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Europa League - Grupo j - jornada 4
Athletic
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Östersunds FK
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Aduriz resucita al Athletic ante el Östersunds

Un gol de delantero devuelve la esperanza europea a los rojiblancos en la Liga Europa

Aduriz intenta rematar.
Aduriz intenta rematar.VINCENT WEST (REUTERS)

En el proceso de recuperación de asignaturas pendientes, el Athletic progresa adecuadamente en la combinación, es decir, en la socialización del juego que consiste sobre todo en darle el balón al mejor colocado, en su defecto al que no esté marcado y en su afecto atreverse con la inspiración que siempre precede a las jugadas maestras. Y lo hizo hasta convertir el partido en un monólogo, aunque a veces pareciera más previsible que un debate de portavoces parlamentarios. Pero lo intentaba. Le ayudaba, sin duda, que el Östersunds, imperial en su campo, cuando mereció golear al Athletic pero su piedad le condenó a un empate impío, accedió a San Mamés con la calculadora a punto y el riesgo envuelto en papel de celofán en un bolsillo, a ver si no llueve. Entre un partido y otro, había una distancia sideral, solo compadecida por la equipación de los equipos, modelo UEFA, o sea, que nadie juegue con su uniforme original.

La cuestión era que el Athletic dominaba en todo menos en el área, a donde llegaba manso. Nadaba bien, y con criterio, Córdoba, insolente como un muchacho con la paga recién recibida, atrevido, intrépido, con un punto de gallardía. Nadaba, pero en la orilla, la última brazada, el centro, chocaba con la ola defensiva el conjunto sueco. Y nadaba bien, por la otra orilla, Lekue, al que en tantas ocasiones le sobra inspiración, que es algo parecido a la falta de criterio para elegir la opción más razonable. Le puede el corazón, le avala la técnica. Y en esa disputa a veces gana, a veces pierde.

El Östersunds respiró aliviado cuando su portero Keita cometió el error habitual... y no pasó nada. Fue una salida taurina, mirando al tendido, y no pasó nada. Ahí se tranquilizó. Ahí comenzaron a desplegarse sus delanteros, a enseñar que Sema increíblemente juegue en un equipo tan pequeño y a confiar en el control de la pelota de Bachirou. A ratos, a fogonazos, como las viejas locomotoras, en espera de la estación. No era el Östersunds que el Athletic conoció en su país, sino el que quizás esperaba cuando se realizó el sorteo.

Se jugaba el Athletic el pasaporte europeo lo que ahuyentaba sus miedos y le obligaba a un romance de valentía. Ziganda no escatimó medios ni los futbolistas la actitud que habían mostrado ante el Barça. Aunque Aduriz y Raúl García no gozaban del esplendor ofensivo (que si Lekue, que si Córdoba, que si Williams,...) resulta que entre ambos se fabricaron un gol oportunista. Un centro rectilíneo, presuntamente asequible para la defensa lo remató Raúl García al larguero y lo remachó a la red Aduriz. Para eso están, pensó San Mamés, para no amargarse con el anonimato y reclamar su firma en los momentos oportunos. Y la echaron. Era le enésima llegada del Athletic y la segunda que llegaba fresca a la orilla (la anterior la había firmado también Aduriz con un cabezazo que repelió Keita, 30 segundos después de su gran error).

Y eso valió el partido. Y la resurrección de Athletic en la Liga Europa donde tenía muy mal color. Negro, como el de su camiseta. La segunda. La de la UEFA.

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