Muguruza entra en calor

París, por fin, hizo una concesión. Después de una semana de agua y viento, el sol se asomó por la capital francesa y amenizó la jornada de Garbiñe Muguruza, que a la que se lo permite el calendario busca inspiración en los rayos, el salitre y la arena, sea la de Barcelona, el Caribe o Singapur. Así pues, con esa combinación, la arcilla de la Chatrier y la luz parisina, la hispano-venezolana firmó su segundo avance en Roland Garros. Lo hizo al derrotar a Myrtille Georges por 6-2 y 6-0 en 53 minutos (34' el primer set y 19' el segundo).

"Cuando venía me decía: 'contra una francesa, en la Chatrier", contó, siempre expresiva; "pero luego ella se ha puesto un poco nerviosa y eso me lo ha puesto más fácil. La primera vez que vine aquí me tocó con una francesa y me quedé impresionada por el ambiente, porque el público hizo la ola durante cinco minutos, pero esta vez no, por suerte han estado calmados".

A diferencia de su estreno, en el que la eslovaca Anna Karolina Schmiedlova le hizo incurrir en 53 errores e ir a remolque, la de Caracas vivió esta vez un partido placentero, porque a la rival, francesa, arropada por la grada, se le terminó la mecha pasados los primeros cuatro juegos. No tiene malas formas Georges, un gorrioncillo de 26 años (203ª de la WTA) que técnicamente tiene maneras, pero que se diluyó a la que Muguruza cogió un poco de ritmo.

Y eso que le costó un poquito, y por eso su técnico, el bretón Sam Sumyk, al que también le agrada el sol sobremanera –vive en la costa californiana y practica surf–, zurdo, tomaba notas para la corrección. Junto a él, en el palco, la capitana de la Copa Davis y la Copa Federación, Conchita Martínez, siguiendo sin perder ojo cada uno de los movimientos del diamante del equipo femenino, deseando que rompa la barrera de los cuartos que ha firmado dos veces en París.

Hacia ellos se encamina, paso a paso. Ante Georges, sin mayor complicación, porque esta hizo un ligerísimo amago y ahí se quedó. Garbiñe trazó una serie de 10 juegos consecutivos. No cedió ni una sola vez su servicio (máximos a 175 km/h), entró en calor y atinó en cinco de las ocho opciones de rotura que se procuró. En esta ocasión, apenas errores (6) y descanso para su mortífera derecha, que disparó 14 winners y prefirió ahorrar munición.

En la tercera ronda, el viernes, se encontrará con Yanina Wickmayer (2-6, 6-2 y 6-2 a Ekaterina Makarova). Mientras tanto, bienvenido sea el sol. Que se lo pregunten a Muguruza, a la que estos días le acompaña su familia en París. "Me gustan que en torneos tan especiales como este vengan", dice, aunque la superstición privase a su gente de su pelotazo en Wimbledon.