Osasuna - Barcelona: Messi culmina la obra de los laterales
El equipo azulgrana recupera la profundidad por los costados al tiempo que el argentino y Luis Suárez resuelven con sus remates
El colista no fue rival para el Barcelona, que la pasada jornada empató con el líder. Osasuna se batió con entusiasmo colectivo y un futbolista estupendo de nombre Sergio León. A veces pareció que el partido se resumía a la lucha del delantero del equipo navarro contra el Barça. Los azulgrana completaron una muy buena parte y, sin embargo, no supieron marcar un solo gol, demasiado mansos, reducidos por Nauzet. La falta de pegada barcelonista alimentó las expectativas de Osasuna. Y justamente cuando el encuentro parecía más incierto que nunca, aparecieron Busquets y Jordi Alba para diseñar dos goles rematados por Luis Suárez y Messi, los dos únicos chutes hasta el momento del segundo acto. Messi repitió ya al final con un tanto tan precioso e impactante que borró cualquier imagen del Sadar.
Así de caprichoso es el fútbol, nada nuevo en cualquier caso cuando uno de los contendientes es el Barça, foco de muchos debates, sobre todo el referente al estilo y a su agresividad con balón, siempre pendiente del intervencionismo de Messi y expectante con sus laterales, excelentes en Pamplona, tanto Alba como Sergi Roberto. El 10 estuvo muy selectivo, participativo en los goles y errático también en un par de tiros que, a sus pies, parecían gol o gol, y acabaron neutralizados por Nauzet. A falta de Neymar, al Barcelona le alcanzó con Suárez y Messi, excelentemente asistidos por Jordi Alba y Busquets, para abatir a Osasuna, que no está para grandes hazañas sino que antes que nada tiene que atender a sus cuitas y dar con un plan para permanecer en Primera División.
El Barça jugó a tocar y Osasuna se puso a defender y a correr, como anunciaba el guion y se constató nada más empezar el partido, cuando la velocidad de Sergio León exigió el cruce intimidador de Piqué y un pase interior precioso de Messi, el futbolista que acelera la jugada masticada previamente de punta a punta del campo, fue mal rematado por Luis Suárez. Aunque mantiene su esfuerzo y presencia, el uruguayo ha perdido la precisión que tantas victorias le dio en cancha ajena al Barcelona. Luis Suárez remató al palo después de marrar el tiro ante Nauzet y el portero le sacó con el pie un disparo de Messi.
El partido quedó enfocado desde muy pronto hacia el marco de Osasuna. La presencia de Arda como sustituto del sancionado Neymar le da más control y pausa al equipo, capaz tanto de estirarse como de replegarse cuando no tiene el balón en un 4-4-2. El turco hacía la goma y el Barcelona, muy centrado, dominaba tranquilamente el campo con su juego colectivo y variado, difícil de defender para Osasuna, afortunado en su área, inofensivo ante Ter Stegen. El gol parecía simplemente una cuestión de tiempo en el frío Sadar. Tan cantado estaba que Messi volvió a errar el tiro ante el excelente Nauzet.
Nadie hubiera dicho que el argentino le ha marcado 15 goles en ocho partidos a Osasuna ni tampoco que el portero es uno de los más cuestionados del plantel de Caparrós. Los azulgrana, bien alimentados por la profundidad de sus laterales, sobre todo Sergi Roberto, percutían de forma repetida, aseada y académica, y al mismo tiempo inocua, sin contundencia y también sin suerte, muy bien afilado el equipo y sin excesivos riesgos en defensa, a excepción de una llegada de De las Cuevas que no pudo rematar en la raya de gol Oriol Riera.
La jugada espantó a los barcelonistas y por momentos el encuentro se puso peligroso para el Barcelona, contrariado con el marcador, sorprendido por la falta de gol, excesivamente correcto, retratado en la figura de André Gomes, preferido por el entrenador antes de Denis Suárez, Rafinha o Rakitic. El portugués es tan pulcro y tímido que pasa desapercibido en muchas fases del partido, como si no jugara, cuando en realidad no hace nada mal y al tiempo juega sin ningún riesgo, siempre escrupuloso con las órdenes de Luis Enrique.
Los azulgrana no encontraron la manera de desequilibrar el marcador antes del descanso, un mal presagio si se atiende a los precedentes, y Osasuna se fue entonando, defendiendo mejor, a ratos con su fútbol físico y bravo, y en algunas ocasiones con las faltas tácticas, reiterativos en la marca a Messi e Iniesta. La contienda se envenenó de mala manera para el Barça al tiempo que se crecían los muchachos de Caparrós. Una jugada expresó el decaimiento del Barça y la energía de Osasuna: Sergio León tomó la pelota en su campo y se fue hacia el marco barcelonista sin que ningún zaguero le saliera al paso hasta que la picó al travesaño ante la quietud de Ter Stegen. No fue gol por un dedo para suerte del Barcelona.
Sergio León, espléndido en los desmarques a la espalda de Piqué y Umtiti, se convirtió en una pesadilla para el descentrado equipo de Luis Enrique. Los azulgrana perdieron el hilo del partido, dejaron de jugar a fútbol y se entregaron a un intercambio de golpes, de faltas, de llegadas, el peor de los escenarios para el Barcelona. El choque demandaba la intervención del técnico para reactivar a sus jugadores, planos e insulsos, poco atrevidos, sin mordiente, aturdidos por el vigor de Osasuna.
Al rescate acudió entonces Busquets, clarividente en la confusión, excelente en la pausa, el regate y el toque para Messi, decisivo en la filtración y aceleración del pase para Jordi Alba, cuyo centro resultó tan limpio y fácil que solo precisó acompañamiento, como hizo Luis Suárez, goleador a portería vacía por más que Nauzet reclamara un fuera de juego que no era a Martínez Munuera. Una jugada tan vista como certera en el catálogo del Barça. Messi continuó en busca de las llegadas de Alba mientras Luis Enrique cambiaba a Arda por Denis Suárez. Un cambio de pieza, simplemente, porque el encuentro seguía abierto para Osasuna, no estaba cerrado por el Barcelona.
Obra de arte del 10
El fútbol control se imponía a cualquier aventura a la espera de Messi. Y el 10 apareció para firmar un centro de Alba, habilitado por Denis Suárez después de un toque de Busquets. El encuentro ya no daba para más, salvo para alguna que otra entrada, como la de Rafinha a Clerc merecedora de expulsión, y alguna aparición de Messi. Nunca se puede dar por cerrado un partido cuando en la cancha está Messi. Osasuna, mientras, dio fe de vida en un par de llegadas interesantes, una resuelta finalmente por el redimido Ter Stegen. Nadie dudaba ya de la victoria del Barça, cantada desde que comenzara la contienda aunque le costara materializarla con el guion habitual: Luis Suárez y Messi. El 10 se guardó para el final una jugada de antología: el 0-3. Tomó la pelota y eliminó hasta tres rivales con sus regates hasta pararse, sentar a los cuatro defensas que quedaban en pie, y rematar al marco de Nauzet. El argentino hipnotizó al Sadar, a los que miraban el partido y a los que lo jugaban, todos a los pies del 10.
Un gol monumental para una victoria indispensable para el Barça. No tenía margen de error en campo del colista y resolvió la visita con un 0-3 después de un 4-0 contra el Borussia Moenchengladbach. El marcador y el juego avalan al Barça, protagonista de dos buenos partidos después de unas cuantas jornadas muy irregulares, sobre todo en la Liga. Asoma de nuevo el viejo Barça.
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