El sacrificio de Neymar
Djalminha y Toninho Cerezo destacan el trabajo físico y la mejora defensiva del delantero brasileño, a pesar de su merma goleadora
Mientras Nadine Golçaves celebraba su 50 aniversario con una mega fiesta en São Paulo, su hijo Neymar Junior realizaba horas extras de entrenamiento en su casa de Pedralbes. Pero el 11 del Barça no quería estar ausente. Se coló por sorpresa a través de una videoconferencia y le soltó un emotivo mensaje a su madre: “Me enseñaste a ser un hombre”. Cuentan desde el entorno del brasileño que el delantero del Barcelona está más tranquilo que nunca. Asentada su relación con la actriz brasileña, Bruna Marquezine, Neymar está más pendiente que nunca de su forma física, sobre todo después del trajín físico y psicológico que le significó colgarse el oro olímpico el pasado verano en Río.
La temporada 2016-2017 se adivinaba crucial para Neymar en el Barça. Con algunos de los clubes más ricos de Europa revoloteando por Barcelona para tentarlo, el paulista estaba convencido de que todavía tiene historia por escribir en el Camp Nou. Una vez estampada la firma de su contrato (pactado antes del verano), no quiere mirar desde abajo a sus amigos y compañeros de ataque en el Barça. En el estreno del tridente, en la campaña 2014-2015, Neymar quedó como el segundo máximo artillero del cuadro azulgrana (39), por delante de Suárez (25), mientras que Messi lideró la estadística con 58 dianas. El curso pasado, el argentino firmó 41 goles y después de ocho años de tiranía goleadora le cedió el Pichichi al charrúa (59), al tiempo que Neymar quedó en el tercer lugar del podio con 31 goles. “Neymar nunca ha estado un escalón por debajo de Suárez. Tienen funciones distintas”, entiende Djalminha, exjugador del Deportivo.
Ocurre, en cualquier caso, que Neymar este año lo empezó con la mirilla fuera de foco. Mientras que Messi suma 27 goles y Suárez 18, él 11 acumula ocho. El argentino, atento a todos los detalles, frente a la Real le cedió el lanzamiento del penalti por segunda vez consecutiva. “Leo adora a Neymar”, aseguran desde el entorno del rosarino; “con él se divierte dentro y fuera del campo”. Cerca de Suárez en Castelldefels, los Messi son vecinos de oficina con los Neymar en Barcelona. “Es un jugador que transmite mucha alegría. Seguramente le importa marcar goles, pero él no es un goleador y su juego en el Barcelona siempre está al servicio del equipo”, subraya Toninho Cerezo, internacional con la Canarinha en Argentina 78 y España 82.
Un correcaminos
A cambio de goles, Neymar ofrece sacrificio en el Barcelona. Cuando el cuadro de Luis Enrique pierde la pelota, el brasileño se retrasa en el campo para formar una línea de cuatro en el medio del campo. Y no es extraño verlo ayudar a Jordi Alba o a Digne en defensa. Esta temporada tiene un promedio de cuatro balones recuperados por partido, respecto de los 3,5 que birló el curso pasado o los 3,3 de la campaña 2014-2015. Y en la Liga de Campeones, es un correcaminos: suma 108 metros recorridos por minuto, frente a los 99 que corrió en la Champions pasada.
“Poco a poco fue cambiando la mentalidad y se fue adaptando a la filosofía del Barcelona”, vuelve Toninho Cerezo; “cada vez que pierde la pelota lo ves que está preocupado por recuperar la posición en el campo y ahora ayuda mucho en defensa. Cada día le agrega nuevos aspectos a su juego”. “Cada día se parece más a un jugador europeo y, sin embargo, no pierde la esencia del futbolista brasileño. Está más maduro”, interviene Djalminha. Siempre con su regate al servicio del equipo para romper la retórica azulgrana, Neymar ahora le suma trabajo a su manual de recursos. Y ya es el hombre con el que soñaba su mamá Nadine.
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