Warriors-Cavaliers, tercera cumbre entre dos ‘dream teams’
Golden State y Cleveland inician la final de la NBA en pleno debate sobre su aplastante dominio
Jerry West, una leyenda, el hombre que cedió su elegante gesto de base a los diseñadores del logotipo de la NBA, ahora ejecutivo de Golden State Warriors, se sintió impulsado a abandonar el palco del Oracle Arena de Oakland durante el segundo partido de la final del Oeste que enfrentó a su equipo y a San Antonio Spurs. En el tercer cuarto, estaba visto para sentencia. Los Warriors, con 31 puntos de ventaja, se debatían entre proseguir con su labor de acoso y derribo o dosificar fuerzas. Los Spurs deambulaban como alma en pena. “Esto es una locura. No es lo que nadie quiere ver. Me sentí mal por San Antonio, pero también por nuestros aficionados. Si eres un verdadero aficionado, en un partido de playoff quieres ver una batalla dura, de ida y vuelta. Pero estamos arriba por 30 y pienso: ‘Uf, si pudiera, me gustaría salir de aquí’. Es muy raro, nunca me había sentido así”.
LeBron, en la estela de Michael Jordan
LeBron James llega a la final con una nueva muesca en su ya gordo libro de récords, el de anotación en los playoffs, con 5.995 puntos, tras dejar atrás la plusmarca de Michael Jordan, con 5.987.
A sus 32 años y en su 14ª temporada, LeBron afronta su octava final, la séptima consecutiva. Bill Russell tiene el récord con 10, en los años de dominio de los Celtics, entre 1958 y 1969.
Más allá de su rivalidad con Stephen Curry, LeBron va tras la estela de Jordan, que sigue superándole en anillos (6-3), MVP de la temporada (5-4), MVP de las finales (6-3) y apariciones en el All Star (14-13). Uno de los apartados en los que Lebron supera a Jordan es en el de apariciones en la final (8-6).
La reflexión de West viene a propósito del debate provocado por la tercera final consecutiva que enfrentará a Golden State Warriors y Cleveland Cavaliers. Nunca había sucedido en la NBA. Tampoco en los otros grandes deportes profesionales se daba una situación semejante desde que Detroit y Montreal se midieron en su tercera final seguida en la Liga de hockey, NHL, en 1956.
La hegemonía de los Warriors y los Cavaliers va más allá. El equipo de la Bahía que lidera Stephen Curry se ha convertido en el primero que cierra con un 12-0 los playoffs, con un promedio de 16,3 puntos de ventaja por partido, también el margen más amplio de la historia. A los Cavaliers de LeBron James solo se les escapó uno de los 13 partidos que disputaron, el tercero en la final del Este ante los Celtics. Nadie podía prever un dominio tan aplastante, pero que estos dos equipos iban a disputarse de nuevo el anillo estaba tan cantado que en la encuesta que la NBA realiza entre los directores deportivos de sus 30 equipos en octubre un 69% predijo que la final la ganará Golden State y un 31% apostó por Cleveland. Nadie apostó por otro equipo.
La NBA es una competición que siempre ha intentado promover la igualdad entre los equipos. Trata de fomentarla con la limitación salarial de los conjuntos y el sistema de elección de nuevos jugadores, el draft. Pero durante los últimos años varias estrellas han elegido equipo, empezando por LeBron cuando optó por Miami, al igual que Chris Bosh, y se juntaron allí con Wade. Disputaron cuatro finales seguidas y ganaron dos anillos. En 2014, LeBron regresó a Cleveland.
Tres cuartos de lo mismo sucedió el pasado verano cuando Kevin Durant dejó Oklahoma City para juntarse con Curry, Klay Thompson y Draymond Green. Durántula, a sus 28 años, vio una ocasión de oro para lograr su primer anillo con el equipo de Oakland. Adam Silver, el comisionado de la NBA, dice no estar preocupado por el arrasador dominio de Cleveland y Golden State. “Creo que deberíamos estar celebrando la excelencia”, mantiene. “Por supuesto que uno quiere disfrutar de una Liga equilibrada, pero para el aficionado que llevo dentro es fantástico ver a equipos jugando a ese nivel de excelencia”.
A diferencia de los dos años anteriores, ambos equipos alcanzan la final sin bajas, con todos sus efectivos en buenas condiciones físicas, más descansados que nunca. Los Warriors y especialmente Stephen Curry, que empezó la final del año pasado con problemas en una rodilla, tienen una especial ansia de revancha. “La rivalidad entre ellos y nosotros es para la eternidad, se va a hablar de ella durante mucho tiempo. Nos tenemos un enorme respeto”, afirma Draymond Green. La única baja de peso es la del entrenador de los Warriors, Steve Kerr, que sigue con problemas en la espalda, de la que ya fue operado hace un año, y ha sido relevado durante los playoffs por su ayudante Mike Brown, precisamente el que fuera entrenador de LeBron en los Cavaliers desde 2005 hasta 2010.
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