La ira de Lewis Hamilton
Lauda reconoce que el británico destrozó su habitación en Bakú tras besar el muro en la cronometrada
La personalidad de Lewis Hamilton es una contradicción en sí. Por un lado, el actual campeón del mundo de la Fórmula 1 trata de trascender a ella, y para llegar a su objetivo barniza con una pátina de misticismo cualquiera de los mensajes que lanza en sus apariciones públicas, bien sea en televisión o en las entrevistas que se le hacen. El problema es que ese discurso no es creíble en alguien que cada dos por tres sale de fiesta con Justin Bieber o que, como se acaba de saber, reacciona destrozando una habitación de un hotel tras haber cometido un error de conducción. Esto último, precisamente, es lo que hizo hace algo más de dos semanas, en Bakú, según ha reconocido Niki Lauda, presidente no ejecutivo de Mercedes, a Servus TV, la televisión de Red Bull.
El ex piloto austríaco afirma que aquel sábado, el británico decidió liarse a mamporros con todo lo que había en su estancia dentro de la caravana de Mercedes, después de haber rozado el muro del circuito azerbaiyano y haberle facilitado a su compañero de equipo, Nico Rosberg, que lograra la pole sin tener siquiera que recurrir a la segunda tentativa de vuelta rápida.
“Se cargó la habitación porque se había dado contra la pared. De modo que deberá pagar los desperfectos, puede contar con ello”, le respondió al entrevistador. “Me dijo que no entrara [en el cuarto] porque iba a destrozarlo todo. Así fue”, añade el ejecutivo de la escudería de las flechas de plata en un cara a cada que se grabó el viernes en Spielberg, antes de que la pareja de la estructura de Brackley (Gran Bretaña), volviera a colisionar el domingo. En menos de una semana, en Silverstone, sabremos si aquella colisión que tanto enfureció a Toto Wolff, el director de Mercedes, provocará que las órdenes de equipo entren en escena, algo que todavía podría revolucionar un poco más el explosivo carácter de Hamilton, que en estos momentos es el que figura por detrás en la tabla de puntos, con 11 menos que su vecino.
Este ataque de ira en Bakú, no obstante, no es más que una más de las extravagancias del corredor de Tewin, que quiere pasar a la historia como un ejemplo de superación y que, de seguir por este camino, lo terminará haciendo como un malcriado. Este último episodio completa un historia en el que también figuran otros, como por ejemplo la multa que tuvo que pagar en Australia por ponerse a hacer donuts [derrapar en círculos] con el coche por la calle, el conflicto público que mantuvo antes de la primera carrera del curso con el casino de Auckland, por haberle negado el acceso al no ir adecuadamente vestido. Eso mismo también le pasó hace poco más de un año en el All England Tennis Club, en Londres, durante el último torneo de Wimbledon.
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