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Adel Mechaal, oro en los 3.000m del Europeo de Belgrado

Tras la plata de Beitia en salto, ayer, el atleta español logra el primer triunfo en la cita bajo techo

Carlos Arribas
Mechaal, durante la prueba de los 3.000m.
Mechaal, durante la prueba de los 3.000m.MARKO DJURICA (REUTERS)
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Adel Mechaal besa la bandera de España que le ofrece un responsable de la federación española y proclama: “Soy un atleta limpio”. El atleta catalán, nacido en El Jebha (Puerto Capaz cuando Marruecos era colonia, en el Rif) en 1990, acaba de ganar los 3.000m, el primer oro individual de su carrera, y se siente reivindicado. “Le dije a la agencia antidopaje: iré a Madrid para que me cosáis a controles. Y si corro menos que antes, quedaré retratado. Si corro más o lo mismo, estabais equivocados”. Es la primera victoria española en los Europeos de Belgrado, los del nuevo atletismo. También este domingo Jorge Ureña se hizo con la plata en heptatlón, la cuarta y definitiva medalla de España.

Mechaal corre bajo fianza y perseguido por la duda desde la víspera de los Juegos, cuando antidopaje le abrió expediente por no estar en tres controles fuera de competición donde dijo que iba a estar, y la situación le duele. En diciembre fue sancionado dos años, pero recurrió al Tribunal Arbitral del Deporte, que le concedió una suspensión cautelar de la sanción. Si cuando se juzgue su caso, se le sanciona, Mechaal perderá un oro que le hizo llorar de emoción. “Todo el atletismo español duda de mí”, dice, “pero quiero agradecer a España porque en este mundo de fronteras, muros y barreras nos abrió la puerta a mi familia y a mí y nos dio la oportunidad de una vida mejor. Por eso quería lograr que sonara el himno español, para agradecerlo desde lo más alto del podio”.

Lo dice como un cañón que no se puede parar, las palabras se atropellan al salir de su boca, pero el mensaje llega claro y nítido. Mechaal, más que ningún atleta del nuevo atletismo español, es hijo directo de Barcelona 92. Cuando no era más que un bebé recién nacido, su padre emigró a Cataluña para trabajar en las obras de construcción de las instalaciones olímpicas. Trabajó Mechaal en Palamós y allí se hizo atleta antes de acabar en Madrid, en la residencia Blume, para evitar tanto los equívocos sobre su españolidad (en una entrevista, hace un par de años, se declaró independentista catalán) como con su compromiso con el atletismo limpio.

Allí se entrena con Antonio Serrano, que le ha mejorado. Ganó una carrera lenta (8m 0,6s, su tiempo) con seguridad y dominio absoluto. Atacó con fuerza a falta de 600m y ni el noruego Henri Ingebrigtsen, segundo, ni el alemán Richard Ringer, pudieron hacer otra cosa que resoplar a su espalda. “El sábado por la noche, Ramón Cid, el jefe, me preguntó cómo estaba”, cuenta Mechaal, feliz con los ojos empañados. “Si la carrera es rápida, me veo campeón’, le respondí. ‘Y si va lenta, también me veo campeón”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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