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Enrique Martín: “El fútbol está perdiendo el arraigo”

El extécnico de Osasuna, pretendido por el Real Madrid durante su etapa como jugador, salvó dos veces al club navarro de un fatal destino. Su despido subrayó la vertiente más cruda de los tiempos modernos

Alejandro Ciriza
Martín Monreal, durante el Athletic-Osasuna del pasado mes de octubre.
Martín Monreal, durante el Athletic-Osasuna del pasado mes de octubre.J. M. S. Arce (Getty)

Muchos lo recordarán como ese técnico que interrumpió una jugada en una banda de Leganés, metiendo la pierna y haciendo como que la cosa no iba con él, pero por encima de todo Enrique Martín Monreal (Pamplona, 60 años) es un hombre de fútbol y un interlocutor auténtico. Hace dos años, su amor por Osasuna casi le cuesta la vida por una angina de pecho. Días después estaba de nuevo en el banquillo, evitando por segunda vez un descenso que hubiera supuesto la desaparición de la entidad, y la campaña pasada logró ascender al equipo navarro con una pandilla de canteranos.

Este curso, la directiva le recompensó esperpénticamente, con un despido frío y fulminante, vía telefónica, cuando solo habían transcurrido 11 jornadas y Osasuna había sumado la única victoria que figura en su casillero. Hoy día, aunque no haya vuelto a pisar El Sadar ni a ver un partido de los rojillos ("solo los goles de los resúmenes"), contempla todo desde la barrera, redescubriendo el fútbol con un viaje tras otro. Esta noche, su Osasuna, colista del campeonato, recibe en El Sadar (20.45, Movistar+ Partidazo) al Real Madrid.

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Pregunta. Si le menciono el concepto de fútbol moderno, ¿qué le viene a la cabeza?

Respuesta. Pues que todo está tan mercantilizado… Hay muchísimo dinero alrededor y en unos pocos años veremos una liga europea, eso seguro. Es lo que interesa. No sé cómo quedaremos el resto, pero lo cierto es que el romanticismo que existía se ha ido evaporando. Lo ideal sería que hubiese un equilibrio, pero eso es imposible ahora, así que tiene mucho mérito sobrevivir en este mundillo siendo un club como el que somos, con un club que es nuestro, de su gente.

P. Osasuna es uno de los pocos clubes que no es una sociedad anónima. ¿Se imagina que el club deje de pertenecer a sus aficionados y caiga en el futuro en manos de algún inversor extranjero?

R. No lo sé, quién sabe. También tengo claro que hay que evolucionar y que la vida te va llevando de un lado a otro. Hace 20 o 30 años todo era distinto. Ahora todo es marketing, publicidad, ingresos... A mí no me sorprendería que algún día Osasuna acabe convirtiéndose en una sociedad anónima. En ese sentido quizá yo soy muy romántico, pero... Para eso, aquí en Navarra tal vez seamos un poco diferentes, pero quizá no debemos obcecarnos con que esto sea así siempre. Somos muy nuestros en ese sentido y seguro que costaría salir de una dinámica como la de ahora.

P. En Pamplona jamás se comprendieron las formas de su despido y que el mismo director deportivo que apostó por usted esté ahora en el banquillo. ¿Tiene alguna lógica?

R. Hay un topicazo que dice que cuando los directivos tienen que echar a alguien se apoyan en eso de: el fútbol es así. Yo no pienso que el fútbol sea así, sino que lo hacemos así. Al final es una justificación barata de gente que no tiene la naturalidad que hay que tener, que no puede, no quiere o no se atreve a afrontar la realidad. Es lo que percibo y no lo digo solo por Osasuna, sino por el fútbol en general.

P. ¿Por qué su método era válido de inicio y de repente ya no valía?

R. Yo particularmente siento que Osasuna debe tener un modelo muy concreto. Siempre he pensado que este club es mucho más que un club, porque aquí existe un sentimiento de pertenencia muy grande, mucha identificación. No estaba previsto el competir para ascender, con lo cual la plantilla en Segunda era ya para lo que era, que era para mantener la categoría, pero al final los chicos compitieron muy bien y fueron superando dificultades. El problema es que existía un planteamiento muy definido, pero en el kilómetro cinco se cambió de opinión y a partir de ahí, todo evolucionó de forma diferente. Hasta ahí puedo leer yo. Se partió con una idea y después se tomó otro camino. Las cosas son así.

Solo te acuerdas del sentimiento y la historia cuando las cosas están realmente jodidas

P. Los nuevos códigos del fútbol están desnaturalizando a los clubes, ¿no es así?

R. Se ha ido perdiendo arraigo de forma paulatina. El dinero es el culpable de muchas cosas. Al final te envuelve y te olvidas de todo. Solo te acuerdas del sentimiento y de la historia cuando las cosas se ponen realmente jodidas. Al final, en este club siempre hemos sido los de casa los que hemos tenido que partirnos la cara para salir adelante. Lo fundamental es la filosofía que tengas y defenderla hasta el final. Ahí están los ejemplos del Athletic, la Real o el Eibar, cada uno con sus connotaciones. Independientemente de la categoría en la que estés, debes respetar tu idea e ir con ella hasta el final.

P. En su caso, cayó con el ideario intacto.

R. Hoy soy mejor entrenador que ayer. Mi experiencia el año pasado fue apasionante, porque puse en práctica una línea de gestión del grupo diferente, con las herramientas del coaching. Fue brutal. Puse en práctica una dinámica diferente, porque no me he quedado anclado. Fue el primer año que la probé y ascendimos a Primera División. Hubo partidos en los que jugaron dos o tres juveniles. Todo esto desde el convencimiento. Hoy día disfrutamos de Primera gracias a todo esto. Mi crecimiento personal ha sido muy grande y yo me he quedado muy a gusto. Ya me puedo morir tranquilo, aunque creo que aún me queda bastante recorrido…

P. ¿Pero no le queda una sensación de impotencia y de poco tacto?

R. Cuando pasan cosas como las que he vivido yo con mi afición piensas: ¡Y qué más me da que me hayan echado! Al final yo me voy a quedar con todos esos momentos, con todo lo que nos quiere y me quiere la gente. Ni queriendo hubiese salido de Osasuna como he salido. Lo normal es que los entrenadores se vayan a palos; no ganas y al final te silban y te echan, pero en este caso no ha habido ningún reproche. Yo he tenido que luchar mucho. Me criticaban mucho que jugase con el 5-3-2, pero gracias a esa propuesta están disfrutando de la Primera División. Me siento muy satisfecho porque al final, olé, es el triunfo de una idea, de la convicción. Fue una apuesta y me dije: por mis santas narices que vamos a subir con este sistema. Me queda esa gran satisfacción.

Estoy plenamente convencido de que yo hubiera triunfado como extremo del Real Madrid

P. Más allá de la rescisión del contrato, una llamada telefónica no parece la vía más elegante para comunicarle su despido a un hombre que lo ha dado todo por Osasuna, ¿no?

R. Son decisiones que toman los clubes… A mí me gustan los toros, pero cuando voy a la plaza en los Sanfermines me como mi bocata, me echo mis traguitos y estoy calladito. Hay gente que hace una serie de observaciones al torero y yo me digo: ¡joé, qué atrevimiento! Yo digo: ¡Coge la capa, salta al ruedo y enfréntate al toro! La sensación que queda en este trayecto es que este toro hay que lidiarlo en la arena, no desde la barrera. Luego vino Joaquín [Caparrós], tenía otra idea y no caló, por lo que fuera… Cada uno que opine lo que quiera. El equipo compite y no tengo nada más que decir. Yo solo miro hacia adelante.

Martín Monreal, durante un Osasuna-Alavés en El Sadar.
Martín Monreal, durante un Osasuna-Alavés en El Sadar.J. DIGES (EFE)

P. ¿Y ahora cómo se puede reconducir Osasuna?

R. Lo importante es el modelo, independientemente de la categoría en la que estés. Mi idea es que a la base de aquí se le aporte algún ingrediente de fuera para que mientras se pueda sostener el crecimiento de los que vienen de abajo. Esa ha sido siempre mi apuesta. Nuestra filosofía debería ser esa, como la del Athletic, la Real o el Eibar, al que desde hace años se la ha tachado injustamente de jugar al pelotazo, y no es así. Yo he ido allí con el Leganés y Xabi Alonso jugaba de mediocentro. A la gente le habían metido esa idea en la cabeza y no era cierta. Yo me quedaba alucinado. El jugar de forma vertical no significa que no juegues al fútbol. Aunque estuviera en Segunda B, Segunda o ahora en Primera, siempre ha mantenido el mismo concepto.

P. En este futbol de hoy día, ¿hasta cuándo puede perdurar una filosofía como la del Athletic?

R. Ese modelo no se va a acabar nunca. Hay un convencimiento tan brutal de su sociedad, del aficionado e incluso del futbolista, que es imposible que eso se agote. Yo creo que un jugador del Athletic rendiría a menor nivel fuera. Los jugadores del Athletic tienen un plus motivacional. El año pasado, lo que sucedió con nuestro equipo fue un chute emocional terrible a nivel provincial. Y no solo para la gente adulta, sino sobre todo para los niños. Entró el sentimiento osasunista hasta lo más hondo. No debemos perder eso, sino que debemos alimentarlo. Creo que hay una serie de ingredientes para alimentar eso. Yo tengo los míos, pero igual hay quienes entienden que no son los aconsejables… Pasará lo que tenga que pasar, pero al final volveremos a esta idea, seguro.

Es maravilloso ver a Neymar. Ya no hay jugadores valientes que buscan y encaran

P. Usted pudo haber jugado en el Real Madrid, pero siguió ligado toda la vida a Osasuna. Eso sería impensable actualmente, ¿no?

R. El primer equipo que se interesó por mí fue el Athletic de Clemente, pero el Madrid pagaba 100 millones de pesetas y daba hasta tres jugadores. La historia es que en aquella época el club estaba económicamente bien y existía el derecho de retención. Te aplicaban un 10% más de lo que ganabas y te amarraban. Sucedió así y es la espinita que a uno le queda, porque no todo el mundo tiene la posibilidad de vivir una experiencia así. Fue una pena, porque estoy plenamente convencido de que hubiera triunfado en el Madrid, sin duda. Tenía las condiciones. Jugaba por los dos costados, me gustaba encarar y llegar a la línea de fondo para poner balones. Así fabricamos un montón de goles entre Patxi Iriguíbel, Echeverría y yo.

P. Usted era un 11 de raza. ¿Por qué se está extinguiendo la figura del extremo?

R. Ahora hay muy pocos jugadores que encaran. Hay excesivos ejercicios de control y pase, así que cuando ves a Neymar que viene, que recibe, que busca y dribla al lateral... ¡buah!, es lo más maravilloso que existe. Yo me identifico con eso, porque era delantero y los delanteros pensamos así, pero se ha perdido. Ya no quedan muchos valientes. Todo es muy previsible, muy encorsetado. El tema de la dichosa posesión... Lo bonito del fútbol está en eso, en el regate, la finta, el uno contra uno.

P. Para concluir. ¿Cómo le dio por aplicar eso del coaching?

R. Es una forma de vivir. No es coger un libro y trasladarle al jugador el conocimiento, no. Se trata de proyectar tu pasión y de interpretar las circunstancias de otra manera, porque todo está en la mente. Son herramientas para motivar a la gente joven y a todo tipo de personas. Se ofrecen una serie de parámetros para que la persona de lo mejor de sí, porque aunque no lo creamos, somo mucho más válidos de lo que pensamos todos. Cada uno con sus condiciones, pero repito, muy válidos. A mis jugadores les pido que no piensen demasiado, porque no es bueno. Les digo que no hagan caso de lo que dicen los periódicos, que vayan siempre con la cabeza bien alta.

P. Y funcionó, vaya que si funcionó.

R. Fue increíble. Conseguí empatizar igualmente con Otegui, un chaval de 16 años con las hormonas a mil revoluciones, que con Nino, un hombre de 35 y con dos hijos. El fútbol es emoción al fin y al cabo, y hoy día es tan esencial saber de táctica y pizarra como gestionar el bloque humano.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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