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El trampolín de Modric

El croata vuelve a Londres, su casa durante cuatro años. En el Tottenham y en la Premier cogió músculo y velocidad y aprendió a tocar rápido

Eleonora Giovio
Modric juguetea con Cristiano Ronaldo durante el entrenamiento de este martes en Wembley.
Modric juguetea con Cristiano Ronaldo durante el entrenamiento de este martes en Wembley.Matt Dunham (AP)

Del viejo Wembley que se inauguró en 1923 han desaparecido las imponentes torres. El suelo de aquel estadio mítico es el mismo, allí se edificó el nuevo Wembley donde juega sus partidos la selección inglesa y donde se disputan las finales de Copa. Esta temporada es también la casa de alquiler del Tottenham. Su hogar, White Hart Lane, está en obras.

De familiar tiene poco Wembley. Es una construcción moderna e imponente, obra de Norman Foster. Las gradas, coquetas, no enciman el césped. En los alrededores hay hoteles de lujo, outlet y ayer ya se veían iluminaciones navideñas. Se mezclan con grúas, andamios y edificios en construcción, los que terminarán convirtiéndose en el Wembley Park. En el antiguo hogar de los Spurs, lejos de aquí, el aliento de la hinchada (cabían 36.000 por los 90.000 de Wembley) llegaba mucho más.

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Aquel aliento lo sintió Gareth Bale, baja hoy por lesión, y lo sintió también Luka Modric que vistió la camiseta del Tottenham cuatro temporadas (2008-12). Marcó 13 goles en 127 partidos y no ganó ningún título. “El Tottenham le vino como anillo al dedo a Luka para ganar músculo, velocidad y aprender a jugar a uno-dos toques —dice Mate Bilic, amigo y compañero suyo—. Él aprende y asimila todo rápido. Allí cogió el bagaje necesario para dar el gran salto. La gente antes no le valoraba tanto, empezó a hacerlo cuando llegó al Madrid porque allí se ha convertido en una estrella mundial y en alguien indispensable para el juego del equipo. La calidad siempre la ha tenido: en la Premier cogió rapidez y músculo; en España ha aprendido a jugar más vertical y a proteger el balón. Su progresión nunca para. Le miras y cada año parece mejor jugador”.

Recuerda Bilic que igual que le pasó nada más aterrizar en la Liga, el proceso de adaptación de Modric a la Premier también llevó su tiempo. Parte de la prensa inglesa se preguntaba si ese chaval aparentemente frágil se adaptaría a un fútbol tan físico. Meses después de su llegada, algunos periódicos le calificaron de “inadaptado”.

Inglaterra fue su primera experiencia en el extranjero. Tenía 23 años. El club inglés, buen comprador y mejor vendedor, pagó por él 18 millones de euros y lo vendió por 40. Modric era el niño que maravillaba con Croacia; el niño que con seis años había visto morir a su abuelo en la guerra de los Balcanes, el niño que había tenido que huir junto a su familia y refugiarse en Zadar. En el patio del hotel Kolovare se pasaba el día jugando a la pelota. “Es lo que me ha hecho la persona que soy hoy, mucho más fuerte. Pero no quiero estar constantemente pensando en ello. Solo quiero seguir y comenzar de nuevo. Ahora nada puede sorprenderme”, relataba cuando los medios ingleses le preguntaban por las miserias de la guerra.

Cuentan los que le vieron pasearse por primera vez por las instalaciones del Tottenham que era un chico muy tímido, agradable y calladito. La timidez la conserva todavía hoy. Pero cuando quiere se hace oír. En el campo manda y cuando el motor de Modric se atasca, el Madrid siempre se resiente. “El Tottenham fue su pista de despegue. Él siempre ha buscado dar el salto. Se desenvolvió muy bien en la Premier, pero en el Madrid ha sacado matrícula de honor”, resume Bilic. Esta noche el equipo de Zidane necesitará del mejor Modric para dejar atrás los disgustos de la Liga.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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