El factor campo
La condición de local aumenta las expectativas de una selección francesa condicionada por la lista de Deschamps y avalada por el despliegue de Pogba
La condición de anfitriona obliga y avala a Francia, campeona del Mundo (1998) y de Europa (1984) en casa, ganadora también del torneo continental disputado en 2000 en las vecinas Bélgica y Holanda. El guion presenta igualmente ciertas similitudes en cuanto a la figura del seleccionador: Didier Deschamps es hoy tan contestado como en su día lo fue Aimé Jacquet. La lista de convocados provoca habitualmente encendidas controversias en una selección acostumbrada a vivir, por otra parte, en estado de agitación permanente, necesitada ahora, además, de liderazgo, marcada históricamente como ha estado por figuras de la categoría de Michel Platini, Zinedine Zidane o Eric Cantona. A veces da la sensación de que los internacionales viven en un avispero desde que se concentran con Francia.
El equipo tiene encanto. La clave está en adaptarse”, repite últimamente Deschamps
Cantona es precisamente uno de los más desencantados por la convocatoria de Deschamps. No entiende que no hayan sido citados dos delanteros tan exquisitos como Benzema y Ben Arfa y se pregunta si su ausencia obedece al origen magrebí de ambos, denuncia alimentada por la acusación del delantero del Madrid en el diario Marca: “El seleccionador se ha plegado a la presión de una parte racista de Francia”. La afirmación ha irritado a Deschamps, capitán del equipo multirracial y mestizo que alcanzó la gloria en 1998 sin Ginola ni Cantona ni Anelka. Aquella selección estaba entrenada por Jacquet, un técnico que recomendaba a sus futbolistas que no leyeran la prensa después de su enfrentamiento con medios como L’Equipe. “No perdonaré jamás”, afirmó después de ganar en Saint Denis.
El punto débil
“El equipo tiene encanto. La clave está en adaptarse”, repite últimamente Deschamps. Acusado de politiquear en exceso, no le será fácil gobernar a un plantel diezmado también por las ausencias forzadas de futbolistas como Varane y Mathieu —ambos lesionados—, Sakho —dopaje—, o Valbuena, centro de la polémica por el chantaje sexual que afecta a Benzema. La hinchada confía en Griezmann, la crítica periodística coincide en la importancia de Matuidi y Pogba y hay un interés general por ver el comportamiento de Martial, Coman e incluso Payet. El Pulpo Pogba, el centrocampista de la Juventus por el que suspiran los distintos aspirantes a ganar la Liga de Campeones, será el centro neurálgico de Francia. El punto débil, por el contrario, se sitúa en la línea defensiva, aparentemente vulnerable, más débil que la fortaleza levantada en 1998.
El reto de les bleus es monumental si se tiene en cuenta que ningún equipo francés ha llegado a las fases finales de las grandes competiciones en los últimos diez años —como recuerda el número especial de la revista France Football—, nada que ver con el periodo anterior 1996-2006, cuando disputó dos finales de la Copa del Mundo y una semifinal de la Eurocopa. Jugar en casa agranda el desafío de los muchachos de Deschamps, hoy hilo conductor de la historia futbolística de Francia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.