Colombia especula y cae ante Costa Rica
Pékerman apuesta por 10 jugadores nuevos de inicio, sufre una derrota y podría medirse a Brasil en cuartos al terminar segunda de grupo
La Colombia que marchaba sólida en la Copa América, con galones para aspirar a cualquier meta, se llevó a cuartos de final un saco de incertidumbres con el que nadie contaba. Especuló sobremanera Pékerman con la nómina inicial ante Costa Rica y el desastre fue morrocotudo. Una derrota con la que termina segunda de grupo. Si la lógica se impone este domingo entre Brasil y Perú, la Canarinha será el rival en la primera eliminatoria a muerte súbita. Un peaje innecesario del que Colombia se deberá recuperar en un pispás. Ya no hay margen de maniobra.
Pékerman recurrió a una fórmula similar a la del Mundial de Brasil. Después de dos victorias, con el pase a cuartos en el bolsillo, dio carrete a los suplentes. Hace dos años, contra Japón, le salió redondo. Ante Costa Rica, el técnico argentino cambió 10 jugadores del once que acostumbraba. El experimento resultó un completo desastre para la tricolor. La anarquía se apoderó del cuadro colombiano, sin rumbo, lejos de la seriedad que había logrado mostrar ante Estados Unidos y Paraguay.
El desequilibrio colombiano contrastó con una corajuda Costa Rica. La selección tica, ya eliminada antes de que sonaran los himnos, dio una muestra de orgullo, desplegó las alas e imprimió un ritmo que resultó una tortura para Colombia desde el primer suspiro. Dos minutos necesitó Venegas para cortar la respiración de los cafeteros, que recibieron un balón de oxígeno con el tanto de Fabra, autor también del autogol que volvía a poner, al borde del descanso, cuesta arriba el partido para los de Pékerman.
El técnico argentino optó por probar a la que se considera la base de la Colombia que acudirá a los Juegos Olímpicos de Río. Un equipo que apenas había congeniado hasta la fecha y al que se le atragantó el desafío. La solidez que había mostrado la zaga tricolor dio paso a un coladero por el que se entraban los ticos, aturdiendo a un Zapata desnortado también en portería. Ni rastro había tampoco de la salida de balón que caracterizó a Colombia en los dos primeros encuentros. La distancia entre la retaguardia y la delantera era abismal. Carlos Sánchez, una roca acostumbrada a campar sin miramientos por el césped, penaba sin rumbo por el tapete de Houston.
Pékerman trató de remediar en el descanso la pifia de su planteamiento inicial. James y Cardona aportaron otro ritmo a la selección colombiana, pero ante todo solidez en el juego. Fue Borges quien cortó de cuajo las esperanzas de la tricolor con un tercer gol que resultó un Himalaya para estos escarabajos del balón. Marlos Moreno, el voluntarioso delantero del Nacional de Medellín que apenas roza la veintena y que aspira a ser en un futuro no muy lejano el sucesor de Asprilla, recortó distancias.
El tanto dio esperanzas a Colombia que, a la desesperada, buscaba la heroica. Un empate le servía para acabar primera de grupo. Se agarró a las individualidades de jugadores superiores a los ticos, pero seguía la tricolor sin dar muestras de ser un grupo con personalidad. Encerró Colombia a Costa Rica y convirtió el partido en un monólogo trepidante bajo el arco de Pemberton. Fue en vano. Los de Pékerman se fueron a la ducha con la sensación de que estuvieron a punto de lograr la remontada y cumplir con los pronósticos. También con la certeza de que los experimentos, en un torneo así, pueden resultar muy caros.
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