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El Baskonia desafina ante el Panathinaikos

La cuarta plaza está más lejos tras la derrota ante el conjunto griego

Bouroussis entre Shengelia y Voigtmann.
Bouroussis entre Shengelia y Voigtmann.ADRIAN RUIZ DE HIERRO (EFE)

Con la clasificación en el bolsillo y el cansancio en el cuerpo, el Baskonia repitió el partido del martes ante el Brose, pero al revés. Lo que era acierto en Alemania, se convirtió en desafinación en Vitoria, lo que fue rebote resultó dislate, lo que fue ventaja (17 puntos en Alemania) se convirtió en precipicio en Vitoria, lo que fueron manos el martes se convirtieron en dedos de pianista el jueves. Enfrente, el Panathinaikos se limitó a ser quien es, una suma de talentos que a veces funciona y a veces no. Y funcionó, salvo en el último cuarto, cuando el Baskonia, dolido, enrabietado, picado incluso, le amenazó con desahuciarlo de un partido que tenía pagado desde el salto inicial. 63-72 ganó el equipo de Xavi Pascual que convirtió su felicidad suprema en tres cuartas partes del encuentro en un pequeño suplicio final sin valle de lágrimas.

Baskonia, 63 - Panathinaikos, 72

Baskonia: Larkin (7), Budinger (11), Hanga (13), Shengelia (6) y Voigtmann (12) --quinteto titular-- Laprovittola (5), Beaubois (-), Tillie (2), Blazic (-), Diop (7), Luz (-).

Panathinaikos: Calathes (8), Feldeine (8), Nichols (2), Gist (11) y Singleton (18) --quinteto inicial--; Bourousis (4), James (11), Pappas (4), Rivers (-) y Gabriel (6).

Parciales: 6-24, 15-13, 16-17 y 26-18.

Árbitros: Paternico (ITA), Mantyla (FIN) y Obrknezevic (SRB). Sin eliminados.

Fernando Buesa Arena. 12.239 espectadores.

Con los dos equipos clasificados, estaba en juego el factor cancha, o sea, estar entre los cuatro primeros con el permiso del Fenerbahce. Nada más y nada menos. Y el Baskonia se quedó esperando el ascensor equivocado. Pascual sabía que anular a Larkin era acabar con la canana anotadora del Baskonia y le planteó una zona 4-1, con especial insistencia en anular al americano, ya fuera con Calathes, ya con el ex baskonista James, ya con Pappas.

Sito Alonso no tuvo más alternativa que cambiar de jugador, pero ni Beaubois (un semáforo en ámbar) ni Rafa Luz, inconsistente, ni Laprovittola, muy fallón y confuso, consiguieron alterar al Panathinaikos. Baste decir que el Baskonia anotó seis untos en el primer cuarto para entender que no era el día de su cumpleaños. A cambio, Calathes gobernaba un país próspero y Singleton era un francotirador sin mal de manos. Con poco más que eso, el equipo griego rompió el partido, llevó al Baskonia al precipicio y lo despeñó aunque en su caída se agarrase a la rama del último cuarto para suponer que se salvaba el bueno del pabellón, no en la película.

El armario del Panathinaikos es más profundo, su variedad más sabrosa y tiene en Calathes el jugador perfecto para actuar en el gobierno de coalición con Mike James, figura en el Baskonia, ayudante en Grecia. Bouroussis, otro ex, fue más un vestigio que una realidad. Pero el Baskonia no pudo con Singleton, ni con Gabriel, que tiene el don de la oportunidad para fastidiar al prójimo, ni con Gist, cuando el equipo le necesitó.

La lucha por la cuarta plaza que te da la cancha y un viaje menos llegado el caso,quedó un poco más lejos tras la derrota en un partido escaso, de tanteador rácano, de músculo relajado, a la espera de acontecimientos.

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