Primero, la Vuelta; después, el mundo
El equipo Manzana Postobón trabaja para llegar al WorldTour con los mejores jóvenes ciclistas colombianos
Hay dos palabras que repite Luis Fernando Saldarriaga, conocido como el Profe, que no se suelen escuchar habitualmente en el ambiente de los equipos ciclistas.
Una es proceso y el director colombiano e ideólogo del Manzana Postobón la utiliza para hablar del marco en el que deben progresar los ciclistas jóvenes con los que trabaja desde hace años; la otra es más complicada, heteroclínico (una curva entre puntos de equilibrio, en matemáticas), y con ella describe los altos y bajos (los dos pasos adelante, un paso atrás, que diría Lenin) que sufren y disfrutan los ciclistas durante el proceso.
“La curva en su progreso se produce por la necesidad de asimilar tantas cosas nuevas, tantos estímulos que les llegan en su formación lenta y completa”, explica Saldarriaga, quien considera que la invitación para disputar la Vuelta que le acaba de llegar es una etapa más en el proceso que conjuntamente con los ciclistas sigue el equipo en sí. “Nuestro objetivo es que los ciclistas crezcan con nosotros y hagan crecer al equipo y llegar al WorldTour en unos años, a lo más alto del ciclismo mundial”, dice Saldarriaga, quien no es ni fanfarrón ni ingenuo: por sus manos han pasado los protagonistas del boomdel ciclismo colombiano actual, los corredores que todos los equipos querrían tener consigo.
Hace una decena de años, Saldarriaga, con el apoyo del economista Ignacio Vélez y patrocinio del Gobierno colombiano, inició un primer proceso que transformó la imagen y la sustancia del ciclismo colombiano, decadente y provinciano, cerrado en sí mismo. El equipo que organizaron tenía tres divisas insólitas en la Colombia ciclista: ciencia, limpieza e internacionalidad. Se entrenaban con los métodos más modernos, organizaron un pasaporte biológico interno para demostrar que sin dopaje se podía ser grandes y entendieron que para progresar debían competir en Europa, donde las mejores carreras y los mejores ciclistas, donde sus chavales conocerían los abanicos, las etapas llanas interminables, el viento y el frío. “En Colombia apenas no hay carreras de nivel internacional que sirvan para progresar”, explica Saldarriaga. “Y comprobamos una cosa: nuestros corredores sufrían para quedar entre los 50 primeros en una carrera en Colombia, pero triunfaban en Europa; y viceversa: los de otros equipos que no ven el ciclismo como un proceso sino que exigen rendimiento inmediato arrasaban en Colombia se perdían en Europa”.
Aquellos corredores se llamaban Nairo Quintana, Sergio Henao, Esteban Chaves, Jarlinson Pantano, Darwin Atapuma... Con ellos no pudo seguir creciendo su equipo, el Colombia es Pasión, al que le faltaba poderío económico para mantenerlos. “Con el Manzana Postobón la historia será distinta”, promete El Profe, quien recomenzó a soñar en grande cuando consiguió que el grupo Ardila Lülle, uno los grandes conglomerados empresariales de América Latina, resucitara su compromiso con el ciclismo y años después de cerrar el Ryalcao Postobón fundara otro equipo, de color rosa ahora, como el color del refresco que embotellan y venden. En su tercer año de refundación, el nuevo Postobón ya está en la segunda división mundial dispuesto a exhibir a sus jóvenes talentos —Aguirre, Molano, Reyes, Osorio, todos ellos menores de 23 años...— en las mejores carreras. “Estos chavales vienen mejores que los anteriores porque ya tienen la referencia de Nairo y compañía. No son pioneros como ellos”, dice Saldarriaga, quien ha reforzado a los chavales con europeos sólidos, como el holandés Jetse Bol, que les guíen en Europa y los protejan. “Con ellos, Colombia tendrá al fin su primer equipo WorldTour en pocos años”. Al final de un proceso heteroclínico, claro.
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