El Barcelona respalda a Piqué
El vicepresidente primero del club azulgrana afirma que el defensa, que sostuvo que en el palco del Bernabéu se mueven los hilos del país, “no ha dicho ninguna mentira”
Bajo la bandera de la selección, Ramos y Piqué cada vez se compenetran mejor en el campo y en las gestiones derivadas de la capitanía. Han dejado de vigilarse con los celos con los que se vigilaban cuando eran más jóvenes. Han tenido hijos y han cambiado pañales. Ya no se toman tan en serio a sí mismos. Han perdido vergüenza. Descubren que coinciden en más cuestiones de lo que creían y se ríen juntos. El martes a la medianoche en París los líderes de las defensas del Madrid y el Barcelona oficiaron de sacerdotes de un contraste ceremonial. Lo inició Piqué, que dio por concluido el descansillo de la semana de selecciones con un ritual que avisa del desenlace inminente de la temporada futbolera y abre una crisis de tono político con una denuncia que señala a Florentino Pérez, el presidente del Madrid, como la cabeza visible de un club amparado de forma ilegítima por árbitros y jueces.
“Lo que no me gusta del Madrid”, explicó Piqué, “no son sus jugadores sino los valores que transmite. Ver las personalidades que hay en el palco y cómo mueven los hilos de este país. Es lo único que no me gusta. La señora [Marta Silva, abogada general del Estado y directora del servicio jurídico del Estado] que imputó a Messi y a Neymar [por fraude fiscal], y que hace un trato diferencial con Cristiano, se sienta al lado de Florentino Pérez en el palco y no pasa nada. Esto es este país”. Ayer, en un artículo en El Confidencial, Edmundo Bal, jefe penal de la Abogacía del Estado, eximió a Silva y asumió la responsabilidad de las acusaciones.
El Barça, a través de su vicepresidente primero, Jordi Cardoner —sin comunicado oficial—, respaldó ayer al central: “La verdad no tiene que abrir conflictos. Piqué ha expresado una opinión libre y lo ha dicho sin faltar a nadie. Lo ha dicho de una forma muy clara, y a veces la claridad puede ofender. Piqué no ha dicho ninguna mentira. Y el Barcelona siempre está a favor de la verdad”.
Dice Vicente del Bosque que el problema de algunos futbolistas es que sienten que ya no les basta con ser solo futbolistas. El venerable seleccionador que llevó a España a la conquista de la Copa del Mundo en 2010 vivió entre el ocaso de una era de códigos de discreción y el inicio de un periodo de desconcierto moral que coincide con la transformación del fútbol en un fenómeno transversal. El florecimiento de nuevas formas de propaganda, redes sociales, empresas de márketing digital, programas de telerrealidad o departamentos de comunicación cambiaron el modo en que los futbolistas se perciben a sí mismos.
Nunca los jugadores han sido más ricos ni se han sentido más vulnerables ante los medios. Algunos han experimentado la necesidad urgente de generar sus propios mensajes para conjurar los peligros que perciben. Ramos y Piqué son la hipérbole. Una diarquía tan influyente en la selección como capaz de representar comunidades enfrentadas.
El color de la camiseta fue el detonante. España regresó al lugar donde fue eliminada de la última Eurocopa. Y, otra vez, jugó con el uniforme de visitante: blanco en lugar de rojo. Blanco, el color del Madrid, motivo de excitación para Piqué y Ramos, que ya durante el partido comenzaron a carcajearse uno del otro. “¡Qué bien que te queda el blanco!”, le decía Ramos. Y Piqué se reía. Se rió sobre todo cuando vio que el árbitro, empleando el videoarbitraje, anuló un gol a Francia y concedió otro a España. Acabado el partido, repitió el mismo chiste que hizo a sus colegas madridistas un rato antes: “Al final todo se resume en ir vestido de blanco”.
Errores arbitrales
El comentario inflamó a los periodistas amontonados a su alrededor, de Madrid la mayoría. A Piqué le llovieron preguntas inquisitivas y el hombre no solo no dio un paso atrás sino que transmitió una radiante impresión de felicidad. Dijo que el fútbol, y en especial la Liga española, necesita el VAR porque los árbitros cometen demasiados errores. Señaló que el perjuicio que ocasionan esos errores es inversamente proporcional al tamaño de los clubes pero que el Madrid es el más beneficiado. Y aclaró que el origen de esa presunta prevaricación está en el palco del Bernabéu.
A Ramos solo le faltó soltar una carcajada cuando le pidieron que respondiera a su colega. “En todos los palcos se mueven hilos”, replicó. “Si alguien tiene que callarse ahora son los del Barcelona…”. Ramos señaló la escasa legitimidad del 6-1 al PSG. Piqué recordó que el Madrid ganó la última Champions “con un gol en fuera de juego de Ramos”.
Cruzadas las imputaciones, se prepara un clásico explosivo.
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