El Celta no teme al equipo más rico del mundo

Una gran camiseta celeste preside la estatua del sireno, el hombre pez que vuela sobre la Puerta del Sol, la sala de estar de Vigo. Banderas de ese color cuelgan de ventanas y balcones, se exhiben con orgullo en los coches y en locales de hostelería y Dinoseto, el arbusto con forma de dinosaurio devenido en atracción turística se ha colgado de su largo cuello una bufanda del Celta. “Es el partido que todo el celtismo quiere ver”, diagnostica Eduardo Berizzo, el entrenador del equipo emblema de una ciudad, el que porta los colores del cielo, el nombre de una raza y oposita a su primera final continental a lo grande, con un desafío al equipo más rico del mundo, al Manchester United (21,05 horas. BeIn Sports). “No se sabe cuando nos veremos en otra igual”, describe el capitán Hugo Mallo. En la otra semifinal de la Europa League, disputada este miércoles, el Ajax superó al Lyon tras un maravilloso recital futbolístico (4-1) y tiene un pie en la final.

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La ilusión se mezcla con la reverencia, pero el respeto no llama al temor. Berizzo anuncia su intención de someter al rival, por más que se llame Manchester United, y atacarle de manera “sostenida”. Y quiere, sobre todo, llegar con opciones al partido de vuelta el próximo jueves en Old Trafford. El Celta ya se ha acostumbrado a buscar la gloria a domicilio. Tuvo que hacerlo, y fracasó, en la Copa del Rey en la semifinal ante el Alavés, pero conoció el éxito en las anteriores eliminatorias continentales ante Shakhtar, Krasnodar y Genk. Ante los tres concedió goles en Balaídos. “La idea es no encajar, pero todas esas veces no nos importó. Jugamos siempre de la misma manera fuera o en casa”, explica Hugo Mallo. “Jugar partidos especulativos nunca nos acomodó bien”, zanja su entrenador, que pasa de puntillas sobre la presencia y el influjo de Jose Mourinho en el partido: “Respeto al entrenador rival, pero ni jugamos ni tampoco ganamos partidos, ayudamos a ganar escogiendo a los mejores y eligiendo un plan”

No es la primera vez que Jose Mourinho acude a Galicia para disputar una semifinal de competición europea. Lo hizo en mayo de 2004 para frustrar con el Oporto el anhelo del Deportivo de ganar la Liga de Campeones. Entonces hizo bueno en Riazor el empate a cero del partido de ida. En A Coruña mucha gente vestía camisetas con alusiones a Gelsenkirchen, el escenario de aquella final que coronó al técnico luso. El día anterior a aquel partido había advertido a periodistas y seguidores gallegos en la sala de prensa: “Estáis muy creciditos”. Mourinho llega ahora a Vigo sin colgarse la etiqueta de favorito. Es prematuro hablar de una final, estamos al 50% de posibilidades”, sostiene. Pero durante los últimos días ha aludido en varias ocasiones a escenarios que tienen que ver con la presencia del Manchester United en Estocolmo. “Llegaríamos tras jugar tres partidos de liga la semana anterior, el último apenas tres días antes contra el Crystal Palace”. Y apunta que en ese caso es probable que llame a Nicky Butt, aquel industrioso y fenomenal mediocentro ahora al frente del segundo equipo del United, para que acuda con su equipo a cerrar el campeonato. “El calendario tan apretado es una consecuencia de nuestro éxito. Nos castigan por hacerlo bien”, deduce Mourinho, que acaricia además una idea en caso de victoria final en la Europa League. “Espero ganar también para que Ibrahimovic pueda ir a su estadio y subir con nuestro capitán a recoger el trofeo. Ganar esta competición sería un éxito total”, explica.

Antes deberá eliminar al Celta, que se declara en perfecto estado de revista. “Nuestros jugadores son jóvenes, pero ya pasan de los cien partidos en la elite. Han madurado a una velocidad increíble y eso les permite competir con seguridad”, detalla Berizzo, que apenas tiene en la enfermería a dos futbolistas, Rossi y Planas, dos habituales suplentes.

El Manchester United llegó a Vigo con 23 hombres, incluídos los centrales Phil Jones, Smalling y Eric Bailly, que hace 48 horas parecían descartados. Los dos primeros llevan casi mes y medio sin competir y Mourinho no quiso confirmar su alineación, pero sí explicó que el exzaguero de Espanyol y Villarreal podrá jugar. También se espera que no fallen Juan Mata, que ha acelerado la recuperación de su lesión en la ingle por la que fue operado hace 35 días, y Paul Pogba, que ha encadenano dos leves dolencias musculares y no estuvo en los dos últimos partidos ante Manchester City y Swansea. Forzará para saltar al césped de Balaídos, el mismo que Mourinho decidió no pisar antes del partido. Su equipo trabajó en sus instalaciones de Carrington por la mañana y tras el almuerzo emprendió viaje a Galicia para encerrarse en un hotel. Mientras tanto el entrenador luso partió hacia Balaídos en una furgoneta de lunas tintadas para cumplimentar el protocolo de la Uefa y hablar en rueda de prensa en una carpa provisional instalada al efecto. Por el camino, entre un fenomenal dispositivo de seguridad, señaló entre la multitud a un aficionado y pidió que le permitiesen acercarse a él para firmarle un autógrafo. Al guardaespaldas que le acompañaba no le hizo gracia, pero a cambio recibió una cariñosa caricia. Luego le preguntaron como se sentía al regresar a España. “Normal”, replicó antes de lanzar un guiño al público autóctono: “Los portugueses en Galicia nos sentimos como en casa”.