El renacido Del Potro

Los últimos tres años han sido un infierno para Juan Martín del Potro (Tandil, Argentina; 27 años). Han sido tres años de médicos y dolor, de quirófanos, angustia y una lucha constante por no rendirse y no colgar la raqueta. Han significado un tortuoso proceso de aridez en el que llegó a experimentar esa cruda sensación del que no se siente útil. Los ligamentos de la muñeca izquierda fueron minando poco a poco su carrera, que pudo terminar a finales del año pasado, cuando estuvo a punto de dejarlo todo. “Trato de ni pensarlo”, explica hora, feliz pero prudente, porque hoy día vuelve a sentirse tenista.

“Ha sido muy difícil salir adelante, porque lo que me ha ocurrido ha tapado un poco lo que hice antes, pero como sé todo lo que me ha costado estar donde estoy ahora, como sé todo lo triste que estuve y lo cerca que he estado de no poder volver a jugar, hoy disfruto mucho más otras cosas”, decía ayer, después de batir por 6-1, 7-5 y 6-0 a Stéphane Robert y de volver a pisar el césped de Wimbledon, algo que no hacía desde julio de 2013, cuando cedió en las semifinales contra Novak Djokovic después de un estupendo partido.

En 2010, una lesión en la muñeca derecha ya le forzó a operarse y le retuvo en la enfermería durante ocho meses. Hasta entonces se había erigido en un durísimo oponente para el Big Four, para los Federer, Nadal, Nole y Murray, en un bombardero sobre superficies rápidas que llegó a ser el cuarto mejor del planeta y conquistó el US Open 2009. Fue el primer contratiempo, pero luego vino lo peor. Una caída libre progresiva. La articulación izquierda comenzó a fallar. Se sometió al bisturí en marzo de 2014, pero no desaparecía el dolor; después (enero de 2015) tuvo que volver a ser intervenido, sin demasiado éxito; y un tercer intento (junio del año pasado) tampoco brindó una solución.

Kinesiología y mucho trabajo mental

“Lo que más triste me ponía era no tener una vida normal, mi rutina, el levantarme y tener un horario de entrenamiento”, contaba ayer, en una jornada en la que la lluvia suspendió hasta 30 partidos; “ahora, poco a poco, esas cosas se han ido ordenando; ahora estoy volviendo a hablar de tenis, de calendarios y de torneos más que de mi muñeca, de tratamientos, lesiones y doctores, así que eso es una buena señal. Para mí es muy lindo volver a encontrarme con jugadores con los que he tenido grandes batallas y con los que he compartido mucho tiempo en los vestuarios. Por mucho que el tren se me haya ido, quiero ir acercándome poco a poco a ellos de nuevo”.

Mi desafío este año es terminar sano y estar preparado para la próxima temporada

La luz comenzó a asomar el pasado febrero, cuando regresó a las pistas 327 días después, en un torneo en Delray Beach (Florida). A partir de ahí, paso a paso, sesiones diarias de kinesiología (terapia natural que evalúa la respuesta de los músculos para detectar desequilibrios en el organismo y prevenir trastornos) y mucho trabajo mental para perder el miedo en los golpeos con el revés y los restos. Renunció a Roland Garros para centrarse en la gira de hierba. “Ahora la mano me deja planificar otras cosas. También puedo entrenar más fuerte y cada vez intento exigirme un poco más. Creo que estoy yendo por el camino correcto y ahora disfruto del tenis”.

Citado en la segunda ronda con Stan Wawrinka (7-6, 6-1, 6-7 y 6-4 a Taylor Fritz), no mira más allá del día a día. “Solo pienso en mi recuperación. Tras más de 895 días [la última vez fue en Australia 2014] volví a jugar en un Grand Slam y a ganar, lo cual no es sencillo. Voy a intentar estar a la altura, pero yo tengo que intentar lidiar con mi situación y no debo exigirme de más. Mi desafío este año es terminar sano y preparado para el próximo”, zanjó Del Potro, otra vez en un gran escenario. Renacido el de Tandil.