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La Liga de los penaltis fallados

En las primeras cinco jornadas se han malogrado siete de las 12 penas máximas lanzadas

Juan I. Irigoyen
Oblak detiene la pena máxima lanzada por Aduriz.
Oblak detiene la pena máxima lanzada por Aduriz.LUIS TEJIDO (EFE)

La Liga empezó con la mirilla torcida. Al menos, desde los 11 metros. De los 12 penaltis que se han lanzado se fallaron siete. Una estadística que cobra mayor relevancia cuando se la compara con las penas máximas ejecutadas en las otras grandes ligas europeas. En la Premier se marcaron siete de ocho; en Italia, 20 de 22; en la Bundesliga, 12 de 12; y en Francia, 19 de 21.

“Hay mucha responsabilidad de los porteros detrás de los penaltis fallados”, explica Andrés Palop, exguardameta del Valencia y el Sevilla, entre otros. “Más allá de la intuición del portero, hoy en día se tiene mucha información. Se conocen todos los perfiles de los encargados de lanzar los penaltis”, añade Palop. Tommy N’Kono, entrenador de porteros del Espanyol, explica su método de trabajo: “Hacemos un seguimiento anual de todos los jugadores, eso incluye los penaltis, pero también los centros y los tiros libres”.

Hace siete campañas, en la temporada 2011-2012 el porcentaje de acierto en los penaltis era del 78%. Números similares se registraron en el curso 2012-2013: 84%. Sin embargo, en las últimas dos temporadas los gritos de gol desde los once metros menguaron: 71% en la temporada 2015-2016 por el 72% del curso pasado. Este año es del 41%. “Por supuesto que siempre depende de la confianza y de la intuición del portero, pero el lanzador siempre da pistas. Y esas pistas son las que se estudian”, cuenta Palop. De los siete penaltis que se han fallado, seis los pararon los porteros. “Se analiza todo, desde cómo el jugador lanza las penas máximas con el marcador empatado, hasta cómo lo hace en los últimos minutos del partido o en la tanda de penaltis”, completa Palop.

Seis paradas

De los siete que fallaron, el único que mandó el balón fuera (pegó en el larguero) fue Àlex Granell, del Girona, ante el Sevilla. “Lo habíamos trabajado con el entrenador de porteros, sabía cómo se lo tenía que lanzar a Sergio Rico: al medio y a media altura. Al final, esa media altura fue demasiado alta. Fue un error de precisión, pero entre que la pelota pegue en el larguero o un poco más abajo hay un palo. A veces, es difícil de controlar”, reflexiona el mediocampista del cuadro catalán.

“Nada es casualidad, siempre hay un trabajo detrás”, cierra N’Kono. Los porteros hicieron los deberes, lo corroboran las estadísticas.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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