Así se rehízo Keylor Navas: rechazó un psicólogo y se aferró a la fe y la familia
El portero del Madrid ha dejado atrás la inseguridad y ha recuperado reflejos y colocación en el tramo final de la temporada
Keylor Navas ha vuelto a levantar las barricadas. Providencial el pasado miércoles contra el Atlético, lo volvió a ser el domingo contra el Sevilla, en esos 15 minutos en los que los de Sampaoli pusieron contra las cuerdas al Real Madrid con Jovetic, Correa y compañía. El portero de Costa Rica, que ha vivido en el alambre durante casi toda la temporada, parece haber dejado atrás las inseguridades y los fallos. En el tramo decisivo de la temporada, con el Madrid jugándose la Liga y la Champions a todo o nada, ha recuperado los reflejos y la colocación que había perdido.
La inseguridad, lamentaba, no era sólo física —se operó en junio del tendón de Aquiles, no pudo hacer la pretemporada y empezó más tarde que el resto de sus compañeros—, sino también mental. Le costaba medir los espacios antes de coger el balón y colocarse y le faltaba atrevimiento a la hora de tomar decisiones. En los momentos más complicados de la temporada llegaron incluso a sugerirle que buscara ayuda (psicológica) externa, pero prefirió tirar de su entorno. Se agarró a la fe, a su familia, se enrocó en sí mismo y se pegó a Lluis Llopis, el preparador de porteros del Madrid, para trabajar más.
Hace no mucho celebraba Navas lo bien que se encuentra ahora físicamente comparado con los últimos dos meses de competición (abril-mayo) de la temporada pasada, en los que se sometía a infiltraciones de corticoides para aguantar el dolor en el tendón del pie izquierdo.
La operación a la que se sometió en junio le hizo perderse toda la pretemporada (Navas regresó a finales de septiembre). Mientras sus compañeros empezaban la puesta a punto en Canadá a las órdenes de Antonio Pintus, el guardameta vivía encerrado en la sala de camillas de los fisioterapeutas. Terminó arrastrando esa falta de preparación durante toda la temporada. Partió desde una curva muy baja de su rendimiento, no se entrenaba como quería, regresó con molestias y con la ansiedad de querer estar. Intentó correr a la misma velocidad que si hubiera estado entrenándose desde el primer día en Montreal, pero fue imposible.
Así arrancó la liguilla de Champions: conviviendo con las dudas del resto y la confianza de los suyos. Además del apoyo de Llopis, en el vestuario Navas contó con el de Sergio Ramos, Marcelo y Luka Modric, y también con el de Zidane. El técnico le ha defendido públicamente una y otra vez. “Keylor siempre ha sido fundamental y lo será de aquí a final de temporada”, dijo el domingo tras destacar la actuación del guardameta contra el Sevilla. “En esos 15 minutos en los que hemos sufrido, ha impedido que nos marcaran”. Contra el Sevilla, en la primera vuelta, Navas cometió uno de esos errores de colocación del que se aprovechó Jovetic para marcar el 2-1 y poner fin a la racha de 40 partidos invicto del Madrid. “Si hicimos 40 partidos sin perder era por algo y si no me equivoco Keylor estaba de portero”, le defendió Zidane.
Fuera de sitio también le pilló Insigne en la ida de los octavos de Champions contra el Nápoles, y también Boateng el día que Las Palmas visitó el Bernabéu. Contra el Betis derribó fuera del área a Brasanac cuando trataba de despejar el balón y el árbitro le perdonó la roja, y en la segunda parte no agarró un disparo sin peligro de Sanabria que acabó metiéndose él mismo en la portería.
Autocrítica
Ese mismo día tuvo una intervención espectacular al final del partido. Sergio Ramos le dedicó el gol y Navas, al salir de la ducha, comunicó a uno de los responsables de prensa que quería salir en zona mixta. El guardameta ha hecho autocritica siempre que ha tenido errores. También la hizo en Dortmund, en su estreno en Champions, cuando reconoció que no había visto salir el balón y que el gol del Borussia había sido culpa suya y que trabajaría para mejorar.
Esa autocrítica y la capacidad que tiene para no venirse abajo son las características que más destacan de él en Valdebebas. Dicen que él lo vive como una “misión” y que en eso y en la religión reside su fuerza interior. Mae, así es como le llaman en el vestuario [palabra que se usa en Costa Rica y que sería como hermano o tío], no quiere ser menos que sus compañeros que han llegado al tramo decisivo de la temporada en su mejor momento.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.