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Pablo Carreño, tan cerca y tan lejos

En un estreno muy loable, el asturiano cede ante Thiem (6-3, 3-6 y 6-4, en 2h 06m) y se queda sin las semifinales pese a que todavía debe disputar un segundo partido, el viernes frente al belga Goffin

Alejandro Ciriza
Carreño salta por encima de un soporte publicitario, ayer en Londres.
Carreño salta por encima de un soporte publicitario, ayer en Londres.GLYN KIRK (AFP)

Dominic Thiem, el austriaco de la derecha de plomo, trazó un globo perfecto y la bola botó sobre la línea de fondo antes de dispararse hacia la grada. Pablo Carreño, debutante, tenía tantas ganas a la noche, tantísimas, que reculó como si fuese un velocista y brincó el soporte publicitario como si fuese el saltador Jackson Quiñónez. La devolución no llegó al otro lado y el punto fue para el austriaco, pero para entonces el asturiano ya se había metido al público inglés en el bolsillo. Luego perdió (6-3, 3-6 y 6-4, en 2h 06m), así que como tenía que ganar o ganar, e incluso esperar luego que otros resultados le acompañasen, se despidió del pase a las semifinales. Sin embargo, el lujo de jugar en el O2 y sentirse muy grande no se lo quita nadie.

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Para él todo era nuevo. El torneo, exclusivo porque a él solo acceden los ocho mejores del año y a Carreño, 26 años, le tocó un boleto de última hora que premió su magnífica campaña; el marco, imponente y especial, porque jugar en un hongo gigante a orillas del Támesis intimida a cualquiera, salvo a dos o tres extraterrestres; y también la pista de Londres, donde los focos de luz encañonan al tenista y entonces, si no eres uno de esos alienígenas, las piernas comienzan a temblar mientras se hace el paseíllo introductorio.

"Ha sido una experiencia increñible: la atmósfera es espectacular, el juego de luces es espectacular y las pantallas son enormes La verdad es que en esta pista se ve todo muy grande, impresiona un poco", admitía después, delante de los periodistas desplazados a Londres; "por lo que he sentido ahí abajo, creo que el público se ha divertido y ha disfrutado, y eso también era importante".

A Carreño, lógico y normal, todo esto le pesó durante tres o cuatro juegos, hasta que se sacudió los nervios y se dio cuenta de que en realidad no tenía tanto que perder y sí mucho que ganar, porque a fin de cuentas hace tres días casi no tenía deshechas las maletas y ya pensaba de reojillo en una escapada a Gijón, su tierra. Su curso, independientemente de lo que ocurriera esta semana, estaba hecho. Este año ha explotado y el acceso al Masters, en condición de suplente, ha sido un premio del que, ahora sí, transcurridos esos primeros cuatro juegos, tenía que disfrutar sí o sí.

El público se ha divertido. Quería demostrarme por que soy 'top-10' y por qué estoy aquí

De modo que superado ese sofoco del principio, la novedad, se activó y plantó cara a Thiem, que seguramente se topó con una resistencia bastante más puñetera de la que había previsto. El austriaco se llevó el primer parcial, pero luego se vio forzado a remar y remar, porque Carreño le exigió en cada bola y cada punto, y replicó en la segunda manga para estirar el partido. El esfuerzo fue tan loable que la grada se posicionó a su favor, del lado del españolito bravo que tiene cara de ángel pero pelea como un demonio.

"El clasificarme para las semifinales no era un objetivo real", admitió; "lo que tocaba en estos dos partidos era coger sensaciones buenas y demostrar no a la gente, sino a mí mismo, por qué estoy en el top-10 y por qué estoy jugando este torneo. Voy a darlo todo contra Goffin y quiero quedarme con un buen sabor de boca. Creo que de cara al futuro me quedan cosas buenas por llegar".

Arañó Carreño todo el rato, pero al derroche físico le faltaron tiros definitivos; todo lo contrario que a Thiem, al que se le veía bastante más cansado pero que cuando desenfunda, ya sea de derecha de revés, es mortífero. Al final, entonces, triunfo del austriaco y una hermosa experiencia para el español, que dio la talla en su debut y sigue acumulando méritos. Aún tiene por delante el premio de otro partido en el O2, el viernes contra el belga David Goffin. 

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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