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Iborra golea al Celta

Tres goles del capitán del Sevilla resuelven con más contundencia de la merecida el duelo táctico en Balaídos entre Berizzo y Sampaoli

FOTO: Vicente Iborra, en primer plano, celebra su primer gol en Balaídos. / VÍDEO: Rueda de prensa de los entrenadores.Foto: atlas | Vídeo: SALVADOR SAS (EFE) / ATLAS

El primer hat-trick de Vicente Iborra, que además apenas jugó los últimos 45 minutos del partido, le dio el triunfo al Sevilla en Balaídos y lo mantiene en la pelea por molestar a Real Madrid y Barcelona en la azotea de la clasificación liguera. Sentenció el capitán sevillista el duelo de pizarras bielsistas entre Sampaoli y Berizzo, un partido pleno de sutilezas y detalles que saltaron por los aires ante la exuberancia del todocampista valenciano. Iborra anotó de cabeza tras un córner, como llegador y de penalti, un muestrario del repertorio de uno de esos imprescindibles profesionales a los que los focos alumbran más en de puertas adentro que en el exterior. En Vigo disfrutó de una tarde para el recuerdo.

La pegada sentenció un partido que merece más de un visionado para comprender sus matices. A través de él fue Sampaoli tejiendo una serie de maniobras que siempre mantuvieron al Sevilla al mando. Primero lo armó con una zaga de tres hombres y dos laterales que no eran defensa sino soluciones para darle amplitud a la circulación de la pelota, la dominó y trató de crecer con ella, siempre con mucha gente por delante para buscar opciones de remate. Luego, la lesión de Pareja y la entrada de Iborra le invitó a replantear la zaga con cuatro hombres. Llegó al gol y cuando el Celta le obligó a taparse recuperó la esencia inicial, pero con más ayudas desde los flancos. Todos los movimientos mejoraron al equipo. Berizzo no fue a rebufo, tampoco el Celta, que cayó pero se mostró, penalizado por la mejorable actuación de sus hombres más decisivos. Aspas apenas mostró algún destello, primero en el eje del ataque, luego volcado a la derecha; Orellana pasó de puntillas por el partido, desafortunado con balón.

Sin ese factor diferencial en ataque, el Celta palidece. Concedió un primer gol a la salida de un córner, perpetuo defecto del equipo en la que además es una de las mayores fortalezas del Sevilla, que ya suma seis goles tras saque de esquina en lo que va de campeonato. La desventaja en el marcador penalizó al equipo de Berizzo, que hasta el inicio de la segunda parte había mantenido una cierta paridad. Al Celta le importunaron los contínuos intercambios de posición de los futbolistas rivales, le obligaron a afinar en los marcajes y los cambios defensivos en las asignaciones, en esa marca cuerpo a cuerpo que propugna Berizzo, pero en ese brega consiguió cerrar caminos hacia su portería. Apenas Nzonzi los encontró en un balón aéreo que remató al larguero, tan solo alguna sutileza de Nasri amenazaba con desmontar el tinglado celeste. No hubo mayor despliegue en ataque del Celta, pero sí lo suficiente como para dejar ver su potencial. Aspas obligó con un testarazo a Sergio Rico, en fenomenal estado de forma, pero con Orellana enfangado en el quiero y no puedo tampoco aportaron los laterales ni el uno contra uno de Pione Sisto.

Franco Vázquez y Roncaglia disputan la pelota.
Franco Vázquez y Roncaglia disputan la pelota.MIGUEL RIOPA (AFP)

Iborra desbloqueó la situación. Su gol evidenció su poderío y dejó la sensación de que casi era la disputa de un hombre contra niños. Para marcar ni siquiera precisó elevarse mucho para ganar el remate ante tres rivales en el corazón del área del Celta. El gol invitó a Berizzo al riesgo, salió Guidetti al campo, cayó Aspas a la derecha. Se reforzó el Celta para buscar el ataque y empujó con codicia. Pudo marcar en un remate del sueco que desvió Sergio Rico y Orellana culminó con un intento que se fue cerca del palo tras tocar en la zaga sevillista. Sampaoli reaccionó e hizo lo que hacen todos los entrenadores del mundo, los que tienen juglares y aquellos que no tienen quien les cante: reforzar la zaga a costa de resignar una de las posiciones ofensivas. Entró Kolodziejczak por Franco Vázquez y retomó el control, mató el atisbo de rebelión que ponía en peligro el triunfo sevillista. Con el ulterior cambio de Correa por Ben Yedder tomó un aliento final en la primera línea de presión. Resolvió el partido. “El resultado dice una cosa, pero el partido fue otro. Fueron contundentes”, resumió Berizzo.

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