La cara B de los Warriors da primero ante los Cavaliers

Los secundarios de los Warriors fueron los artífices de la primera victoria de la final ante los Cavaliers (104-89). Livingston, Iguodala y Draymond Green llevaron las riendas del duelo. Stephen Curry y Klay Thompson, las dos estrellas de Golden State, estuvieron muy apagadas. Los secundarios llevaron en volandas al equipo de la Bahía de San Francisco en el que destacaron también Bogut, Barbosa y Barnes.

Los Cavaliers no pudieron con el despliegue de la escuadra de Steve Kerr, que dominó casi todo el tiempo y abrió una notable brecha ya en el tercer cuarto (88-72) tras un parcial de 21-4 tras la única corta fase de dominio de los de Ohio (67-68).

“Incluso los mejores jugadores del mundo tienen una mala noche. Steph tuvo una de ellas. Pero no nos hizo dañó gracias a nuestro banquillo y a nuestro juego en general, con un gran esfuerzo defensivo y un esmerado cuidado del balón”, explicó Steve Kerr. Los reservas de Golden State superaron por 45-10 a los de Cleveland.

Livingston, el base reserva de Curry, sumó 20 puntos. Barbosa, que salía de una lesión, aportó 11 puntos sin fallar un solo tiro. Iguodala sumó 12 puntos, 7 rebotes y 6 asistencias y cumplió de nuevo con su aplicado marcaje a LeBron James. Draymond Green rozó el triple doble: 16 puntos, 11 rebotes y 7 asistencias.

Los peores fueron los habitualmente mejores. Curry se quedó en 11 puntos, con una tarjeta de 4 de 15 en el tiro y 5 pérdidas de balón. Y Klay Thompson le fue a la zaga, con solo 9 puntos y un 4 de 12 en el tiro.

Los Cavaliers no aprovecharon el mal día de las dos estrellas de los Warriors. LeBron James acarició el triple doble con 23 puntos, 12 rebotes y 9 asistencias. Kyrie Irving fue el máximo anotador del partido con 26 puntos, 11 de ellos desde la línea de tiros libres. Y Kevin Love acumuló 17 puntos y 13 rebotes.

Pero el trío estelar de los Cavaliers, además de no ser mínimamente complementado por el resto de la escuadra, acumuló unos porcentajes de acierto muy bajos. El primer duelo de la repetición de la final de 2015 fue para Golden State, que salió reforzado por la aportación de sus jugadores habitualmente menos protagonistas. Fue una demostración de los recursos que posee el campeón y de su espléndido funcionamiento colectivo, más allá de nombres tan rutilantes y habitualmente decisivos como Stephen Curry y Klay Thompson. Esta vez los campeones ganaron gracias a su cara B.