El hilo de vida se llama Messi
Un gol del argentino a balón parado en la penúltima jugada le da el empate al Barça ante un Villarreal que se defendió estupendamente antes y después del tanto de Sansone
El Barça ha perdido grandeza, autoridad y talento, para ganar los partidos que se presentan como definitivos, y a día de hoy no se le adivina la capacidad suficiente para disputar la Liga. Ocurre que el mismo equipo azulgrana se niega a firmar la derrota, incluso en los escenarios más exigentes, rescatado en la penúltima acción de la jornada por Messi. Los goles del 10 son el hilo de vida que le queda al Barcelona en la Liga y en la Copa. No hay más delantero que Messi en un equipo que ha perdido efectividad y es víctima de la dinámica de las malas noticias —los errores arbitrales, los postes, la mala suerte— frente a un Madrid que por contra vive tiempos de vino y rosas, con +5 y el encuentro pendiente de Mestalla.
Jugó bastante bien el Barcelona, y pudo ganar a un buen Villarreal. No se acostumbra, sin embargo, a ir contracorriente, a remolque, siempre excesivamente tímido, sin confianza, nada preciso, poco afortunado como ayer, en que descontó dos nuevos puntos en el antiguo Madrigal.
A pesar de la urgencia, de la necesidad de una victoria, apareció un Barça suelto y alegre en el estadio de la Cerámica. Hubo un momento en que pareció que reaparecería la mejor versión del equipo azulgrana por la fluidez y velocidad con la que se movían la pelota y los jugadores en la cancha del Villarreal. Aunque no exigió a Asenjo, salvo en un tiro de Luis Suárez, las llegadas barcelonistas eran constantes por el intervencionismo de Iniesta.
El monólogo azulgrana, sin embargo, fue interrumpido de forma abrupta por dos contraataques del Villarreal, mal definidos, especialmente uno de Jonathan Dos Santos. Al Barcelona le cuesta cerrar las bandas y tapar los centros pasados, es especialmente vulnerable, sobre todo cuando los interiores no ayudan a los laterales, ambos poco contundentes, exigidos por los volantes y los puntas de Fran Escribá.
Aunque le llevó un tiempo asentarse frente a Ter Stegen, el suficiente para paliar el susto de Dos Santos, el Barça acabó por regular el juego y gobernar el partido ante un replegado Villarreal. Tocaban muy bien los azulgrana, superiores en ritmo y en control, reiterativos en el tiro de media distancia, un recurso cuando no se pueden filtrar pases ni se encuentra fácilmente a Messi. El 10 solo pudo rematar un córner y su cabezazo fue repelido por Asenjo. La jerarquía futbolística azulgrana era tan notoria que el Villarreal entendió que se imponía un ejercicio defensivo impecable, nada nuevo para el equipo menos batido de la Liga. Los muchachos de Escribá no concedieron ni una ocasión de la misma manera que no supieron ganarse una oportunidad los de Luis Enrique.
No se sabe si por una cuestión de fe, de contundencia, o por uno de los misterios del fútbol, el Barcelona ha perdido determinación y rotundidad, le cuesta marcar, juegue en San Mamés o en el antiguo Madrigal. La falta de pegada malogró el paciente ejercicio del Barça. El gol se hace esperar en cada partido si no aparece Messi: no está fino Luis Suárez y Neymar no da con la portería desde que el City visitó el Camp Nou.
Los rivales presionan muy arriba o aguardan a que se condene el Barça. Avalado por su zaga, el Villarreal esperó su momento, ya anunciado en el arranque con el chut de Dos Santos. Muy confiados, los azulgrana porfiaban en su acoso cuando Digne perdió el balón y la transición del Villarreal acabó con un gol de Sansone, excelentemente habilitado por Pato.
El repliegue no es precisamente una de las virtudes del equipo de Luis Enrique. También había perdido sorpresa, previsible hasta ayer incluso en los cambios, porque el técnico optó por dar entrada a Arda en sustitución de Digne, para quedar con solo tres defensas, señal de la importancia que tenía el partido para el Barça. El partido enloqueció entonces para desespero de Iglesias Villanueva. El árbitro no vio un penalti ni en unas manos de Bruno ni en unas de Mascherano. Los azulgrana contaron prácticamente más faltas en ataque que chuts ante el solvente Asenjo. No había manera de ganarse un centímetro en la cancha del Villarreal. A falta de espacios, el Barcelona encontró remedio en una falta que ejecutó magistralmente Messi. En una situación límite, el 10 rescató al Barcelona con un gol que sirve para mantener la esperanza, y seguir hablando de la vida, de los árbitros, de la desdicha, y de lo difícil que se ha puesto la Liga.
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