El laberinto del fútbol juvenil argentino

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Chófer de sueños, un autocar esperaba, cada mañana de lunes a miércoles a los chavales de las divisiones inferiores de la selección argentina en la puerta de la Sede de la AFA en Buenos Aires. Allí se encontraban los juveniles para que los llevaran al predio de Ezeiza, donde aguardaba José Pekerman para comenzar los entrenamientos. El ciclo del actual entrenador de Colombia al mando de la cantera Argentina comenzó en 1994 y finalizó en 2007 con Hugo Tocalli, su mano derecha. El legado: cinco mundiales y tres sudamericanos en la categoría sub-20. Y aunque el éxito en las juveniles no se tradujo en la etapa de Pasarella, Bielsa o el mismo Pekerman en la selección mayor, las últimas hornadas, las que levantaron el Mundial de Holanda (2005) y Canadá (2007), son la base de la actual Albiceleste, finalista en los últimos tres torneos que jugó. Después de Pekerman, silencio en las vitrinas. Más pendientes del dinero que de la formación, y sin organización en la AFA, el fútbol base de Argentina va de chasco en chasco. La milagrosa clasificación de la sub-20 de Claudio Úbeda al Mundial de Corea en el sudamericano de Ecuador no maquilla el retroceso. En 2016, la sub-23 en  fue eliminada en la primera ronda de los Juegos de Río en un grupo compartido con Argelia, Honduras y Portugal.

“Veo un apuro muy grande por ganar y por salir primero. Me parece una barbaridad. Los técnicos piensan en cómo ganar, en lugar de pensar en cómo formar”, asegura Tocalli; “la primera vez que hablé con Pekerman, me dijo: ‘Hugo, en la sub-17 no nos hagamos problema por ganar algo, solo hay que conocer a la mayor cantidad de jugadores y elegir los que tengan futuro de selección mayor”.

“¿Qué es ganar?”, se pregunta Julian Genoud, un exGoogle y Real Madrid, magíster en dirección de divisiones inferiores. “Ese es nuestro talón de Aquiles. Ganar no es solo ganar un Mundial. Pekerman y Tocalli ganaron, claro, pero porque en la Copa del Mundo de 2006 de Alemania, un 70% del plantel argentino había jugado un Mundial o un Sudamericano sub-20”. Hace menos de un año, Genoud presentó un plan de formación de jugadores para el fútbol argentino. Nunca recibió una respuesta. Tampoco lo otros 43 planes que llegaron a la sede de la AFA. El elegido para dirigir a la sub 20 fue Úbeda, que no había presentado ningún proyecto.

"Ganar no es solo ganar un Mundial. Pekerman y Tocalli ganaron porque en la Copa del Mundo de 2006 de Alemania, un 70% del plantel argentino había jugado un Mundial o un Sudamericano sub-20”

Huérfana de liderazgo desde la muerte del casi vitalicio presidente Julio Grondona, la AFA está en llamas. Y, mientras los dirigentes de los clubes se pelean por coger el poder, las juveniles andan a la deriva. “No se puede culpar a Úbeda, ni a nadie, porque es muy poco el tiempo de trabajo”, argumenta Tocalli. Tiene razón, porque Úbeda trabaja con un plantel hace menos de dos meses y el equipo había estado sin juntarse durante más de diez. “Antes una plantilla llegaba a un Mundial con 3.000 entrenamientos juntos, hoy no juegan ni cinco amistosos”, explica un excolaborador de Bielsa. “No hay un trabajo cronológico. Piden a jugadores para la selección mayor que no jugaron ni 10 partidos entre la sub-17 y la sub-20. Nosotros subimos a Mascherano a la mayor con 80 partidos en su espalda”, completa.

Brindisi: "Los niños ya no entienden el fútbol como un juego, lo viven como una profesión. Se quieren salvar económicamente y jugar en Europa".

Al desgobierno en la AFA se suman otros dos inconvenientes: los clubes no prestan a los futbolistas para las selecciones juveniles y los jugadores no piensan en Ezeiza, miran a Europa. “Existe un problema cultural en el fútbol. Hoy un chico de 10 años tiene un representante que le regala un teléfono a él y un coche a su padre. Los niños ya no entienden el fútbol como un juego, lo viven como una profesión. Se quieren salvar económicamente y jugar en Europa. Eso no puede ser. Maradona se desesperaba por jugar a la pelota. Messi, también. No se puede perder el espíritu amateur, esa es la esencia de las juveniles”, explica Miguel Ángel Brindisi, que también había presentado un proyecto en la AFA.

El director académico de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA) y Coordinador General de las divisiones inferiores de Argentinos Juniors, Enrique Borrelli, otro al que le tiraron su plan a la basura, reflexiona. “Trabajo muchísimo en la ATFA para que los entrenadores no le tengan miedo a la pérdida del contrato. Cuando tememos a que un dirigente nos despida por no haber ganado tres partidos, empezamos a ser malos formadores”, cuenta. “Es importante el rol del coordinador general, que ahora no tenemos. Debe haber una coherencia con lo que haces desde la categoría infantil de un equipo. Si vos elegís entrenadores separados, con diferentes criterios, es complicado”, advierte. La última vez que existió una coherencia entre el coordinador de las selecciones juveniles y la mayor fue con el binomio Bielsa-Pekerman, hace una década.

Borrelli considera que el principal problema es la falta de dinero, porque en otros aspectos Argentina compite palmo a palmo con otros países. “Tenemos una de las competencias más importantes a nivel juvenil e infantil. Cada club presenta 11 categorías oficiales todos los fines de semana. Lo que nos falta es dinero. Nada más. Está a la vista: en Inglaterra, en España y en toda Latinoamérica hay grandes entrenadores argentinos. Si la AFA no distribuye el dinero, y se lo devuelve a los clubes, que son los que hacen el trabajo deportivo, social y de salud, los chicos seguirán teniendo carencias”, completa el coordinador de Argentinos, uno de los clubes más identificados con un estilo de juego inmune a las urgencias resultadistas. “Talento siempre vamos a tener, lo que nos falta es organización. Ya no se le gana con la camiseta a nadie”, remata Brindisi. Sin un jefe en la AFA y con chavales pensando en salvarse, las juveniles argentinas se pierden en un laberinto.