García, dispuesto a ser Lo Pelat, el último blanquiazul que firmó un triunfo en el Camp Nou (2009). Los azulgrana se distrajeron con una rueda de cambios que concluyó con el debut de Coutinho. El brasileño se presentó con un caño a Víctor Sánchez mientras Sergio García pateaba el tobillo de Luis Suárez. Aunque la tensión iba en aumento, agravada por el arbitraje desquiciante de Mateu Lahoz, Messi no se cansaba de recuperar balones y de jugar con Coutinho.
Pau mantuvo entonces en pie al Espanyol ante un inefectivo Barça después de un cabezazo a la madera de Messi. Ya son 31 los tiros al palo del 10. El intervencionismo y aplomo de Messi pudo más que la espera del Espanyol y la negligencia de Mateo, excesivo con las tarjetas al Barça y permisivo con la fuerza del Espanyol. Ni la salida de Melendo, héroe de Cornellà, alteró el pulso del 10 del Barcelona, anoche vestido de Di Stéfano después de ser cada día Maradona. La última vez que el Espanyol eliminó al Barça jugaba Kubala.
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