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Una etapa muy accidentada

Dos incidentes relacionados con aficionados provocaron momentos de tensión durante la 12ª jornada

Momento del atropello de una moto de la organización a un espectador.
Momento del atropello de una moto de la organización a un espectador.

Alberto Contador siempre ha sido un ídolo, por lo tanto, un ciclista que desataba pasiones que el anuncio de su despedida cuando concluya la Vuelta a España ha multiplicado. En las salidas y en las llegadas, Contador siente más que el calor del clima, el calor de la gente que le rodea y busca la foto o el autógrafo que inmortalice su última aparición en carrera. El problema surge, cuando las pasiones se desbordan en carrera y se convierten en pasiones peligrosas.

Contador atacó en el puerto de El Torcal. Una ataque clásico, furioso, a lo loco, se diría, por el afán de recortar diferencias y cumplir con las expectativas que el público ha puesto en él. En una parte de la subida, un espectador gritando “¡Gracias Contador!” cruza la carretera y se dirige al ciclista que circula por el otro lado con un punto de enloquecimiento. Un agente que protege la subida lo empuja, en vez de sujetarlo, con tan mala suerte que el espectador cae en el momento que pasa una moto de la organización y lo arrolla. La pasión desmedida y la falta de cordura, en ambas acciones (la carrera y el empujón) acaba en accidente al parecer sin graves consecuencias.

Más extraño fue lo que le sucedió en esa misma subida a un ciclista del equipo ruso Katusha. En el momento de tomar una curva, un espectador viene desde el otro lado y lo empuja contra la valla de protección y derriba al extrañado ciclista. Una locura vilipendiada por el resto de aficionados que insultan al agresor y ayudan al ciclista a reintegrarse a la carrera. En el caso de Contador, la pasión se convirtió en accidente; en el caso del ciclista del Katusha, fue una agresión en toda regla, sin pasión alguna.

El día ya había comenzado mal con en el incendio del autobús del Acqua Blue en el hotel de Almería donde se alojaban. Un pirómano, detenido por la policía más tarde, que había incendiado algunos otros coches, la tomó con el autobús que quedó inutilizado y el equipo tuvo que alquilar otro autobús para salir del paso y poder desplazarse al punto de partida de la etapa 12 que concluía en Antequera. Mientras tanto se hicieron gestiones para encontrar un autobús acondicionado para los ciclistas y lo encontraron en el de un equipo portugués que se lo cedió al equipo irlandés. Demasiadas incidencias en una Vuelta tranquila, pero que ya nació sobresaltada con la falsa alarma terrorista en la estación de Nimes, al inicio de la carrera.

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