Ensayo general con maillot de Richie Porte
El líder australiano controla como lo haría en el Tour la etapa del nuevo Alpe d’Huez en la Dauphiné
Más de 20 minutos después de que lo hiciera el ganador de la etapa, el inglés del Sky Peter Kennaugh, cruzaba la vieja meta de Alpe d’Huez un minipelotón compuesto por cinco corredores, todos del BMC, el equipo del líder de la Dauphiné, el australiano Richie Porte. Esa circunstancia refleja tanto lo sucedido en la segunda etapa de alta montaña –la llegada a la estación de esquí alpina clásica del Tour por la vía nueva del larguísimo y tendido col de Sarenne—como su resultado. Con el maillot amarillo, Porte actúa un mes antes como piensa hacerlo dentro de un mes, cuando se encuentre en plena batalla de un Tour que piensa ganar, intentando mantener la calma ante los ataques lejanos, dejando trabajar a su equipo hasta la extenuación y tomando el asunto entre sus manos llegado el momento clave. En la Dauphiné se entrena él y adiestra a su equipo, que aprende.
A espaldas de Porte, Chris Froome, el siempre favorito en junio y julio, mostró una engañosa fragilidad en el momento clave; Alejandro Valverde, una cierta incapacidad ante corredores que suben mejor que él y están alcanzando su mejor momento de forma, y Alberto Contador, una paciencia franciscana para no arder y convencerse de que lo mejor para llegar bien el Tour es correr a rueda la Dauphiné, una carrera cuya victoria se puede alcanzar por muy variadas vías. De entre los favoritos, solo el francés Romain Bardet actuó con decisión y sin cálculo.
A falta de la etapa reina (los clásicos saboyanos Saisies, Aravis y Colombiére antes de la ascensión final al inédito y durísimo Plateau de Salainson: un concentrado de dinamita en solo 115 kilómetros), Porte es líder con 1m 2s de ventaja sobre Chris Froome, 1m15s sobre Jakob Fuglsang, 1m 15s sobre Fabio Aru, 1m 43s sobre Valverde, 2m7s sobre Bardet y 2m 15s sobre Contador, penalizado 20s por avituallamiento irregular.
La victoria de la etapa se la jugaron entre la docena de fugados. Los más fuertes fueron dos ingleses con fama de rodadores de fuerza y un poco de todo terreno, no mucho, que compartieron Sky durante siete años y se compenetraron en los momentos clave como si siguieran siendo compañeros. Con la ayuda de Ben Swift (ahora en el UAE), ganó Kennaugh, uno de los hombres importantes de Froome. Tercero fue Jesús Herrada, el équipier de Valverde que contó también con libertad de acción.
Se movió Bardet desde lejos, intentando una operación en tierra de nadie, como antes lo había intentado Andrew Talansky. Ambos contaron con el beneplácito de Porte y su BMC, que no perdieron la templanza pese a que su ventaja se acercó a los 2m. Se movió Porte en los últimos kilómetros, ya por la vieja carretera de Alpe d’Huez, categorizado de tercera en esta ocasión. Su movimiento, una piedra en un estanque, catalizador de una reacción física y química, pemitió apreciar tanto su ligereza de piernas y aparente frescura, como las tensiones que vive Froome, quien se quedó en compañía de Valverde, y la falta aún de gran golpe de pedal de Contador, que se adelantó unos segundos al inglés y al murciano y también a Aru, tenaz.
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