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Valverde, mano de santo

El técnico ofrece una receta distinta a cada duelo y, convencido el vestuario, el Barça responde con un gran arranque liguero

Jordi Quixano
Valverde, en el banquillo de Montilivi.
Valverde, en el banquillo de Montilivi.ALBERT GEA (REUTERS)

Hace años que el banquillo del Barcelona es el foco principal de atención, más allá de Messi y sus diabluras sobre el tapete. Guardiola era el ideólogo y hablaba por el presidente y por quien hiciera falta, hasta el punto que se consideró su equipo y no el del 10. Vilanova encogió el corazón de todos con su maldita marcha. Martino no hizo amigos ni consiguió un fútbol de salón, por lo que el runrún del Camp Nou acrecentó hasta que el técnico tomó las de Villadiego. Y Luis Enrique, visceral y poco cómplice de los medios de comunicación, convenció al Camp Nou —era extraño el día que no le vitoreaban— y hasta al plantel, pero la fórmula pareció erosionarse antes de tiempo. Ahora, sin embargo, el entrenador parece más transparente porque no reivindica su obra de autor y rehúsa cualquier lío —“yo estaba al otro lado del muro, me tengo que acostumbrar...”, replicó cuando le cuestionaron por la distancia de siete puntos sobre el Madrid— y porque no alza la voz ni impone su voluntad por decreto sino que cree en el diálogo. Y funciona de rechupete.

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El ejemplo del mando de Valverde se dio frente al Getafe hace dos fines de semana, cuando sacó a Deulofeu por el lesionado Dembélé y le explicó cómo adueñase de la banda izquierda. Messi, sin embargo, le pidió que fuera a la derecha y Valverde no se sintió desautorizado sino que aceptó la variable para que La Pulga se sintiera más cómodo porque, entre otras cosas, ya lo dijo el técnico tras el primer encuentro liguero: “Estamos encantados de articular el juego alrededor de Messi”. Aunque la solidaridad con Leo es absoluta porque ante el Girona, por ejemplo, el 10 le pidió a Rakitic que le diera el balón con más celeridad y el volante levantó el pulgar y asintió con responsabilidad, lejos de tomarse a mal un reproche. Así, el Barça es un equipo de verdad, con jerarquías pero con todos a una. “Un gran vestuario, una familia”, resolvió Semedo apenas una semana después de ponerse la camiseta azulgrana. Pero además de eso, también es una obra de entrenador porque aunque Valverde diga poco, hace mucho. Eso creen desde el vestuario. “Es un técnico que no te machaca con mensajes, pero cuando te los dice, la clava”, expone un peso pesado del camerino azulgrana; “estamos muy a gusto con él”.

Entiende el vestuario que Valverde sabe a lo que tienen que jugar, pero también aporta los matices necesarios para contrarrestar a los adversarios. Más allá del batacazo inicial ante el Madrid en la Supercopa, el técnico ha sabido encontrarle las cosquillas a todos los rivales, incluso con cambios de piezas que antaño parecían ataques de entrenador. Contra el Girona, por ejemplo, deshizo la columna vertebral al no poner de la partida a Piqué y Busquets, del mismo modo que prescindió de Semedo y Deulofeu, teóricos titulares en el costado derecho a la espera de que regrese Dembélé. Y el intercambio de cromos carburó de maravilla porque Sergi Roberto se hizo con la retaguardia derecha y Aleix Vidal cuajó un buen encuentro de extremo, incisivo aunque un poco impreciso en el pase. Le quedan, en cualquier caso, sumar más adeptos porque por el momento no da carrete a jugadores que el Camp Nou detecta como prescindibles, caso de Arda, Alcácer y André Gomes. Pero ha recuperado en parte el juego de medios y a Iniesta, cómodo con el balón entre los pies.

La receta de Valverde es hasta ahora un éxito, entrenador que suma un gran arranque liguero con seis triunfos en seis encuentros. Mejora así, como técnico azulgrana en su primer año, el registro de Terry Venables (84-85) e iguala a Louis Van Gaal (97-98) y Vilanova (12-13), entrenadores que vencieron la Liga. Otros que firmaron un inicio con seis festejos seguidos fueron Johan Cruyff (90-91) y Guardiola (2009-10), aunque queda a dos del récord de Martino —ocho victorias—, que acabó por desnortarse. No se sabe qué ocurrirá con Ernesto Valverde, pero de momento las cosas y el fútbol van rodados.

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