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Mechaal y Ureña reconcilian al atletismo español con su pasado

Seis años después, España tendrá un finalista en 1.500m, mientras que el decatleta se acerca a los registros de Peñalver en los años 90

Carlos Arribas
Ureña, con Mayer a su izquierda, en los 100m del decatlón.
Ureña, con Mayer a su izquierda, en los 100m del decatlón.SRDJAN SUKI (EFE)

Cada uno en su medida, el mundo y España salieron contentos de la noche de Londres casi cálida y siempre sorprendente en el estadio.

Las reinas universales de los focos, las pantallas y las redes fueron tres atletas occidentales y rubias que se impusieron en pruebas de tradición africana y afroamericana, los 3.000m obstáculos y los 200m, tan brillantes. Para ellas, para las norteamericanas Emma Coburn y Courtney Frerichs, un 1-2 en los obstáculos, y la holandesa Dafne Schippers, que repitió triunfo en 200m, fueron las medallas.

Para el atletismo español, tan alicaído que se alimenta y hasta sonríe con cosas pequeñas, fueron las esperanzas y las ilusiones que se iluminaron entre las sombras del estadio. Jorge Ureña inició con fuerza la larga marcha del decatlón (y se fue a la cama tras las primeras cinco pruebas noveno, con 4.223, camino de los 8.300 o así, 200 más que su mejor marca) y Adel Mechaal prosiguió seguro su camino hacía la final del 1.500m superando una complicada semifinal. Son actuaciones que se han ganado un titular claro, con valor y guiños al pasado más triunfal del atletismo español: Después de seis años habrá un español en una final de un Mundial de 1.500m, sería uno; y el otro: más de dos décadas después de Peñalver, un español se codea con los mejores decatletas del mundo en una gran competición.

Ambos, Mechaal y Ureña, son una pequeña excepción, una selecta minoría, en un equipo que, según el director técnico nacional, Ramón Cid, no está compitiendo, en general, de una manera satisfactoria.

Ureña es un competidor bárbaro que se crece entre los armarios de la especialidad. El atleta de Onil empezó ya crecido en el 100m, con el gran favorito, el francés Kevin Mayer, corriendo en la calle de al lado, lo que le llevó a intentar aguantarle. Sucumbió y acabó en 11s. “Normalmente, Jorge se agarrota en el 100m siempre a partir de los 60m, pero esta vez se ha agarrotado antes al salir al ritmo del francés”, dice José Antonio Ureña, padre y entrenador del atleta, que analizó el resto del día. “Después, en longitud, podría haber estado un poquito mejor [saltó 7,30m, a 25 centímetros de su mejor marca al aire libre] y en peso estuvo a su nivel. En decatlón pierdes y ganas puntos por cualquier mínimo detalle y en cualquier prueba. Lo importante es que si en una no está tan bien como esperabas, en la siguiente lo puedas recuperar, y con la altura [2,08m, su mejor marca al aire libre] y los 400m [48,84s, también mejor marca] lo ha conseguido… Podríamos hacer cuentas y pensar que va a llegar por encima de 8.200 puntos, pero no vamos a decir nada”.

Solo Antonio Peñalver, entre los decatletas españoles, terminó un decatlón de un Mundial con más de 8.000 puntos. Fueron 8.200, que le valieron el octavo puesto en Tokio 91, un año antes de la plata de Barcelona 92.

El padre no quiere recordarlo, pero el hijo fue capaz de decirlo. En el Europeo de Ámsterdam 2016, Ureña hizo tres nulos en lanzamiento de disco, su peor prueba. “Este año me sacaré la espinilla en el disco”, dijo el atleta, que continuará el sábado con los 100m vallas antes del lanzamiento , y después llegarán salto con pértiga, jabalina y el 1.500m final. Marcha líder Mayer con 4.478puntos.

A Mechaal le gusta sentirse protagonista cuando compite y lo fue en su semifinal de 1.500m, y también le habría gustado que la final fuera el sábado, y no el domingo, como es (21.30, la última del programa antes del relevo 4x400), para aprovechar su gran capacidad de recuperación y enconarse a sus rivales en mitad del proceso de eliminación del láctico de la víspera y sin cambio de ritmo que le perturbe. No todo se puede tener en la vida, sin embargo. En la semifinal se puso a tirar en cabeza a falta de 800m para evitar una carrera muy lenta que diera ventaja a los oportunistas con mejor final que él. Lo manejó perfecto. Desgastó con su tirón a los rápidos y entró quinto (3m 40,60s). “Ahora, en la final, sueño con todo”, dice. “Y solo pido que sea rápida para tener más posibilidades. Con cada carrera que pasa yo voy a más y los rivales a menos”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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