_
_
_
_
_

Rumania, tras la ‘Generación de Oro’

El técnico Iordanescu, basado en la férrea defensa, pretende superar a la selección de 2000 de Hagi, que alcanzó los cuartos de final

Jordi Quixano
Anghel Iordanescu, en el entrenamiento de ayer en Saint-Denis.
Anghel Iordanescu, en el entrenamiento de ayer en Saint-Denis.Clive Mason (Getty Images)

Senador en el Parlamento y mayor general del ejército, el seleccionador Anghel Iordanescu –que asume los mandos de Rumania por tercera vez– tiene claro que lo primero es la defensa. “Hemos trabajado con sesiones de vídeo. Sabemos que tienen jugadores con un talento terrorífico y jugaran agresivos desde el principio porque están en su casa, pero seguiremos el plan que hemos trabajado”, conviene el técnico. Una estrategia que de momento funciona porque la selección rumana fue la menos goleada en la fase de grupos con solo dos tantos (ante Hungría y Finlandia), uno menos que España e Inglaterra. “Es un grupo que funciona como bloque y bajo las reglas del ejercicio defensivo”, reconoce Constantin Galca, despedido hace unas semanas del banquillo del Espanyol e integrante de la selección de 2000, cuando el equipo alcanzó los cuartos de final. Ese fue el mayor logro histórico en la competición de la considerada Generación de Oro. “La ilusión es superarles”, proclama Iordanescu. Pero la diferencia estriba en Gica Hagi y en peloteros como Popescu, Chivu, Munteanu o Stelea. “Sí, les faltan nuestras individualidades, que fueron determinantes en la Euro”, acepta Galca.

Ese torneo, sin embargo, no empezó sobre el césped sino que lo hizo en un plató de televisión, donde el presentador Adrian Paunescu, fiel seguidor del nacional-comunismo del dictador Nicolae Ceausescu, invitó a Hagi para que reconsiderara su posición de retiro con la selección. Discursos, poemas, mensajes y llamadas de los aficionados por lo que, tras horas de insistencia, el 10 acertó a decir entre lágrimas: “Esperad un momento, que Piturca [el seleccionador] ni siquiera me ha convocado”. Minutos después, en conversación telefónica pública, se cerró su vuelta al equipo. “Ya jugó en el duelo clave de clasificación ante Hungría, en el que vencimos”, rememora Galca. Pero Piturca no llegó a la Eurocopa porque en una rueda de prensa posterior declaró que también lo hubieran conseguido sin Hagi. Horas más tarde, el técnico estaba despedido, perdedor de un pulso innecesario. “No se ha sabido nunca lo que pasó”, revela Galca; “la verdad de la discusión se la quedan ellos”. Le suplió Emeric Jenei, que había sido campeón de la Copa de Europa con el Steaua de Bucarest ante el Barça (1986) y al que le llamaban Tío Imi por su cercanía con el grupo. “El adecuado era Piturca porque se lo merecía, pero Jenei era un gran pedagogo, un animador excelente, y respetó la idea de juego”, señala Galca. Los presagios, sin embargo, no eran buenos por el grupo en el que les tocaba competir.

Sí, les faltan nuestras individualidades, que fueron determinantes en la Euro Constantin Galca, extécnico del Espanyol

Liderados por Hagi se sentían poderosos. “Estábamos convencidos de nuestras posibilidades. Teníamos un grupo muy fuerte, con mentalidad positiva”, explica Galca. Así, en el primer choque firmaron las tablas con Alemania. Cayeron luego ante Portugal en el minuto 95. “Y ante Inglaterra salimos al campo sabedores de que podíamos lograrlo, siempre y cuando Portugal nos echara una mano ante Alemania…”, dice Galca. Y así ocurrió, gracias a un penalti sobre la bocina que sirvió para el 3-2, para el triunfo y el pase a cuartos. “Sólo recuerdo abrazos, algún lloro y mucha felicidad”, cuenta el extécnico del Espanyol; “pero lo que más nos llenaba era que en la Plaza de la Revolución de Bucarest había cerca de 30.000 personas festejándolo”.

Hagi, figura de Rumanía, tendido en el suelo en el partido de cuartos de final ante Italia, que perdió 2-0.
Hagi, figura de Rumanía, tendido en el suelo en el partido de cuartos de final ante Italia, que perdió 2-0.AFP

Tocaba Italia, un hueso duro. “Jenei nos dijo que disfrutáramos, que no pensáramos en otra cosa”, recuerda Galca. Pero ante ese rival era complicado. “Nos dejaban jugar hasta los últimos 30 metros, donde plantaron una defensa imposible de superar”, se lamenta Galca. Hasta Hagi perdió la paciencia porque le hizo una dura entrada a Conte –ahora seleccionador azzurro- y le sacó del torneo, al tiempo que era expulsado por simular un penalti. “La presión, los nervios… a veces ocurre. Pero por eso no deja de ser el mejor jugador de nuestra historia”, replica Galca. Y añade: “En ese campeonato nos faltó un poco de suerte, nada más”.

Ahora Iordanescu quiere ser la sombra de la Generación de Oro. Hoy empiezan ante Francia y se medirán con Albania y Suiza. “Nuestro grupo era imposible y lo logramos. Todo es posible”, vaticina Galca; “y seguro que se van a soltar también en ataque”. Aunque no lo parece con el General, entregado al 4-2-3-1 con repliegue bajo para ayudar al portero Tatarusanu (1,98 metros) y salir a la contra. No tienen a Hagi, pero se fían a la defensa.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_