Ronaldo aparece justo a tiempo
El delantero de Portugal define la semifinal con un tanto y una asistencia a la vez que Bale se pierde en la indefinición de Gales
Nada más salir al césped para dar una vuelta de reconocimiento, todavía con los auriculares y el chándal puestos, Bale se encontró con Pepe, que justo acababa de dedicarle todo tipo de carantoñas a su pequeña hija por detrás del banquillo visitante. “¿Qué tal?”, se preguntaron entre abrazos. “Bien, bien”, respondieron ambos. “Pero hoy ganamos nosotros ¿eh?”, le vino a advertir Bale con el índice levantado al tiempo que Pepe negaba con la cabeza y se carcajeaba. También se rió lo suyo Cristiano Ronaldo antes de empezar el encuentro, toda vez que un espontáneo se coló en el campo para hacerse un selfie con su ídolo y darle un abrazo, además de posar después en la foto oficial del equipo luso junto a él. Al verlo, el 7 no pudo contener la risa y le dio unas palmadas en la espalda. Pero luego se giró y, competitivo como es —hasta en un sprint del calentamiento se picó con Nani para ver quién llegaba primero—, se centró en lo que tocaba, que no era otra cosa que la semifinal de la Eurocopa.
En un duelo espeso donde Gales intentaba jugar sin éxito y Portugal intentaba el éxito sin jugar, pronto quedó claro que el desequilibrio solo podía llegar de las botas de Bale y Cristiano, que curiosamente juegan de delantero centro en sus selecciones pero no en el Madrid, donde se expresan por los costados para darle la punta de ataque a Benzema.
Le costó encontrar su hueco al galés porque Fonte y Bruno Alves tenían las ayudas de los laterales, poco atareados ante las escasas embestidas de los carrileros rivales. Así, decidió retroceder unos pasos para participar del juego, para definirse con ese cambio de ritmo demoledor que deja cinturas por el camino. Se lo hizo a Cédric y lo tumbó al suelo; se la jugó a Danilo y repitió la suerte del desenlace. Pero en una ocasión su centro no encontró receptor y en la otra, después de una carrera y conducción de 50 metros, chutó desde el balcón del área demasiado centrado y blando.
En el área rival reclamaba el protagonismo Ronaldo, un tanto acelerado de inicio como aclaró en la primera jugada, derribado por Collins, sin sanción de por medio. Alzó los brazos, protestó e hizo todo tipo de muecas que repetiría después porque en una misma jugada reclamó dos penaltis que no eran. No encontraba su espacio, bien encimado por el propio Collins y las puntuales ayudas de Williams, un capitán que jugaba con protección en el hombro por una distensión que no acaba de curar. Por lo que sin espacio para correr ni para girarse, entendió que debía devolverlas de primeras. En una de esas, se la cedió a João Mario, que disparó fuera del área sin tino. Y tuvo la suya en un centro de Guerreiro que remató alto. Pero no era, ni de lejos, su última palabra.
En un duelo espeso, pronto quedó claro que el desequilibrio solo podía llegar de las botas de Bale y Cristiano
Atascado Gales, Bale encontró su momento en una jugada de laboratorio tras un saque de esquina. Pero su disparo se fue arriba y su equipo se vino abajo, por más que la afición entonara la canción de Gareth al ritmo de las notas de Love to love you, de Gloria Gaynor. Lo contrario de un Cristiano Ronaldo que al fin reivindicó en esta Eurocopa su papel como futbolista universal y no únicamente como capitán. Fue en un córner, cuando Guerreiro la puso al segundo palo y ahí apareció Ronaldo, que se suspendió en el aire a la vez que los demás bajaban, que remató con virulencia a la red. Nada pudo hacer Hennessey, que sacó el brazo cuando la pelota ya descansaba. Corrió al banderín del córner el 7, que soportó la melé de todos los jugadores de campo —menos del meta Rui Patricio, que bebía del botellín de agua— y hasta tres suplentes que calentaban por ahí. Luego, claro, hizo su gesto característico de celebración con el ¡síuuu! famoso.
La réplica de Bale no llegó —más allá de dos disparos desde 30 metros—, quizá porque atendió al pase antes que al eslalon. Pero la unión era la fuerza que definió a Gales y no traicionó a su ideario. Menos miramientos tiene Ronaldo, que va a lo suyo porque se sabe mejor que los demás. Y anoche, como tantas otras veces, funcionó. Fue en una contra, en un balón que recibió en la frontal del área y que completó con un disparo raso que se iba desviado. Pero Nani se tiró al suelo, cambió la trayectoria y resolvió el partido. Anoche, ganó Portugal a Gales. Y Bale poco pudo hacer ante un Ronaldo que igualó el récord de nueve goles de Platini en la Eurocopa —él en cuatro participaciones y el francés en una— y que se convirtió en el tercer jugador en marcar en dos semifinales del torneo (junto a los rusos Ponedelkin e Ivanov, en el 60 y 64). “Nuestro sueño está aquí”, reflexionó al concluir el duelo. Sólo le queda la final.
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