Higuaín enfurecido
Ansioso por reivindicarse ante su exequipo, el goleador ha experimentado una transformación física que encaja en el modelo tradicional del ataque de la Juventus
En el restaurante Manzò, junto a Via Roma, en el centro de Turín, se prodigan las fiestas carnívoras. Para terminar, la carta ofrece un postre a base de dulce de leche bautizado como Pipita. Honor a un cliente y a un ídolo local, Gonzalo, Pipita Higuaín, que esta temporada suma 32 goles con la Juventus y está deseando meter más el próximo sábado en Cardiff. Por razones de todo tipo. Incuso personales. Lo explica Nicolás Higuaín, el hermano más vinculado al delantero, mientras da cuenta de una comida con amigos en este reducto turinés: “Los Agnelli administran la Juve como a una familia; aquí los jugadores se sienten queridos y respaldados. En el Madrid eres solo un número”.
El reencuentro de Higuaín con el equipo en el que jugó entre 2007 y 2013 tiene un punto corrosivo. No se recuerda un futbolista que anunciara su marcha de Chamartín con menos recato, como hizo él, visiblemente harto, tras disputar el último partido de la temporada 2012-13, en la puerta del vestuario del Bernabéu: “Me quiero ir”.
El Madrid lo reemplazó con Gareth Bale. Desde entonces, Bale metió 67 goles en 149 partidos mientras que Higuaín hizo 123 en 201. Toda una carrera en el calcio, primero en el Nápoles y después en la Juventus, que el verano pasado lo fichó por 90 millones de euros. Fue el traspaso más caro de la historia del fútbol italiano y, según los agentes que trabajan con la Juventus, un acierto muy calculado.
Los Agnelli administran la Juve como a una familia; aquí los jugadores se sienten queridos. En el Madrid eres un número”, dice Nicolás, hermano del goleador
A la hora de seleccionar atacantes, los grandes clubes de Europa miran dos cualidades principales: la capacidad de desmarque y el buen pie. La Juventus añade una tercera condición, que incluso pesa más que las anteriores: habilidad para recibir un pase de 60 metros, dominar el balón y hacerse fuerte al borde del área, a la espera de la segunda línea. Bettega, Boninsegna, Rossi, Vieri, Trezeguet, Tévez, o incluso Del Piero, fueron valorados por el club porque gozaron de esta habilidad. Mandzukic e Higuaín encajan en el modelo tradicional.
Claudio Gentile, referente de la Juventus de los años 70 y 80, explica el procedimiento del fútbol direttissimo: “Es un sistema de juego y de preparación. En los entrenamientos los delanteros practican mucho el control del pase largo. Saber controlar el balón cuando no va por tierra es una cualidad que es preciso tener y desarrollar. Control con el pecho, el muslo, el pie... Hay que hacer lo necesario para que el lanzamiento no sea inútil. Cuanto mejor es el control mayores son las posibilidades de llegar a concluir en la portería contraria. Es una tipología de juego que vemos en los puntas históricos de la Juve. Se utiliza cuando el adversario presiona a los defensas. Debes tener uno que logra desmontar la presión suministrando balones a los atacantes para iniciar la fase ofensiva”.
“Bonucci”, prosigue Gentile, “es el que conduce la maniobra de salida del juego con un hermoso pase de 50-60 metros que puede desmontar la presión del adversario. Con estos pases él normalmente encuentra al compañero para comenzar la fase ofensiva. Los receptores son Mandzukic, Higuaín y Dybala, que combinan ligereza con corpulencia. En el calcio siempre hacen falta atacantes fuertes capaces de aguantar la pelota para dar a sus compañeros la posibilidad de salir. Higuaín es el punto de referencia en este aspecto. Es una gran adquisición”.
Allegri ha introducido unos grados de flexibilidad. Pero la base del esquema de inicio del ataque de la Juventus se mantiene desde hace más de medio siglo. En la final de 1998, los destinatarios de los 20 primeros pases de los centrales fueron Inzaghi (6), Del Piero (6), Zidane (3), Deschamps (2), Davids (2) y Di Livio (1). En el último Mónaco-Juventus los destinatarios de los pases de salida de Buffon, Barzagli, Bonucci y Chiellini fueron Mandzukic (15), Alves (10), Sandro (8), Higuaín (7), Pjanic (6) y Marchisio (2). La conexión central-mediocampista, común en los demás grandes equipos de Europa, se reduce al mínimo en la Juventus. La salida es directa hacia los puntas o a través de los laterales, especialmente de Alves, verdadero transformador de un esquema en el que los atacantes suelen disfrutar de oportunidades contadas.
“Alves y Cuadrado le dan una profundidad mayor”, observa Paolo Montero, líder en la defensa de la Juventus de hace una década. “Este equipo es un poquito más ofensivo. Pero en general la Juve mantiene características muy similares. Los centrales saltean. Prefieren superar líneas y buscar esa verticalidad. En España se elabora más. En Italia se busca esa verticalidad. Lo vimos contra el Barcelona: el Barcelona manejó la pelota pero cuando la Juve salió al contragolpe lo mató”.
En el calcio hacen falta atacantes fuertes capaces de aguantar la pelota larga para dar a sus compañeros la posibilidad de salir. Higuaín es una gran adquisición", concluye Claudio Gentile
Un par de médicos y preparadores del fútbol español consultados expresaron su sorpresa al ver a Higuaín contra el Mónaco en las semifinales de Champions. Le notaron más pesado de lo recomendable según los cánones de la Liga. “Con dos o tres kilos de más”, en palabras de uno de ellos. “Compensados por el poderío que Higuaín tiene en el tren inferior. Sus cuádriceps son impresionantes”.
De algún modo, estos preparadores reprodujeron la impresión del presidente del Nápoles, Aurelio de Laurentis, cuando su equipo quedó eliminado de la competición hace un año: “¿Qué se puede esperar de Higuaín? Tiene un kilo y medio demás. Eso es como jugar con un ladrillo encima”.
La Juventus no lo consideró un hándicap. Andrea Agnelli pagó 90 millones por un delantero robusto que sigue igual de robusto. Lleva dos temporadas superando los 30 goles y en el club se manifiestan satisfechos. Higuaín está como le quiere la institución y como le necesita el equipo. Listo para aguantar balones a troche y moche. Bien firme en campo enemigo.
“¡El Pipa no tiene sobrepeso!”, dictamina Fabio Capello, que conoció como jugador y entrenador el modus operandi juventino. “En la Juventus no puedes tener sobrepeso. En los equipos italianos no existe el sobrepeso. La preparación física es durísima”.
Cascarrabias incorregible, Higuaín parece feliz en estos días. Como si el destino le brindara una oportunidad. “Será extraño”, dice. “Desde que me fui no me volví a cruzar con ellos y ahora nos enfrentamos en una final. ¡Trato de no pensarlo! Llevo 11 años jugando en Europa y sé controlar las emociones bastante bien”.
El Madrid debería tener cuidado. A sus 29 años, Gonzalo Higuaín cumplió con creces la profecía que pronunció Alfredo di Stéfano tras verle debutar de blanco, en Copa del Rey contra el Betis, el 11 de febrero de 2007: “¡Éste se va a poner las botas!”.
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