Por amor a la gimnasia
Melania Rodríguez, que fue gran promesa de la artística, se reinventa a los 15 años como campeona de doble minitramp
Hace dos años aún competía sobre la barra o las paralelas y decían los entendidos que en ella había una promesa de campeona olímpica. Pero algo se torció y, tras meses de zozobra, Melania Rodríguez abandonó el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid, donde se moldean las mejores gimnastas del país. Lo hizo poco antes de viajar a Italia para una competición y no miró atrás.
“Me cansé”, dice en su casa de Madrid con una sonrisa que revela algunas cosas de las que ahora no quiere hablar. Es abril y Melania acaba de proclamarse campeona de Europa júnior de doble minitramp en Valladolid (una de esas especialidades espectaculares de la gimnasia que consiste en realizar un complicado mortal sobre una minicama elástica y con la fuerza del rebote realizar otra acrobacia y aterrizar en una colchoneta con la máxima precisión posible). Antes fue bronce mundial. Y este fin de semana ha repetido éxito en la Copa del Mundo de Coimbra (y ha añadido una plata en trampolín y un bronce en tumbling).
Por estos éxitos y porque se nota que disfruta con lo que hace, esta gallega de 15 años, menuda, muy fuerte y de tímida sonrisa, de lo que quiere hablar es de lo bien que le va y de cómo ha recuperado el amor por la gimnasia. Para entenderlo hay que volver al principio, a Galicia. Y a Pablo Hinojar, el entrenador del Ximnasia Pontevedra que vio en ella una campeona en potencia cuando apareció por las instalaciones de la mano de su madre con apenas seis años de edad y ya decepcionada del ballet. De esa época, la madre de Melania, Antonia, aún recuerda los viajes diarios de 120 kilómetros y las cenas en el coche para que la niña volara, aprendiera la técnica para hacer mortales cada vez más complicados. Luego vino la dedicación a la gimnasia artística, las medallas en campeonatos de España de categorías inferiores, la marcha a Madrid, donde se instaló la familia, primero para que Melania se entrenara en un club con las instalaciones adecuadas y luego para integrarse en la disciplina del CAR, y el bronce absoluto en los Juegos del Mediterráneo.
Ahora, la gimnasta ha emprendido el camino de vuelta y casi cada fin de semana coge un autobús para entrenarse con Hinojar. Como no tiene beca ni patrocinador, es su madre quien se hace cargo de los viajes, del material, de todo, explica la familia. “Durante la semana hago en Madrid preparación física y elementos fáciles”, explica la gimnasta (su hermano es entrenador en un club), que ha terminado 3º de ESO. En Galicia, perfecciona la técnica, prueba nuevos elementos, mejora su programa. “En el suelo todo es mucho más rápido”, recuerda de su época de gimnasta de artística, que aún revive en cierta forma cuando hace tumbling. “El trampolín es más técnico, te da tiempo a pensar, a corregir”.
“Melania es una niña muy especial”, asegura Hinojar en conversación telefónica. “Llevo 20 años en esto y no he visto nada igual. Analiza muy bien el entorno. No solo es que tenga el cuerpo adecuado, es que enseguida se da cuenta de lo que hace mal. Además, es muy tranquila en competición. Igual es muy osado, pero creo que es capaz de conseguir lo que quiera porque tiene el talento, las ganas y el trabajo. No es que le guste la gimnasia, es que es su vida”.
Aunque sea otra gimnasia. Melania Rodríguez ya no se sube a las paralelas ni sueña con los Juegos Olímpicos porque su nueva especialidad no es olímpica. Pero ha encontrado nuevos objetivos: “Lo que quiero es seguir compitiendo y conseguir resultados”, se despide.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.