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Rivera y Sabaté revolucionan el Mundial de Francia

Dos técnicos españoles protagonizan las primeras grandes sorpresas del torneo planetario al mando de Qatar e Hungría, respectivamente

Xavier Sabaté, el entrenador de Hungría, en el mundial de balonmano.
Xavier Sabaté, el entrenador de Hungría, en el mundial de balonmano. S. NOGIER (EFE)

La reciente historia de Xavier Sabaté parece salir de un cuento de hadas. En apenas año y medio, el técnico español de 40 años ha pasado de ser entrenador ayudante de un club abocado a luchas internas por el poder, como el Veszprém húngaro, a seleccionador del equipo que tumba a la campeona olímpica en el Mundial de balonmano. El domingo, su equipo, Hungría, el país en el que vive desde hace años, eliminó contra todo pronóstico a la poderosa Dinamarca (27-25) en octavos de final de la competición que se está disputando en Francia.

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Una obra mayúscula que se forjó gracias, quizás, a la decisión técnica más arriesgada de todo el torneo. Después del primer partido de la competición, contra Alemania en la fase de grupos (23-27), Sabaté prescindió de su mejor jugador, el veterano y exestrella del Barça Laszlo Nagy, por una lesión en el tobillo. Oficialmente, lo descartó del grupo y lo cambió por otro, Peter Gulyas, un sustituto, para potenciar a su equipo, tal y como lo autoriza el reglamento del torneo que ofrece en total dos alternativas para cada selección durante todo el Mundial.

En realidad, dio carrete a un desconocido para darle total descanso a su líder y favorecer así su retorno en perfectas condiciones en el momento clave de la competición, con el inicio de las eliminatorias. Nagy se reincorporó al grupo en vísperas del duelo contra Dinamarca y dejó su sello en el partido, con treinta minutos en la pista agrediendo la defensa nórdica y, cuando no, animando a sus compañeros desde el banquillo. Nagy resultó ser la chispa de la hazaña húngara y Sabaté su mayor artífice.

El técnico catalán logra así el mayor resultado de su joven carrera como entrenador. Sabaté retomó el mando de la selección húngara en marzo pasado tras la salida de Talant Dujshebaev después de la Eurocopa del 2016. Anteriormente, en septiembre de 2015, se puso al frente del Veszprém de forma interina después de que se marchara del banquillo otro español, Carlos Antonio Ortega, a quien auxiliaba fuera de la pista. Ahora, Sabaté compagina su labor en el mayor club húngaro, finalista de la pasada Liga de Campeones, con su misión mesiánica con la selección maggiare. Hungría se enfrentará el martes a Noruega en cuartos de final del Mundial (a las 17.00 horas). De clasificarse, podría jugarse el pase para la gran final de París ante España, en el caso de que los de Jordi Ribera vencieran a Croacia.

Para Valero Rivera, nada de magia, nada de cuento de hadas pero sí el mismo misticismo. El entrenador español, el más laureado de la historia de este deporte (con seis Copas de Europa, doce Ligas y un campeonato del mundo, entre otros éxitos), también escribió este domingo una nueva página dorada de su leyenda. El equipo que encabeza desde el año 2013, Qatar, puso en jaque a la campeona de Europa alemana (21-20). Rivera se emocionó tanto del inesperado triunfo que casi se desplomó en la pista del Palacio de los Deportes de París-Bercy tras chocar con la silla que le sostenía en un momento de absoluta euforia.

Rivera resucitó a una Qatar que parecía estar muy lejos de la selección de 2015 que se convirtió en la sensación del mundial al acabar finalista contra la hegemónica Francia de Karabatic. El equipo árabe, que suscitó entonces una fuerte controversia por componerse en su mayoría de jugadores nacionalizados repentinamente, cerró la primera fase de grupos en la cuarta posición, la última para lograr el pase a octavos, tras acumular preocupantes derrotas contra Dinamarca (29-32), Suecia (25-36) y Egipto (20-22). En la pista de Bercy, llamaba la atención la descoordinación de los atacantes y la falta de agresividad en defensa.

Uno de ellos, el exinternacional francés Bertrand Roiné, alegó en aquella ocasión que la etiqueta de subcampeón del mundo les pesaba mucho a él y a sus compañeros para explicar las dificultades de su equipo en este Mundial. “Tenemos que olvidarnos del pasado y jugar más relajados, sin complejos”, dijo. Otros observadores apuntaban también a la plaga de bajas (una de ellas fue la del español Borja Vidal Fernández) que sufrió el conjunto catarí antes del inicio del torneo.

Un dato que sitúa el trabajo del preparador español a la hora de lograr el pase a cuartos (Qatar se enfrentará a Eslovenia el martes a las 20.45 horas). “Hemos demostrado que somos un gran equipo, uno de verdad, y que Qatar se merece el respeto de todos”, sentenció después del partido.

Preguntado por este periódico sobre el éxito simultáneo de los entrenadores españoles en este Mundial (llegaron a ser seis al mando de selecciones en la fase de grupos), Rivera contestó lo siguiente: “Hemos demostrado que tenemos mucha calidad para comprender este deporte y que sabemos compartir nuestros conocimientos con otros países. Es un trabajo de muchos años que está dando sus frutos ahora. Sí, existe una marca España. Es un orgullo formar parte de ella.” El español ya es el nuevo idioma oficial del balonmano mundial, con Rivera y Sabaté, sus mayores portavoces fuera del país.

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