Othello Hunter: “Mi filosofía es que nadie es mejor que yo”
Uno de los nuevos fichajes de Laso debuta esta noche con el Madrid en la Euroliga ante sus excompañeros del Olympiacos (21.00, Movistar+)
Bajo su intimidatoria carcasa de músculos rotundos y mirada desafiante se esconde un tipo irónico, tranquilo e inopinadamente afable. Othello Hunter (Winston-Salem, Carolina del Norte, 30 años) es un competidor errante que, tras agotar prematuramente el sueño de la NBA, partió de EE. UU. en 2010 para recorrer cinco países en apenas seis años y vestir hasta nueve camisetas distintas. En verano llegó al Real Madrid procedente del Olympiacos para hormigonar el sexto y rutilante proyecto de Laso y esta noche debuta de blanco en la Euroliga precisamente ante sus excompañeros (21.00, Movistar+). Le han bastado cuatro partidos para demostrar sus cualidades y promete “mucho trabajo, buenos partidos y mates espectaculares”. “Nos aporta fuerza e intensidad atlética; curra, defiende y tiene una buena capacidad ofensiva”, le define su entrenador antes de comenzar el maratón europeo de 30 partidos en formato de todos contra todos que, dentro de siete meses, establecerá el corte de los ocho candidatos a disputar la Final Four de Estambul.
Pregunta. ¿Por qué le llamaron Othello sus padres? ¿Tuvo algo que ver con la obra de Shakespeare?
Respuesta. No, no sé. Fue cosa de mi padre que se llamaba igual. Yo simplemente soy Othello júnior, sin más.
P. ¿Qué recuerdos tiene de su infancia y de sus inicios en el baloncesto?
R. De niño no me gustaba nada el baloncesto. Jugaba al fútbol, practicaba mountanbike, skateboard, béisbol… todo lo que me permitiera descargar adrenalina. Así fue hasta que un par de chicos llegaron al vecindario donde yo crecí y comenzaron a jugar al basket. Empecé a jugar con ellos y, aunque no me daban mucha bola porque era muy canijo, me entró el gusanillo. La afición fue creciendo, pero solo empecé a tomarme esto en serio en mi último año en el instituto. Ahí vi que tenía opciones.
P. Destacó pronto en la Universidad, ¿siempre tuvo claro que se ganaría la vida jugando al baloncesto?
R. Sí. Tuve suerte porque mis primeros entrenadores me hicieron ver que si me aplicaba y trabajaba con seriedad tendría futuro. Quería ser profesional y me enamoré del baloncesto. Desde entonces estoy enganchadísimo a este deporte.
P. ¿Le frustró estar solo año y medio en la NBA antes de que le cortaran los Atlanta Hawks?
R. No. Siempre tuve el presentimiento de que tendría que salir de allí para crecer y desarrollar mi carrera y, quien sabe si con el tiempo, poder regresar algún día. Siempre he entendido mi trayectoria como un proceso en el que ha ido ocurriendo lo que tenía que ocurrir. No fue un trauma aquello; al revés, estoy feliz de cómo han transcurrido las cosas y mírame ahora, ¡jugando en el Real Madrid!
P. En 2010 comenzó un viaje deportivo que le ha llevado a jugar en Grecia, Italia, China, Ucrania y España, ¿qué ha aprendido en cada una de esas etapas?
R. Mi primera etapa seria en Europa fue en Italia; allí disfruté muchísimo del baloncesto. Mi intención hubiera sido renovar más tiempo con el Sassari, pero me llegó una oferta irrechazable de China y me marché. A mi mujer y a mí nos gustaba de siempre la cultura asiática y lo vimos como una gran oportunidad. Fue una apuesta. Después de aquello fui a Ucrania y aunque baloncestísticamente la experiencia fue aceptable la vida allí era muy gris. Ni lo recomendaría ni volvería. En Grecia alcancé mi madurez competitiva y ahora buscaba la misma exigencia competitiva pero en un ambiente más relajado.
P. ¿Cómo se ve el Real Madrid desde fuera?
R. Siempre que me he movido de país lo he hecho sabiendo qué equipos eran los mejores. En Grecia todos saben que los mejores son el Olympiacos y el Panathinaikos y en España claro el Madrid y el Barcelona. Creo mucho en mis posibilidades y en mi capacidad para jugar en los grandes clubes y el Madrid es el más grande. Han hecho el mejor juego en los últimos años y han ganado muchos títulos. Tiene mucho mérito unir las dos cosas. Me alegré mucho cuando supe que me querían.
P. ¿Cómo surge la posibilidad de jugar en el Madrid?
R. Mi agente me contó que los contactos comenzaron a principios de año. El proceso fue difícil porque yo tenía una propuesta de renovación con Olympiacos, estaba muy a gusto allí y tenía una gran relación con los compañeros, pero también buscaba algo diferente donde poder crecer profesionalmente y pensar solo en baloncesto sin tanta inestabilidad. El Madrid era la mejor oportunidad para mí y para mi familia. Aquí vuelvo a disfrutar plenamente de mi profesión.
P. ¿Qué le ha pedido Pablo Laso y qué consejos le ha dado?
“Laso tiene una cercanía especial. Enseguida sabes que te entiende”
R. No es un hombre de muchos consejos. Lo que más me repite es que sea yo mismo en la pista y lo que me pide es que muestre las cualidades que me han traído hasta aquí. Con tranquilidad, sin los nervios de querer demostrar muchas cosas en poco tiempo. Tiene una cercanía especial con el jugador. Es muy humano. Enseguida sabes que te entiende.
P. ¿Cómo se hace para lograr que tantas figuras jueguen en equipo?
R. Conectamos muy bien. Ante Oklahoma vimos muy claro que el grupo es lo que nos hace grandes. La primera parte jugamos fatal, cada uno a nuestro rollo, sin ninguna conexión. El entrenador habló con nosotros en el descanso y nos dijo: ‘si queréis hacer algo grande en este partido y no quedar como unos idiotas debéis estar unidos, defender unidos y atacar unidos’. En la segunda mitad demostramos lo que podemos hacer. Tenemos mucho potencial.
“Llull es el jugador total. Es una locura verle correr con esa furia”
P. Ya conocía a casi todos sus compañeros de haberse enfrentado con ellos, pero ¿alguno le ha sorprendido?
R. Sergio Llull, sin duda. Es uno de los mejores con los que he jugado. No le diga que he dicho esto, por favor. Es el jugador total, probablemente el más determinante de Europa. También Luka [Doncic]. Sabía que era muy bueno, pero cuando le ves jugar dices ‘ufff’. Él todavía no sabe lo bueno que es.
P. Habla de Llull y también ha compartido equipo con otro grande como Spanoulis, ¿se parecen?
“Alguna vez me han dado ganas de arrancar la cabeza a Spanoulis”
R. Son muy diferentes. Spanoulis es un competidor infinito, quiere ganar en todo, constantemente. Ha habido veces que en algún entrenamiento me han dado ganas de arrancarle la cabeza (risas). Yo también quería ganar tanto como él, pero siempre se salía con la suya por ser Spanoulis. Eso me cabreaba mucho. Es el mayor competidor que he visto jamás. Llull es un portento físico, mezcla como nadie la velocidad y el control del partido. Es fantástico verle correr con furia y anotar esos triples. Es una locura
P. ¿Cuál ha sido el entrenador del que más ha aprendido?
R. Marco Crespi en Siena. Me encantaba. Parecía que nos odiábamos, pero teníamos un entendimiento increíble. Él sabía mis ansias de jugar y yo su deseo de ganar así que todo estaba dicho. Todas nuestras discusiones acababan con un ‘venga, a jugar’.
P. Disputó la final de la Euroliga de 2015 ante el Madrid que aquel año acabó ganando todos los títulos, ¿qué recuerda de aquel partido?
R. Ufff. Todo malo (risas). Recuerdo a Llull metiéndome un triple en mi cara… y recuerdo a Jaycee [Carroll] anotando desde todos los sitios. Su entrada cambió aquella final. Fue increíble, ninguno sabíamos cómo pararle. Verles levantar el trofeo me cabreó mucho, pero mira cómo es el destino; ahora estoy aquí para levantarlo con ellos.
P. ¿Cómo ve el estreno en la Euroliga justo ante Olympiacos?
R. Tengo muchas ganas de jugar el partido y de afrontar esta Euroliga. Me ilusiona reencontrarme con mis excompañeros aunque saben que en la cancha no habrá compasión. Ahí rigen otros códigos. Eso sí, aunque nos zurremos, después del partido seguiremos siendo amigos (risas).
“El físico es lo de menos en el baloncesto. Hay bajitos y flacos geniales”
P. ¿En el baloncesto es más importante el físico, la técnica, la táctica o el talento? ¿Cómo lo ordenaría por orden de importancia?
R. El físico es lo menos importante, sin duda. Hay un montón de bajitos y flacos geniales. El talento, la técnica y la estrategia estarían al mismo nivel de importancia, no sabría cómo ordenarlos, pero lo que tengo claro es que el físico es lo último. Aquí triunfan grandes y pequeños.
P. Hace una semana ganaron a Oklahoma y se reabrió el eterno debate sobre la distancia entre el baloncesto europeo y la NBA, ¿qué opinión tiene?
R. Los grandes equipos europeos puede que no reúnan tanto talento como los equipos de la NBA, pero pueden competir contra ellos por su fortaleza como colectivo. En Estados Unidos priman las individualidades. Aquello es una colección de estrellas y aquí hay más espacio para que todos tengan un rol y se sientan importantes. Atléticamente son inalcanzables eso sí.
P. ¿Cómo se definiría como jugador y como persona?
R. Como jugador lo doy todo en la cancha, nunca me rindo, siempre pienso que voy a ganar, esté quien esté delante. Mi filosofía en el deporte es que nadie es mejor que yo. Como persona soy un tío relajado y humilde. Sé de dónde vengo y lo que me ha costado llegar hasta aquí.
P. ¿Madrid es una parada más en su camino o le gustaría quedarse aquí muchos años?
R. Ahora mismo no me iría a ningún sitio. Nunca se sabe, pero ahora mismo me encantaría estar aquí mucho tiempo. Sería señal de éxitos.
P. El mensaje institucional del club dice que ganar es una obligación en el Madrid, ¿qué le parece?
R. Estoy de acuerdo. A mí no me cae bien la gente que se conforma con hacer buenas estadísticas. Los buenos son los que quieren ganar siempre. En cualquier cosa que hagas en la vida debes querer ganar con todas tus fuerzas. Eso te hace grande. Yo estoy aquí para ganar.
P. ¿Qué le gustaría hacer cuando acabe su carrera de jugador?
R. Muchas cosas. Me gustaría enseñar a niños, probar a ser agente inmobiliario, invertir en apps y en la creación de páginas webs… o simplemente ser un buen amo de casa, sin trabajar para nadie.
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