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Chaves se hace gigante ganando el Giro de Lombardía

El triunfo en Bérgamo del escalador de Bogotá confirma que 2016 es el año colombiano del ciclismo

Carlos Arribas
Chaves ataca en la subida a Bérgamo por delante de Urán y Rosa.
Chaves ataca en la subida a Bérgamo por delante de Urán y Rosa.LUK BENIES (AFP)

Nada se le resiste al ciclismo colombiano, que no conoce fronteras ni límites. Ni un mes después de que Nairo Quintana ganara la Vuelta, volvió a ser grande el sábado en Lombardía, donde Esteban Chaves ganó su Giro, una carrera de un día que disputaba su 110ª edición. Es el primer triunfo latinoamericano no solo en Lombardía, el considerado Mundial de otoño, sino en uno de los llamados monumentos del ciclismo, carreras con más de un siglo de antigüedad que convocan a los mejores corredores, y dejan huella.

Chaves acompañó a Quintana en el podio de la Vuelta, en la que protagonizó uno de los grandes momentos, su fuga hacia Aitana en perjuicio de Contador, y unos meses antes había subido al podio del Giro, donde solo le superó Nibali. Es un escalador cuya sonrisa permanente y aparente ingenuidad esconden un afiladísimo instinto asesino en carrera, donde no perdona. Todos sus movimientos tienen sentido y peligro. Controla y no se deja controlar. Estuvo en la primera criba, la que originaron las dos subidas inéditas y durísimas, San Antonio Abandonado y el Miragolo de San Salvador, que convirtieron el Lombardía del 16 en el más duro de su historia y su leyenda labrada por corredores como Coppi, Gimondi o Merckx entre sus lagos y duras colinas con paisaje que ya huele a Alpes. Con él estaban entonces los mejores --Valverde, Aru, Gesink, Barguil--, que poco después tuvieron que dejarle irse en compañía de Bardet y su compatriota Rigo Urán, el pionero de la nueva primavera ciclista colombiana. Después de un juego táctico de equipos, Diego Rosa se les unió. Con los tres se manejó a la perfección Chaves, quien, viendo que en la subida de adoquines al Bérgamo viejo no pudo hacer la diferencia, esperó tranquilo al sprint, donde, no siendo el más rápido, fue el más fuerte y seguro. Es su segunda clásica italiana en un mes, después de haber ganado hace una semana en Bolonia el Giro de la Emilia. Otro joven colombiano, Miguel Ángel López, había ganado el jueves la Milán-Turín en la basílica de Superga, una carrera cuya primera edición se corrió hace 140 años.

Durante la Vuelta del esplendor colombiano circuló por las redes una foto en la que se veía a Chaves y Nairo, casi dos niños de 20 años, formando equipo con otros colombianos que en 2016 se han hecho importantes, como Jarlinson Pantano o Darwin Atapuma. Era el Colombia es Pasión del Tour del Porvenir de 2010, la carrera que con la victoria de Nairo inició la aventura triunfal en Europa de una generación nueva, forjada por Luis Fernando Saldarriaga, el técnico que comprendió que solo saliendo de Colombia, de unas estructuras ciclistas atrasadas, podrían sus corredores ser algo. Todos sus chavales ficharon jóvenes por grandes equipos, con los que han revolucionado el ciclismo mundial. Y también están López, Henao o Fernando Gaviria, el sprinter del Etixx que forma parte de los favoritos al Mundial de Doha, dentro de dos semanas.

En Colombia, donde no hay carreras que les puedan convocar, se disputa estos días el clásico RCN, una de sus glorias de antaño. Va de líder el español Óscar Sevilla, de 40 años, intocable en el país.

 

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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