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Mouriño desliza su adiós al Celta

El presidente del club gallego apunta a su director general Antonio Chaves como su sucesor, anuncia que éste es remiso y plantea por vez primera la alternativa de una venta inmediata

El presidente del Celta Carlos Mouriño celebra el ascenso a Primera División en 2012.
El presidente del Celta Carlos Mouriño celebra el ascenso a Primera División en 2012.

Diez años después de su llegada al Celta, Carlos Mouriño desliza que su final al frente del club está próximo. Era casi una evidencia que el presidente del club gallego, de 73 años de edad, trabajaba desde hace meses en una salida y que su deseo era zanjar cuanto antes retos que también tienen mucho de legado como son la remodelación de Balaídos, poner en funcionamiento la nueva sede adquirida por el club en un emblemático edificio del centro de Vigo e iniciar la construcción de una ciudad deportiva. Los dos primeros se demoran, pero se intuye un final por más que el estadio vaya estar en obras todavía al menos un año más; el tercero ha quedado aplazado. Y Mouriño, que es dueño de más del 50% de las acciones de la entidad, ya no niega que busca una salida tras pilotar la reconstrucción de una entidad que hace ocho años estaba en suspensión de pagos y debía 69 millones de euros y hoy camina sin deuda cero y el equipo en competición europea.

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“Buscaremos una solución natural y que sea lo menos traumática”, apuntó Mouriño esta mañana en una de sus escasas comparecencias ante los medios de comunicación. En esa tesitura aparecen como una primera opción sus hijos Carlos y Marián. A ellos les propuso ampliar capital y tomar las riendas del club. “Lo están analizando, pero lo veo difícil porque en México tienen a su cargo un conglomerado de empresas”. Mouriño hace años que tiene un pie al otro lado del Atlántico, donde hizo fortuna tras aterrizar allí en los años ochenta. Su regreso a Vigo para dirigir al Celta avivó el mito del emigrante retornado, pero durante este último periplo se ha apoyado en una figura, la del director general Antonio Chaves, un abogado que con apenas treinta años hace ocho que se hizo cargo de la dirección general del club. “Es la mejor opción para sucederme y si me dice que da el paso yo me voy mañana mismo –asume Mouriño-, pero ha decidido unir su destino al mío”. Todos los consejeros de su equipo directivo le han hecho saber a su presidente que también seguirán idéntico camino.

Mouriño baraja la alternativa de nombrar un ejecutivo y ganar tiempo mientras comienza a disfrutar de su merecido retiro. Pero salvo rectificación del interesado no será Chaves y tampoco se atisba un recambio. Así las cosas, la salida que resta es la de la venta. Y ya ha habido ofertas, rechazadas, por un club que ya no tiene deuda, con una base social, según datos ofrecidos por el propio presidente, cercana a los 22.000 abonados y un presupuesto que supera los 55 millones de euros para competir a partir de la próxima semana en su regreso a las competiciones europeas. “Estamos preparando un plan comercial internacional de la mano de empresas especializadas para expandir la marca Celta”, anuncia Mouriño, que tiene el 51,2% de la propiedad de una entidad en la que hay también más de 15.000 pequeños accionistas.

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