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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Bale, Griezmann, gente que gana partidos

Uno tiene a Gales en cuartos porque así lo ha querido y el otro ha sacado a Francia del pánico total

Griezmann celebra un gol de Francia.
Griezmann celebra un gol de Francia.MAX ROSSI (REUTERS)

Una de las mejores selecciones de la Eurocopa ya se fue a su casa, a Croacia concretamente. Una de las más pobres, de juego que no de espíritu, sigue en el torneo. Fútbol, se llama esto tan absurdo. Portugal tiene en el horizonte las semifinales, si elimina en cuartos a una Polonia que avanza de tumbo en tumbo sin que Lewandovski dé las buenas tardes, y cuando las dé igual ya es de noche. Vamos, que está Portugal donde se la podía esperar, dado quién es el dueño de su número siete, pero donde no ha merecido estar. Salvó la primera fase de milagro, gracias a un sublime taconazo y un brutal cabezazo de Cristiano, que salió ante Hungría al rescate de un equipo que está cogido con papel de fumar. Pero el problema de Cristiano, o la virtud, es que le resulta sencillo dejar a uno en mal lugar. Se puede decir de él que tiene reacciones de cretino, como tirar el micro de un periodista a un lago o criticar a la minúscula y extraordinaria Islandia por jugar a la defensiva. Y se puede argumentar, en lo futbolístico, que su regate ha desaparecido, su velocidad menguado y su acierto a balón parado es irrisorio. Y una vez se ha dicho eso, puede ocurrir, y ocurre, que el chico aparezca en el sitio adecuado en el momento justo y se saque un golazo de no se sabe dónde. Pero siempre habrá quien diga que eso es lo único que se puede esperar de un jugador que ya solo es el mejor rematador del planeta, un asunto menor, quizá.

Pero no está siendo Cristiano protagonista de esta Eurocopa. Lo está siendo de una Portugal que no se ha marchado aún a Lisboa porque Croacia le perdonó la vida. Los focos del torneo se dirigen a esta hora, además de a Islandia en pleno, a dos jugadores que han cogido la sana rutina de ganar partidos. Uno es Bale, ese chico que lleva sobre los hombros un país entero, que por pequeño que sea debe pesar lo suyo. Hubo días en los que Bale cogía la pelota y existía la sensación de que iba a pasar algo. Hoy coge la pelota y existe la seguridad de que algo va a pasar. Y pensar que de este tío se ha dicho que era un caballo desbocado, que no entendía el fútbol, que no era dinámico, que era un verso suelto, sin capacidad de improvisación, un corredor de fondo, 100 millones tirados a la basura por esos caprichos de Florentino, para qué le necesitaba el Madrid, habrase visto… Bale ha cogido la elogiable costumbre de ganar partidos no solo marcando goles sino convirtiendo centros en goles. Tiene a Gales en cuartos porque así se le ha puesto a él en el deplorable quiqui que adorna su cabeza. La posibilidad de acceder a semifinales, previo duelo con Bélgica, convertiría a Gales en la selección pequeña más grande del fútbol europeo.

Pero la Eurocopa, de momento, deja otro nombre propio, otro de esos futbolistas al que sus compañeros limpian las botas en señal de pleitesía. Es Griezmann, un chico capaz de rescatar a Francia del desastre con todo el país detrás en estado de pánico total. El crecimiento de Griezmann como futbolista es avasallador. Ya durante la temporada, la falta de gol del Atlético le obligó a asumir el liderazgo en ataque casi a empujones. Lo mismo le sucede con Francia, que transita por el torneo de susto en susto pero sin descomponer el gesto. Y no lo descompone gracias a este futbolista de rostro aniñado al que le ha dado por ganar partidos, eso que solo hacen los elegidos, que visto lo visto no son muchos.

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