El Real Madrid sufre en un duelo surrealista
Los españoles remontan al Al Jazira con goles de Cristiano Ronaldo y Bale tras un partido de traca, por el VAR y otras incidencias
Por mucho que se rebobine costará dar con un partido más surrealista que la semifinal vista en este mundialillo verbenero que la FIFA se sacó en su día de la manga. El Real Madrid, al que espera Gremio en la final del sábado, lo resolvió con muchos apuros. Hasta entonces todo fue un sainete. Incluido el chapucero y liante VAR. El colmo en un encuentro de traca.
En Abu Dhabi todo resultó rocambolesco. De entrada, un portero iluminado, Khaseif, al que entrena Almunia, ex guardameta español del Arsenal, que las paraba de cualquier manera en el fusilamiento a pelotazos al que le sometió el Real Madrid. Hubo hasta 18 remates del cuadro español en el primer acto. Las que no detuvo el heroico Khaseif las pifió algún madridista. Caso de Benzema, que cabeceó fuera a dos palmos de una portería sin guardián, abierta de par en par.
Tan embrujada estaba la noche en los Emiratos que donde no llegaba Khaseif había estacas. Daba la impresión de que en la guarida emiratí había más de dos postes y un larguero. Hasta cuatro veces se cruzaron en el camino del Madrid, una a Cristiano, otra a Modric y dos a Benzema. El ariete francés, al que también le anularon un tanto por falta de CR, difícilmente evitará pesadillas y pesadillas con este Al Jazira.
El mismo equipo capaz de anotar cinco goles al Sevilla en 40 minutos era incapaz de descerrajar al Al Jazira, un rival de cuarto pelo. El choque era arcano, pero a la media hora se volvió esperpéntico. Sandro Meira Ricci, árbitro brasileño, validó un gol de Casemiro de cabeza. Algún jurista de ese cónclave que dirime con los rayos x del videoarbitraje le dio un chivatazo. Los locales hacían corrillo al colegiado. Casemiro no entendía nada. Nadie entendía nada. Tras las chácharas de pinganillo alguno de los tres soplones susurró al juez brasileño que había un fuera de juego de Benzema en el momento del centro de Isco. Con vídeo y sin vídeo, subjetivo.
Tras la absurda pérdida de tiempo con el vídeo de marras, el Madrid perdió el hilo. A Isco se le anudaba la pelota, Kovacic se liaba solo, a Modric le burlaba el balón... Para acentuar el repentino disparate, el conjunto español concedió un par de ocasiones a su adversario. El Madrid sintió que no había nada que tapar, pero otra cosa es quedarse en tanga por mucho que el contrario sea un telonero. Ya había avisado Mabkhout cuando Nacho despejó mal, Casemiro fue al bulto y a Achraf se le salió la cadena. Romarinho, con nombre de buen gusto, resolvió de maravilla.
Ver para creer. En Abu Dhabi todo era posible. Allí se daba el milagro futbolístico de todos los milagros. Y mucho más cuando Boussoufa marcó el 2-0, de nuevo ante un Madrid parvulario. De un córner a favor a una contra concedida por un estropicio entre Kovacic y Achraf, que defendieron como clarisas en campo propio. Para fortuna visitante, le salvó otro delator del VAR. El goleador emiratí estaba en fuera de juego.
Para que no faltara de nada, Khaseif, paladín local, se retiró lesionado. Ya había dado señales de malestar entre parada y parada en el primer tiempo. Su reserva, Al Senaani, también se lució en sus primeras intervenciones. La angustia crecía en el atormentado Madrid mientras el Al Jazira improvisaba la gloria del modesto. Hasta que llegó el primer momento lógico del partido. El gol de Cristiano Ronaldo —en su noveno remate— al cruzar un disparo tras buen pase filtrado por Modric.
Con el empate, Zidane retiró a Isco y el desnortado Kovacic en favor de Lucas y Asensio. Como no llegaba el remedio echó el lazo a Bale y cruzó los dedos. Quedaban diez minutos. Y Bale, bendecido por los dioses, tocó la primera pelota y embocó tras una jugada de Lucas. Por fin el Madrid despejó los fantasmas tras un partido tan estrafalario. Tan extravagante que en el tramo final hasta Ten Cate, técnico local, debió tener alguna urgencia y dejó el banquillo unos minutos. Cabe suponer que rumbo al aseo. En definitiva, una pachanga mundialita nada cuerda que casi le cuesta un sonrojo eterno al Madrid.
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