La inversión del fútbol chino en extranjeros se multiplica por nueve desde 2012
El gasto de los clubes de la Súper Liga se dispara gracias al impulso del Gobierno y al mercado inmobiliario
Durante unas horas a finales del pasado febrero, Wayne Rooney pareció estar a punto de desbancar al argentino Carlos Tévez como futbolista mejor pagado del mundo. Los rumores, que hablaban de un salario de un millón de dólares a la semana, le situaban en la Súper Liga china, donde también juega Tévez, para el Shanghai Shenhua. Finalmente, Rooney desmintió las especulaciones y confirmó que se quedaba el Old Trafford. El exjugador de Boca Juniors, de 32 años, pudo respirar tranquilo: su puesto en el ránking estaba a salvo: 40 millones de dólares por cada una de las dos temporadas por las que fichó.
La anécdota ilustra un fenómeno que no ha hecho más que acentuarse durante los últimos años: el fichaje de jugadores extranjeros a golpe de talonario por parte de los clubes chinos. Tal es el desenfreno comprador que se ha desatado entre los equipos que el Gobierno ha tenido que intervenir poniendo límites al número de futbolistas internacionales que pueden jugar en cada club: de cuatro ha bajado a tres.
Según los datos del Sistema de Gestión de Traspasos internacionales de la FIFA, China ha multiplicado por nueve el dinero invertido en futbolistas de otros países desde 2012. Ese año, los clubes del gigante asiático desembolsaron 51 millones de dólares. En 2016, el país se colocaba en el sexto lugar de los que más gastaron, con 451.
La FIFA señala que una cuarta parte de los 101 millones de dólares que China dedicó a la compra de jugadores extranjeros en 2014 los desembolsó el Guangzhou Evergrande. En 2015, el club aumentó su inversión en talento foráneo hasta los 50 millones, más del doble que cualquier otro equipo de la Súper Liga. Las inyecciones del grupo inmobiliario Evergrande, propietario del club desde 2010, explican su capacidad de compra: en China, la burbuja del ladrillo sigue proporcionando grandes beneficios a las constructoras. Eso se suma al empeño del Gobierno en potenciar el fútbol y clasificar a su selección para un Mundial, como ya hizo en 2002, el único en el que ha participado (tres derrotas, nueve goles en contra y ninguno a favor).
Sin embargo, China está todavía muy lejos de otras potencias como Inglaterra, que entre 2012 y 2016 gastó 5.319 millones de dólares. Le siguen España, que pagó 2.309, e Italia, 2.039.
Portugal marca otra tendencia. Desde 2012, ha vendido siempre más caro de lo que ha comprado, y sus clubes han acumulado un superávit global de 1.244 millones de dólares en los últimos cinco años. De hecho, la propia FIFA apunta que la estrategia de los equipos lusos es traer a jugadores jóvenes de otros países para hacer negocio con ellos. Brasil funciona de forma similar: entre 2012 y 2016 (excluido el año 2015, para el que la FIFA no ofrece datos en su informe correspondiente a ese año) ha ganado 669 millones de dólares.
También España está entre los países que logran beneficiarse de la compraventa de futbolistas: entre 2012 y 2016, ingresó 61 millones más de los que había gastado en la adquisición de jugadores. Durante esos años, se produjeron ventas como las de Ángel Di María del Real Madrid al Manchester United por 75 millones de euros y Radamel Falcao del Atlético al Mónaco por 60, aunque también hubo fichajes galácticos, como el de Gareth Bale por el Madrid por 101 millones de euros al Tottenham. Las cifras de la FIFA reflejan que entre 2012 y 2016 los equipos españoles dejaron marchar a 447 jugadores más de los que ficharon. Solo Francia, con 547, supera esta estadística.
Comisiones de los agentes
En el otro extremo, Inglaterra sufre una sangría desde el punto de vista financiero: en los últimos cinco años ha invertido 3.419 millones de dólares más de los que ha recibido por vender futbolistas. A bastante distancia le siguen China (699) y Alemania (560).
En 2012, los clubes desembolsaron 2.900 millones de dólares para reforzar sus plantillas fuera de sus fronteras. Cinco años más tarde, esa cantidad rozaba los 5.000 (una subida del 65%). Con tanto dinero en juego, los equipos quieren cada vez más garantías de que el dinero que invierten va a producir los resultados deseados. Esta necesidad de curarse en salud está detrás del despegue de las llamadas conditional fees o cláusulas condicionadas, que contemplan que una parte del precio del jugador traspasado solo se paga si el futbolista cumple una serie de objetivos, como por ejemplo, jugar una serie de partidos, o lograr la clasificación del club para una determinada competición.
Mientras, las comisiones que cobran los intermediarios de los clubes por este tipo de operaciones casi se han triplicado en seis años: de los 131 millones de dólares que recibieron en 2011, a los 368 del año pasado.
Un indicador de la fuerza que cada año gana el fútbol femenino es el hecho de que el porcentaje de niñas fichadas por clubes de otro país se ha cuadriplicado desde 2012, pasando de ser el 2% del total de traspasos internacionales de menores de edad (40 jugadoras), a suponer el 8% (212).
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