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El Baskonia resuelve la confusión turca

El técnico de Galatasaray abandonó varios minutos antes de que comenzase el partido por los gritos contrarios de la afición

Voigtmann lanza ante Micov.
Voigtmann lanza ante Micov.TOLGA BOZOGLU (EFE)

Lo normal era que el Baskonia, jugándose el factor cancha para los cuartos de final, ganase al Galatasaray que ya estaba eliminado. Y ganó. Y de paliza (80-103) sin sufrir ni un solo momento manejando la distancia como se maneja la plastilina. Lo anormal fue que el entrenador del conjunto turco Ergin Ataman abandonase su silla, segundos antes de que se iniciase el partido. ¿Un apretón? No lo parecía porque llevaba demasiada compañía (policía incluida). Corrían los minutos y no volvía. Ocurrió, al parecer, que la grada, tan volcánica siempre, gritaba contra él y pedía que su equipo perdiese para perjudicar al Fenerbahçe, su eterno rival. Ataman, tan volcánico como ellos, decidió marcharse y lo rescataron los directivos en el bar del pabellón rumiando su malestar, su disgusto, su cabreo. Volvió mediado el primer cuarto y se perdió los mejores y únicos buenos momentos de su equipo, cuando solo perdía por cinco puntos (11-16), entre pitos y abucheos e intervención de la seguridad en algunas zonas del graderío para evitar enfrentamientos fraternales.

Galatasaray, 80 - Baskonia, 103

Galatasaray: Guler (12), Schilb (6), Micov (8), Daye (11) y Pleiss (7) --cinco inicial--; Koksal (2), Tyus (14), Korkmaz (3), Schilb (6), Arar (-), Diebler (14), Preldzic (3) y Fitipaldo (-).

Baskonia: Larkin (11), Budinger (9), Hanga (11), Shengelia (-) y Voigtmann (15) --cinco inicial--; Laprovittola (2), Beaubois (8), Tillie (20), Blazic (3), Diop (18), Luz (6) y Sederskis (-).

Parciales: 21-27, 23-33, 22-20 y 14-23.

Árbitros: Jovcic (SRB), Boltauzer (SLO) y Peerandi (EST). Sin eliminados.

Abdi Ipekci Arena. 2.658 espectadores.

Todo era muy insólito: un entrenador que se va, y vuelve (obligado), una afición que reclama la derrota para disfrutar del (posible) mal ajeno, unos jugadores jugando sin saber a quien pitan y a quien animan... todo un sainete al que no sucumbió el Baskonia que ofreció su mejor versión en triples ante el equipo más triplista del campeonato y que solo concedió cinco minutos al rival para que ejerciera su fe. Luego lo condenó.

Para quien guste de los tanteadores abultados, del potosí de los triples, de los alle hop, el partido fue perfecto. El Baskonia los hizo de todos los colores y en todas las versiones. Precisos y limpios como los de Tillie, bombeados como los de Voigtmann, increíbles como los de Larkin, elegantes como los de Beaubois, artísticos como los de Hanga. Enfrente, el Galatasaray respondía, en menor medida, con Diebler, Daye, Micov o el incombustible Guler.

Pero el Baskonia defendía mejor y restaba eficacia a la habilidad de su oponente. Espléndido fue el partido de Diop, probablemente el jugador de la Euroliga que más ha progresado (y aún puede crecer en eficiencia, no en centímetros, que le sobran). El Galatasaray jugaba con un solo ojo, el que miraba a la canasta contraria. Por detrás, el silencio. Ni en individual ni en zona consiguió evitar errores de patio de colegio. Solo quería anotar como si no hubiera un mañana.

Y el Baskonia se fue y se fue y se fue hasta convertir el último cuarto en un divertimento, cumpliendo los deseos de la afición turca que eran los suyos: ganar y esperar el fallo del Fenerbahçe para aspirar a un cuádruple empate final que le pueda dar un lugar entre los cuatro primeros. Y todos tan contentos, menos Ataman que volvió por decencia más que por ganas.

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