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Dassaev, reencuentro con un mito en Moscú

El Sevilla compró en 1988 al Spartak, su rival de hoy, al meta, que hoy se ocupa de los porteros de la cantera rusa

Rafael Pineda
Dassaev, en un partido benéfico en 2016.
Dassaev, en un partido benéfico en 2016.Sergei Bobylev (TASS)

A sus 60 años, Rinat Dassaev sigue siendo respetado en Moscú como uno de los grandes mitos del Spartak, rival hoy del Sevilla en la Champions (20.45, beIN Sports). “Estoy muy contento con la llegada del Sevilla. Será complicado porque el Spartak está bien”, dice el ganador de cinco Ligas soviéticas con el Spartak y figura del equipo de la URSS en tres Mundiales (1982, 1986 y 1990). Con la Unión Soviética, además, Dassaev fue finalista de la Eurocopa de 1988, perdida por 2-0 antes la fantástica Holanda de Gullit, Koeman y Van Basten. Aquejado de unos problemas de salud, Dassaev no ha podido ejercer su labor esta semana en la cantera del Spartak, donde trabaja como preparador de porteros del conjunto filial del rival del Sevilla. “Siempre pegado a un balón. Los otros negocios no salieron muy bien para mí”, acierta a decir Dassaev, que ha recibido multitud de llamadas de los miembros de la expedición del Sevilla para que se pasara por el hotel para visitar al que fuera su equipo entre 1988 y 1991.

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Fue después de su gran actuación en la Eurocopa de 1988 cuando el Sevilla se lanzó a su contratación. El entonces presidente Luis Cuervas logró su objetivo después de pagar 200 millones de pesetas a una empresa propiedad del Estado soviético, dueño del destino de sus deportistas. Dassaev, emblema del Spartak, el equipo del pueblo ruso, y de la selección, fue el primer gran futbolista al que las autoridades de la URSS permitieron traspasar el Telón de Acero. En Sevilla todavía recuerdan cómo un agente de la KGB (servicio de espionaje e información de la URSS) seguía todos los pasos del portero.

A Dassaev lo esperaron miles de sevillistas en el aeropuerto de San Pablo. Cuando le hicieron la revisión médica, los galenos del Sevilla se llevaron las manos a la cabeza. “Le cabe una naranja en la rodilla”, llegaron a decir ante los problemas en ambas articulaciones, en especial en la derecha. Pero no podían echar atrás una operación de esa trascendencia. Dassaev, el sucesor de Lev Yashin, jugó 59 partidos entre 1988 y 1990 en el conjunto andaluz. En la segunda temporada, el Sevilla se clasificó para la UEFA. Alternó actuaciones dignas de su categoría con errores imperdonables, como un gol en propia puerta ante el Logroñés. Se le coló el balón de manera inexplicable, lo que precipitó su salida del club.

Después no tuvo suerte con los negocios, y Luis Aragonés lo rescató para el Sevilla en 1993, como preparador de porteros y como ojeador de los rivales del equipo andaluz.

Como entrenador de los metas del Sevilla, Dassaev hizo un servicio más a la causa. Desde 1990 militaba en la primera plantilla un portero llegado de San Fernando, Monchi, que apenas había jugado nueve partidos de Liga entre 1990 y 1995.

El mito ruso confiaba en Unzué, actual entrenador del Celta, hasta que no dudó en darle la titularidad al que luego se convirtió en uno de los referentes de la entidad en los despachos. En 1995, Monchi, gracias a los buenos consejos de Dassaev, se hizo por fin con el puesto en el Sevilla. Monchi siempre tiene palabras de agradecimiento al mito que ahora vive horas bajas en Moscú. “Siempre he dicho que ha sido el portero que más me ha impresionado. Con él fui con el que más aprendí y no creo que haya habido un guardameta técnica y tácticamente tan bueno como él”, relata Monchi, actual director deportivo de la Roma.

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