Gameiro destroza El Molinón y el Atlético de Madrid golea al Sporting
El francés logra un triplete en los útimos 10 minutos y castiga a los locales, que compitieron bien y se llevaron un castigo excesivo
Una lluvia fina eterna, un tapete rápido, un graderío en ebullición constante ante el empuje obligado de los suyos, juego de mucha fricción y mucha segunda jugada y un sinfín de ataques directos y saques de esquina. De ese partido mañanero tan norteño escapó el Atlético gracias a 10 minutos magistrales y templados de Kevin Gameiro. Lejos de ese delantero que trabaja, pero al que le faltaba sutileza en la definición, esta vez ejecutó con la gran virtud de todo goleador: la templanza. Los tres goles le añaden calidad competitiva a su puja con Torres por el puesto de nueve. Enseñó el francés velocidad y definición, las dos cualidades que tasaron su traspaso en 35 millones de euros. El 1-4 fue un castigo excesivo para el Sporting.
Hubo fútbol directo desde el inicio, con más metal que finura en el pase. Con el inevitable foco de Traoré se jugó gran parte de la agitada primera mitad. Un faro para alimentar las prolongaciones o las segundas jugadas sobre la división acechante que jugaba a su espalda: Burgui a la izquierda. Moi Gómez por el medio y el descomprimido Douglas Costa a la derecha, muy activo en los primeros minutos. Tuvo mucho de baloncesto el combate entre Traoré y los centrales del Atlético, en especial con Lucas. Sobre la zona de este se venció más el marfileño. Quizá buscaba al más inexperto y se encontró con esas hechuras sólidas del canterano. De ese combate cuerpo a cuerpo, unas veces salió ganador uno y otras, otro, casi siempre previa guerra de manos, codos y espaldas para ganarse la posición.
Pronto percibió el Atlético que le esperaba uno de esos partidos de rompe y rasga. Se vio metido en su campo a partir del cuarto de hora. No se vio cómodo en ese clase de juego que tanto le ha dado en tantas ocasiones. Respondió a ese acoso inicial el equipo de Simeone con un disparo cruzado de Griezmann tras hacer crujir una finta la cintura de Amorebieta; el balón rozó el palo izquierdo de Cuéllar. Al poco Correa, que es una ratilla para rebañar las segundas jugadas, tuvo otro disparo. Ya no hubo muchas noticias del habilidoso argentino, muy desconectado con ese fútbol fricción, igual que Carrasco, Torres y Griezmann.
Agarrado a Traoré, con el burbujeo de Douglas y Burgui, el Sporting contInuó con su arremetida. Le dio para que el gigantón rematara ajustado un centro raso de Moi Rodríguez y ejecutar unos cuantos saques de esquina que contribuyeron a generar ese ambiente de enardecido inglés que asistió a las tablas en el primer acto.
Que el fútbol puede ser muy traicionero, lo comprobaron Rubí y su cuerpo técnico, por mucho que se preparare todo al detalle, o que sus jugadores hagan sobre el campo un calentamiento dirigido por el preparador físico instantes antes de la reanudación. Griezmann puso la pelota en juego para Gabi, este sacó un pase largo que peinó Torres y Carrasco, previo despeje de Cuéllar en el mano a mano, remachó su propio remate. Un mazazo en 10 segundos del que se recuperó pronto el equipo de Rubi. Burgui sacó su clase a los tres minutos para poner una rosca pasada que cazó Sergio para sacar un duro derechazo.
Se derrumbó el Atlético con ese empate tan rápido y el partido ya fue del Sporting hasta esos 10 minutos finales en los que fue liquidado por Gameiro, que había entrado por Correa a la vez que Saúl lo había hecho por Torres. Ese primer gol del francés, que sesgó de raíz el rugir del Molinón, fue una jugada elaborada, trenzada por Filipe, Koke y Griezmann, que se sacó un pase filtrado maravilloso para dejar solo a Gameiro. Esta vez tuvo la calma suficiente para encarar a Cuellar y marcar a puerta vacía. Demasiado castigo para el Sporting, que había competido bien. Ahí se desvaneció y sucumbió a otras dos carreras de Gameiro, que volvió a lucir aplomo cruzándole otras dos veces la pelota a Cuéllar al rincón.
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