El gran sueño de ‘Cartman’
El británico Marcus Willis, 772 del 'ranking' y que se gana la vida como profesor, jugará contra Federer tras firmar su primer triunfo como profesional y acceder a Wimbledon desde un torneo local
No lo dice un cualquiera, sino el mismísimo Roger Federer: “Este es el tipo de historias que necesita nuestro deporte. Es fantástico, una historia fantástica. De hecho, tengo muchas ganas de jugar contra él”.
A simple vista, el nombre de Marcus Willis pasa absolutamente desapercibido para el lector. Sin embargo, este jugador británico protagonizó a última hora de ayer una de los relatos más hermosos que se recuerdan desde hace tiempo. Británico, zurdo, 25 años, ocupa el puesto 772 en el ranking mundial. Hasta que venció a Ricardas Berankis (6-3, 6-3 y 6-4) en la primera ronda de Wimbledon, no había logrado nunca una sola victoria en el circuito de la ATP; este año solo había disputado un torneo, en Túnez; y se gana la vida como profesor de tenis en el Warwick Boat Club, donde percibe 30 libras por hora por enseñar a jugar a niños. Estaba muy cerca de abandonar su deporte e irse a Filadelfia en busca de un futuro mejor, para ejercer también de profesor, pero aumentando significativamente sus ingresos. Pero cambió de opinión.
Ahora, después de una de esas románticas carambolas que depara el destino de vez en cuando, se medirá este miércoles a Federer. Al símbolo. “Siempre he creído en mí mismo, aunque nunca pensé que podría clasificarme para la fase final aquí”, admitió después de firmar la victoria y poner patas arriba la pista 17, donde los aficionados le coreaban con cánticos más propios de un estadio de fútbol que de uno de tenis. “Es el mejor resultado de mi carrera hasta ahora, pero creo que puedo ir más lejos. Si no es este año, será en los siguientes. De momento quiero ir partido a partido”, manifestó.
Sobrepeso y mentalidad perdedora
Antes de la hazaña, Willis se había planteado seriamente dejar la raqueta, pero una charla en un pub, con la que entonces era una desconocida y hoy día es su novia, Jennifer, le hizo cambiar de opinión. Decidió continuar y darle la vuelta a la historia. Le apodaban Cartman por el absurdo personaje de la seria televisiva de dibujos South Park y sufría sobrepeso, así que se puso manos a la obra. Se puso físicamente a tono y transformó los pensamientos. “Era un perdedor”, contó; “así que me miré en el espejo y me dije a mí mismo: eres mejor que esto”.
Para aterrizar ante Federer tuvo que enlazar siete triunfos sucesivos: tres en un torneo previo para jugadores locales y luego otros tres de la clasificación previa para el major inglés, contra Yuichi Sugita (99 de la ATP), el talentoso ruso Andrey Rublev (153) y Daniil Medvedev (228). Ya en Wimbledon, su bautizo profesional, frente a Berankis.
A punto de dejar el tenis, no lo hizo por su novia. "Es una de esas historias que necesita nuestro deporte", dice Federer
“Es lo máximo que uno puede pedir. He hecho realidad mi sueño”, dijo, sin concederle excesiva importancia al cheque que la garantiza la victoria, de unos 60.000 euros. “Yo no juego por dinero”, precisó. El caso es que Willis se convirtió en el primer tenista que llega a la segunda ronda de un Grand Slam con un ranking tan bajo desde 1988, cuando Jared Palmer (923 en la lista) lo consiguió en el US Open. Ahora, ante sí, un lujo llamado Federer.
¿Has jugado contra alguien con un ranking tan bajo, Roger, y con una historia así detrás? “Me he enfrentado contra jugadores que reciben wild cards, pero no suelen ser profesores; a este nivel es la primera vez, desde luego. Este partido será diferente. La gente la apoyará a él, lógicamente. Le vi jugar y lo hace bien, de lo contrario no estaría donde está. Espero un gran ambiente y si él recibe más apoyo será fantástico”, respondió el suizo, el gigante, ganador de 17 títulos del Grand Slam.
Willis celebró su éxito con sprint sobre la pista. Se encaramó a una grada en la que estaban sus amigos y su chica, a la que le estampó un beso. Porque, en el fondo, Marcus está ante una oportunidad única, pero en gran medida es gracias a aquella charla con Jennifer.
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