James Rodríguez vuelve a empezar en el Bayern
El mediapunta colombiano del Madrid se marcha cedido al equipo alemán por dos temporadas y busca cobijo en Ancelotti, el técnico con el que dio su mejor versión
En la víspera de la final de Champions en Cardiff algunos directivos se aventuraban a dar un pronóstico sobre el partido contra la Juve al mismo tiempo que repasaban la temporada del Madrid. Sólo daban a un jugador por perdido: James Rodríguez. “Será complicado que se quede, ha perdido hasta la ilusión de entrenarse”, decía uno de ellos. James tiene 25 años, llegó a la capital española en verano de 2014 como un fichaje estrella (el club pagó 80 millones de euros al Mónaco) y este martes se ha quedado en tierra.
En vez de viajar a Los Ángeles con el resto de sus compañeros para empezar la pretemporada y la gira de verano, tomó un vuelo rumbo a Múnich. El colombiano, que se despidió del Bernabéu a mediados de mayo en el último partido de Liga en casa, se marcha al Bayern de Carlo Ancelotti. Pidió salir del Madrid y se va cedido por dos temporadas. El club alemán, que asumirá su ficha (unos ocho millones de euros) y pagará otros cinco millones por cada año de cesión (10 en total), se reserva un derecho —que no obligación— de compra en verano de 2019. La cifra de esa opción es de entre 35 y 40 millones.
El mediapunta colombiano vuelve así a trabajar con Carlo Ancelotti, el técnico con el que ofreció su mejor rendimiento. En su primera temporada de blanco y a las órdenes del italiano, James disputó 46 partidos, marcó 17 goles y dio 18 asistencias. Pocas veces un futbolista extranjero había rendido a ese nivel en su primera temporada. James no precisó adaptación. Se encontró a gusto y cómodo desde el primer momento. Deslumbró como una estrella consagrada. Y, sin embargo, no volvió a verse el James del primer año.
Una lesión muscular nada más comenzar la temporada 2015-16 (con Rafa Benítez al mando) y una recaída cuando iba a volver le dejaron fuera durante varias semanas y le costó volver a encontrar ritmo y sitio. La vuelta de las vacaciones de Navidad empezó con la policía persiguiéndole hasta la ciudad deportiva por exceso de velocidad. La llegada de Zidane al banquillo del Madrid parecía abrirle de nuevo las puertas de la titularidad. El técnico francés le hizo un guiño en una de sus primeras comparecencias. “A James e Isco hay que darles cariño y confianza porque son muy buenos”, dijo [Isco fue otro de los jugadores sacrificados con Benítez].
Pero el guiño se quedó en eso. El técnico prefirió a jugadores que se entrenaban mejor que James. Terminó su segunda temporada con 32 partidos (se perdió 10 por lesión), ocho goles y 10 asistencias. Sólo disputó 20 encuentros como titular y apenas seis enteros. El verano pasado hubo jugadores que adelantaron la vuelta de las vacaciones para ponerse a trabajar con Zidane cuanto antes (Kovacic, Lucas y Morata). James no fue uno de ellos. Pendiente de una charla con Zidane para saber cuál sería su papel, el técnico le dijo lo mismo que a todos. Es decir, rotaría y habría espacio para todos en una plantilla tan grande. Zidane siempre defendió que todos serían importantes a lo largo de la temporada.
En el Mundial de clubes, James disputó 18 minutos y mientras el equipo estaba de celebraciones por el título y con la semana de vacaciones que tenía por delante, el colombiano apareció por la zona mixta diciendo que no sabía si seguiría en el Madrid porque habían llegado ofertas y las estudiaría. Se quedó porque lo quiso Zidane, que además le llamó en las vacaciones.
La defensa de Pékerman
Pero en los meses siguientes James se desahogaba con su entorno diciendo que quería marcharse. No entendía que una estrella como él pasara a ser un revulsivo. Sin consuelo, habló incluso con el presidente, Florentino Pérez, para decirle que, hiciera lo que hiciera, Zidane nunca le ponía. Su tercera temporada acabó con 33 partidos, 11 goles y 13 asistencias. En Champions, a partir de octavos sumó 83 minutos. Sergio Ramos le dio un toque después de las declaraciones en Japón y sus compañeros otro después de que en Leganés se mosqueara con el técnico al verse sustituido en la noche en que la segunda unidad se lució en Butarque. “¡La concha de su madre!”, se le vio decir mascullando mientras abandonaba el terreno de juego. No respondió al saludo de Zidane —que restó importancia a sus gestos— y pegó un puñetazo a la pared del banquillo.
Sus altibajos en el Madrid se convirtieron en un debate nacional en Colombia. Allí nunca han llegado a entender por qué James no era titular indiscutible en el Madrid. El seleccionador, José Pékerman, también le defendió más de una vez. La última antes del amistoso contra España. “No es la primera vez que grandes talentos en determinados lugares pueden sentirse frustrados porque no coinciden las afinidades futbolísticas. En general, el futbolista sudamericano no es tan comprendido en Europa. Tiene un estilo, una creatividad, que necesita un respaldo. James no ha conseguido ese apoyo", aseguró. Ahora el colombiano vuelve a empezar en Alemania. “Era el gran deseo de Ancelotti”, dijo Rummenigge, director deportivo del Bayern.
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