La enésima prueba de fuego de Coentrão

A su llegada al Madrid en la temporada 2011-2012 previo pago de 30 millones de euros al Benfica, Fabio Coentrão (Portugal, 28 años) lucía el look habitual de las estrellas del momento. Llevaba el pelo teñido de rubio platino y escondía sus ojos detrás de unas Ray-Ban Aviator con los cristales ahumados. Su tez morena y cuerpo estilizado afianzaban una estampa que transmitía enorme autoestima. Hoy, casi seis años después, el portugués mantiene el juego de colores en su cabellera, algo más discreta, pero las gafas han quedado guardadas en el cajón junto con el aura cuasidivina. La lesión en el bíceps femoral de Marcelo ante el Málaga que mantendrá al brasileño apartado del equipo al menos un mes, sitúa a Coentrão ante un escenario en el que no se mueve con asiduidad desde aquella fulgurante llegada. Un regreso que se produce nada menos que en la vuelta de cuartos de Copa ante el Celta (21.15, GolT) y que, de no remontar el 1-2 de la ida, podría suponer la primera mancha en el currículo de Zidane, invicto hasta el momento en todas las eliminatorias a las que se ha enfrentado. Balaídos es el primer gran obstáculo en el objetivo heroico del sextete.

José Mourinho, su principal valedor y con el que comparte representante, defendió la llegada de Coentrão amparándose en su “polivalencia”. Llegó a emplearlo en cuatro posiciones distintas —como lateral izquierdo y derecho, extremo y mediocentro— e incluso lo sitúo un escalón por delante de Marcelo. Durante las dos temporadas en las que Mourinho dirigió en el Madrid, Coentrão disputó 63 de los 119 partidos oficiales, 2.222 minutos la primera campaña y 2.442 la segunda, y solo se perdió ocho enfrentamientos por lesión. Únicamente observó 13 partidos desde el banquillo. Buen amigo de Cristiano, el lateral gozó del apoyo de su compatriota dentro del vestuario incluso tras protagonizar diversas indisciplinas que le enfrentaron a Mourinho.

Ostracismo

Con la marcha del técnico luso, Coentrão prácticamente desapareció de los planes de sus sucesores. Ancelotti sólo contó con él en 37 partidos a lo largo de dos temporadas en las que completó 2.504 minutos —la mitad—, y sus ausencias por lesión llegaron hasta los 36 encuentros, el triple que las dos anteriores campañas. Además, contempló 31 partidos desde el banquillo que desembocaron en su cesión al Mónaco la temporada siguiente. Pero la mala fortuna se alineó con el jugador y una lesión durante un entrenamiento con su nuevo equipo le obligó a pasar por el quirófano.

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En su regreso a Madrid esta temporada, el portugués tampoco ha convencido a Zidane. Con 150 minutos en cuatro partidos es el futbolista con menos bagaje en lo que va de temporada —Mariano es el siguiente con 222—, y sus cuatro apariciones se limitan a un encuentro de Liga (Granada), dos de Champions (Legia y Sporting de Portugal) y uno de Copa (Cultural Leonesa). “Mañana va a estar con nosotros. Después de su lesión larga, una vez que se pone mejor, la exigencia de los entrenamientos a veces le molesta. Pero es normal. Él quiere estar”, advirtió ayer el técnico francés.

Esa lesión a la que se refirió Zidane es una secuencia de recaídas que han hecho que el portugués se haya perdido 20 de los 30 encuentros oficiales del curso. La complicada situación de Danilo, otro de los jugadores cuestionados por la afición blanca, invita a apostar por la presencia del portugués en el lateral izquierdo a pesar de que su compañero ha ocupado esa plaza en dos ocasiones este curso (Eibar y Borussia Dortmund).

La inesperada baja de Varane tras el entrenamiento de ayer y la ausencia del también lesionado Pepe sitúan a Nacho y Ramos como los únicos centrales disponibles para Zidane. La reconversión de Lucas Vázquez como lateral derecho, una maniobra que ya realizó ante Málaga, apartaría a Coentrão del lateral izquierdo a pesar de que el francés recalcó que no era partidario del cambio de rol del gallego.

Lo cierto es que, atendiendo a los números, Coentrão solo ha participado en 104 de los 268 partidos que lleva como jugador del Madrid. Y ante el Celta puede que disponga de su última oportunidad para recuperar el tiempo y el brillo perdidos.