Celta y Girona firman un festival
Seis goles sustancian unas tablas en un bello espectáculo plagado de errores. El equipo vigués ya ha dejado escapar en lo que va de liga diez puntos tras adelantarse en el marcador
El inicio fue frenético y el final agitado, propio de un partido colérico en el que se cocinaron cuatro goles en ocho minutos, un tiempo frenético antes del primer cuarto de hora en el que se alternaron Celta y Girona el mandato en el tanteador. El epílogo vio dos tantos más para sellar tablas y mostrar a ambos contendientes tal y como son en lo bueno y en lo malo.
Al Celta ya le han escapado diez puntos en siete jornadas tras ponerse por delante en el marcador. Es cristalino, despistado en defensa y brillante en la circulación. Marcó dos goles al generar espacios y superioridades tras sacar la pelota jugada desde atrás en sendos ejemplos de manual para mostrar a quienes no comprenden las ventajas que ofrece ese tipo de idea futbolística. El Celta desnudó en esas acciones al Girona porque marchó un segundo por delante y convirtió la presión rival en una manta corta. Se destaparon los pupilos de Machín y sigue en pelota picada el Celta cuando debe defender centros o acciones a balón parado, incapaz de mantener referencias en los marcajes. Así le dañó el Girona en el intercambio de golpes que abrió el partido y convirtió el marcador en un carrusel, un estrepitoso inicio que expuso fortalezas y debilidades y evidenció también que Pione Sisto, Stuani o Maxi Gómez, enfocados en el gol, son futbolistas que marcan diferencias para sus equipos a estas alturas de campeonato.
Cuatro goles y quince minutos después del primer pitido del árbitro, Celta y Girona entendieron hacia donde no debían ir. Los primeros hicieron de cada balón al área y cada marcaje una cuestión de orgullo, los segundos decidieron esperar replegados cuando no tenían la pelota y obviar la invitación celeste de acudir a presionar a los centrales. El partido en cierto modo encalló, pero no dejó de ofrecer noticias. Aparecieron Rubén Blanco e Iraizoz para lucirse a disparos lejanos de Maffeo y Sisto y apenas lo hizo Iago Aspas, que partió una vez más desde la banda derecha y se esforzó en circular y no en esperar la pelota al pie, pero sin acabar de entrar en juego todo lo que necesita su carácter industrioso y lo que necesita su equipo para extraer fruto de su influencia. En la búsqueda del esférico, Aspas se alejó del área y el Girona se acomodó mejor.
Ocurrió que el partido viró a una sola dirección y obligó al Girona a correr tras la pelota, también pasó que Unzué gastó un cambio entre centrales y poco después debió de hacer otro en la zaga por lesión de Hugo Mallo, así que se quedó con apenas una bala para revitalizar el ataque. Se subió a lomos del fenomenal Lobotka el Celta, resistió el Girona con un espléndido Iraizoz hasta que Unzué llamó al agitador Emre Mor, que tiró dos regates inverosímiles en la frontal y forzó una falta que Wass embocó en la red, pareció que con ayuda de un accidental roce en la barrera. El Girona tomó entonces la pelota y el Celta entró en pánico, blando en su área, vulnerable hasta lo grotesco. Empató Juanpe porque nadie con camiseta celeste supo que hacer con otro balón que voló sobre el área.
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