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Real Madrid - Atlético de Madrid: un choque de estilos

El análisis táctico de la final de Milán y de dos modelos de juego muy diferentes, linea por línea

José Sámano
Escudos de Real Madrid y Atlético con la Champions.
Escudos de Real Madrid y Atlético con la Champions.Clive Rose (Getty)
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Real Madrid y Atlético representan dos modelos opuestos de fútbol, un choque de estilos. Más imprevisible el Madrid, con mayor vocación ofensiva y apego por la pelota, y más firme el Atlético, muy cómodo sin el balón. Esto es un análisis línea por línea de unos y otros.

Dos porterazos. El portero es un solo, decían los clásicos no sin razón. Y en su retiro, Keylor Navas y Oblak son dos guardametas de los que presumir, en lo puramente técnico y en lo mental. El primero tuvo que sustituir a un mito, sí, una leyenda, por más que algunos pirómanos negaran tal condición a Casillas. Por si no fuera poco, de no ser por un mal fax hoy estaría en el United. Su espiritualidad le permitió soportar el sainete y sus fabulosas condiciones bajo palos le procuraron el aprecio y hasta la admiración. Portero solvente, ágil y muy decidido y bizarro en las salidas, sobre todo en los duelos directos con los atacantes. Como a la mayoría de arqueros de equipos con galones, le llegan poco, lo que requiere máxima concentración en soledad. Keylor no se despista cuando no tiene tajo, siempre en alerta.

El caso de Oblak tiene similitudes. Llegó de puntillas, sin mucho cartel, y cuando la sombra de Courtois aún era alargada. No tardó en sacudirse cierto mosqueo de la grada. Con un físico privilegiado, es un portero sobrio, de los que remiten a aquellos de antaño que no necesitaban ser “palomiteros” porque siempre estaban donde había que estar. Como Oblak, era lectores anticipados de las jugadas. El esloveno se coloca como pocos, es potente en las salidas y apenas hay rastro de algún despeje inadecuado. Bloca como casi nadie, imanta el balón, lo que niega al rival segundas jugadas en los rechaces.

Laterales de ida y vuelta, y mucho más. Madrid y Atlético también se igualan por los laterales, con los dos seleccionados de la Roja, Carvajal y Juanfran, y dos habituales con Brasil, Marcelo y Filipe. Por la derecha, los dos españoles tuvieron su mili. Juanfran, extremo de origen, tuvo que mudarse a la carrera, poco a poco. Inteligente y abnegado se adaptó de maravilla y hoy parece un lateral de cuna. Llega puntual, al asalto, no por rutina, y de sus tiempos ofensivos mantiene un buen toque, o sabe lo que es buscar al rematador por vía terrestre. Le cuesta más poner el candado en defensa, pero se las apaña y le ayuda que el equipo disponga siempre de volantes auxiliares.

Marcelo esta temporada.
Marcelo esta temporada.Luis Sevillano

Carvajal tampoco despegó a la primera. Necesitó una beca en la Bundesliga, en Leverkusen, para reengancharse al fútbol español y sacar nota en la élite. Pese al fichaje desproporcionado de Danilo, ha ganado el pulso más que con creces. Es un lateral no solo fiable, sino de enormes prestaciones ofensivas y defensivas. Tiene menos socios que Juanfran, pero cumple por casi todos los remolones. Estupendo en ataque, repliega como una bala y cierra la línea con autoridad. De lo mejor del Madrid en todo el curso.

Centrales y caciques. Godín y Sergio Ramos son dos toques de cornetas de primera categoría, futbolistas recios, de mármol, con carácter y arrastre. Al madridista le cabe la condición de “cacique”, etiqueta suramericana que con honores uruguayos representa Godín. Carceleros de aúpa en su área, son capitales en la contraria, donde han sellado glorias como la Liga del Atlético en el Camp Nou y la Décima de Lisboa. En la salida, Sergio prefiere la suerte del pase largo; Godín tiene menos toque, y, aunque no lo haga a menudo, le gusta más ser conductor, ir a la aventura entre las alambradas ajenas. Les diferencia el colega. Godín alterna con Jiménez, su joven discípulo, y con Savic, que entra y sale y acaba de llegar. Sergio hace tiempo que tiene una pareja estable, Pepe, que parece haber dado marcha atrás en el ciclo vital. Los años le han templado, ya no se le cortan los cables como antes, y el castigo del tiempo no le pesa en las piernas. Ha rejuvenecido y mantiene su gran consistencia para los cruces, para el quite, para acogotar al adversario. Si no abusa del pase largo, no hay tachas.

El medio campo rojiblanco es una selva, por fuera y por dentro posición a la que se vuelcan con frecuencia Saúl y Koke para dejar pasillo a los laterales.

El medio campo: guerreros y violinistas. A partir de medio campo llegan las grandes diferencias entre uno y otro equipo. Ninguno concibe la zona intermedia como un apeadero, pero sí la interpretan de modo antagónico. En el Madrid, Casemiro el único escoba, la única ancla, el único nivelador. En el Atlético, con una línea de cuatro, y a veces cinco cuando Griezmann recula a un costado, todos son mosqueteros a la hora de formar un dique. Todos muy juntos para la presión, para estrechar al rival en cualquier zona y, siempre que se pueda, martirizarle contra las bandas. El medio campo rojiblanco es una selva, por fuera y por dentro, posición a la que se vuelcan con frecuencia Saúl y Koke para dejar pasillo a los laterales. En ataque les cuesta más, con Gabi y Augusto casi siempre de guardianes en campo propio, Koke para dar hilo a los delanteros y Saúl como principal llegador.

En el Madrid es otra cosa. Kroos y Modric miran al frente y no siempre se cubren las espaldas. Lo suyo es dar carrete al equipo, tocar y tocar, manejar las agujas. Y, al contrario de lo que ocurre con Griezmann, no suelen contar con aguadores de la delantera. Con Bale solo de vez en cuando y casi nunca con Cristiano. El medio campo es la línea en la que más inferioridad acusará el Madrid, donde tendrá el campo más minado.

Nada distingue más al Madrid que el mazo de sus tres delanteros. Adoran ir a campo abierto, pero también tienen desborde. Son una amenaza constante

Ataque total y ataque a la carrera. Nada distingue más al Madrid que el mazo de sus tres delanteros, un ariete arquitecto como Benzema y dos balas como Cristiano y Bale, demoledores en carrera, con metralla en las botas para disparar y con un juego de cabeza estruendoso. Adoran ir a campo abierto, pero también tienen desborde. Son una amenaza constante. En el bando de Simeone, la ofensiva es más frontal, con el turbo de Griezmann, también un notable cabeceador, y el nuevo elixir de Fernando Torres, que parece ser de nuevo el Niño que fue. A los dos les encanta jugar con horizontes y se les atraganta más el estático. Pero han logrado explotar una singular virtud. Conocedores de que en las grandes citas no tendrán muchas ocasiones son de los más puntuales con el gol. En el caso del Atlético, el gol no es siempre hijo del juego, pero Torres y Griezmann saben hacer bingo con muy poco.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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