EE UU marca el paso, con Rusia en los talones

No hay que ser adivino para asegurar que Panayappan Sethuraman, el cuarto tablero indio, tardó en dormirse anoche. Su derrota ante el estadounidense Samuel Shankland es de las que duelen más que el peor dolor de muelas. El asiático logró que el rey enemigo estuviera a su merced; sólo faltaba un elegante remate. Justo ahí cometió un error que volcó la partida del otro lado, y casi al mismo tiempo Harikrishna estropeó en el primer tablero una posición de clara ventaja ante Caruana, y sólo pudo empatar. Los indios estuvieron mucho más cerca del éxito de lo que indica el marcador, a pesar de la clara victoria de Nakamura sobre Adhiban, y la más trabajosa de So ante Vidit.

Otro que con toda probabilidad habrá dormido mal esta noche es Chao Li, quien desperdició una posición ganadora y otra de tablas en una partida de locos que terminó perdiendo ante Short. Por si todo eso fuera poco, el británico fue víctima de otra brillante idea innovadora que alguna mente preclara de la FIDE ha tenido en su chirriante política anti-trampas: no sólo pueden hacerse controles de metales aleatorios después de las partidas –lo que, si bien con reticencias, es mayoritariamente aceptado-, sino que las nuevas normas autorizan a los encargados de esa peculiar labor a tocar las narices de los jugadores cuando están en plena disputa y, a veces, en máxima tensión. Short mandó a hacer gárgaras al ínclito empleado de la FIDE cuando intentó pasarle el detector durante la partida; y montó en cólera después de su victoria, cuando Klaus Deventer, miembro de la comisión anti-trampas, le advirtió de que esa conducta podía implicar la pérdida del punto, de acuerdo con la novedosa regla.

Esa derrota de Li, más la de Yue Wang en el primer tablero ante Adams, deja a China prácticamente descartada de renovar el oro ganado por primera vez en Trömso (Noruega) en 2014. Por tanto, y a salvo de que otros equipos que han demostrado su fuerza puedan seguir dando sorpresas, el Rusia-EEUU de hoy es un auténtico duelo en la cumbre, cuyo resultado será muy influyente, si no decisivo. Los rusos se impusieron con holgura a Chequia por 3,5-0,5.

Unos de esos equipos agazapados es Noruega, que bien podría seguir subiendo si Carlsen entra por fin en racha –ayer ganó sin problemas al turco Solak-, y si los escandinavos cumplen hoy el pronóstico frente a los sorprendentes peruanos, que ganaron a Paraguay, alimentando así el lamento por la ausencia del genial Julio Granda. Será Emilio Córdoba quien se mida hoy con el campeón del mundo.

Aunque el sistema suizo permite que un equipo pueda colarse muy arriba si gana los cuatro últimos encuentros, ya puede afirmarse que Francia y España han decepcionado en esta Olimpiada, porque incluso en ese caso lograrían salvar la cara jugando frente a muy pocos rivales muy fuertes. Francia empató ayer con Austria, y España cayó ante Eslovenia (1,5-2,5) por la derrota de Renier Vázquez y los empates de Vallejo, Salgado y Antón.

Las buenas noticias para España pueden llegar en un formato individual, porque tanto Sabrina Vega como Ana Matnadze son serias aspirantes a medallas en los tableros segundo y tercero tras sus victorias de ayer ante Islandia. En las alturas sigue pendiente el esperado enfrentamiento entre Rusia y China; de los otros dos grandes favoritos, Ucrania empató con Rusia y perdió con China; y Georgia está descartada tras caer ayer ante las sorprendentes holandesas aunque gane hoy a Argentina, que es el país de habla hispana mejor clasificado, junto a Ecuador. De momento, las rusas también se enfrentan hoy a EEUU, como sus colegas varones, pero con un claro papel de favoritas.