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Saúl Craviotto logra el bronce en k1-200

El español, con un mal arranque, remonta para sumar la cuarta medalla del piragüismo español en Río

Saúl Craviotto celebra su victoria.Vídeo: R. Pierse / EL PAÍS
Eleonora Giovio

“¡Saúl, por favor. Por favor, Saúl!”. A Craviotto le perseguía gritándole en castellano por la zona mixta una voluntaria alemana mientras hablaba por teléfono con su mujer. Sólo le faltaban las espinilleras, el marcaje era tan cerrado que no le dejaba ni un metro “Saúl, por favor, tienes que irte al podio”, repetía mientras el piragüista español intentaba dejarla atrás. Al podio de Lagoa se subió Saúl Craviotto dos veces en dos días. El jueves lo compartió con Toro en el K2-200. Este sábado lo compartió con un alemán (Rauher), que fue bronce, igual que él. Es la cuarta medalla para el piragüista después del oro en Pekín 2008 junto a Carlos Pérez Rial y de la plata en Londres 2012 en solitario. Le supera David Cal (con cinco metales), pero alcanza a Mireia Belmonte, Joan Llaneras, Andrea Fuentes y Arancha Sánchez Vicario. La suya también es la cuarta medalla del piragüismo español en estos Juegos.

“Cuando he llegado a meta he mirado a la izquierda y he visto que había cuatro o cinco proas muy cerca y me he puesto en lo peor, en esto soy muy negativo, me gusta ponerme en lo peor así luego me llevo la alegría. Pensé que había hecho cuarto o quinto, luego he visto que era tercero y lo he celebrado, pero a los dos minutos he visto al alemán que ha empezado a chillar y a levantar el brazo y pensé: verás, me han cambiado, me han pasado a cuarto y yo aquí celebrándolo…”, dice pidiendo a una voluntaria, no la alemana, si puede coger la botella de agua que hay en el suelo. “Me he quedado seco”, exclama. De líquidos, porque de garra va sobrado. Lo ha vuelto a demostrar hoy. Dos días después de la paliza del K2 encontró fuerzas para re-acostumbrase al paleo del K1 y remontar hasta el bronce.

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“En el paso del 50 he tenido un desequilibrio, tengo que ver el vídeo porque no sé en qué momento ha sido pero con ese desequilibrio he competido mal los primeros cien metros. No sé si fue por los nervios o por la tensión del momento. El segundo cien me he visto tan atrás que he dicho: o ahora o nunca. He sacado la garra de dentro, no sé ni donde he sacado fuerzas. He intentado remontar al máximo” analizaba. No tenía referencias porque al palear por las calles laterales (séptima) era complicado saber cómo iban los rivales. “Tenía a seis más por la izquierda. He hecho mi carrera, he ido a por todas y estoy súper feliz por el bronce. No contaba con él”, añadía.

¿Daba para más?, le preguntaron. “No lo sé, igual si hubiese hecho mejor el primer cien… Nunca se sabe. Estoy contento, este año mi objetivo primordial era el K2, donde echamos más horas de entrenamiento. El K1 era un extra, como era después del K2 no me influía en el cansancio ni en la fatiga mental. Ha sido un regalo con el que no contaba”, resumía. La voz tranquila, serena, como si en vez de ganar su cuarta medalla olímpica, acabara de darse un paseo.

Su hija Valentina lo vio desde casa. “Seguro que sentada en el sofá comiendo gusanito, es la única manera de que se quede tranquila y no de guerra”, bromeaba. La pequeña se quedó en casa con Celia, la madre y los padres de Craviotto. De ellos se acordó nada más bajar de la piragua. “Pensaba en respirar porque estaba reventadísimo. Me ha venido a la cabeza mi hija, mi mujer, mis padres. El otro día estuve viendo los vídeos que me mandaron de ellos delante de la pantalla viendo el K2 al borde del ataque al corazón… Me estaba imaginando que hoy estarían igual de nerviosos”.

Craviotto consiguió clasificarse para los Juegos en el preolímpico de mayo. Eso le obliga a tener dos picos de forma en pocos meses. Le obliga a estar siempre alerta, a no poder parar, ni aflojar. “Es lo que tiene la repesca, te obliga a estar siempre alerta, preparado, nervioso. Los rivales que consiguen el pase antes igual en enero ya están relajados y eso a lo mejor a mí me viene bien. Físicamente claro, de cabeza voy a acabar chiflado, otro ciclo olímpico igual y acabo loco, se pasa muy, muy mal. Llevo un año muy nervioso pero si el resultado es este, volvería a pasar por ello”, explicó.

Después de Londres se tomó unos meses sabáticos, no paró del todo pero sí iba a entrenar sólo cuando le apetecía. Necesitaba parar, olvidarse de la presión y saborear lo que había conseguido.

¿Y ahora? “Ahora mismo estoy pensando en las vacaciones, en estar con la familia y desconectar que me hace muchísima falta. Luego ya veremos, ahora vuelven las distancias más largas, en Tokio vuelve el 500 con la que gané el oro en Pekín: a mí por edad me viene de maravilla esa distancia porque estoy perdiendo un poco de velocidad, se ha visto hoy que es en los metros finales donde yo empiezo a carburar”, contestó. Tiene 31 años. “Ahora quiero desconectar y luego pensar en las ganas y en la ilusión que tenga. Con esa distancia podemos hacer algo grande”. Ni falta hace que lo jure.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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