El viejo fantasma de la lluvia

Tan revoltosas estaban las nubes en París ayer que, a primera hora de la mañana, decidieron bajar de las alturas y envolver la cúspide de la Torre Eiffel. La capital francesa amaneció a 11º grados, o sea, más bien fresquita, con bruma, fuertes rachas de viento y cortinas de agua todavía más intensas que las del día anterior. Lo agradeció el río Sena, pletórico de caudal y rebosante, pero no así los aficionados que se desplazaron hasta el Bois de Boulogne. Entre todos ellos formaron otra vez un curioso conglomerado cromático de paraguas, capas y capuchas.

De nuevo, Roland Garros se vio obligado a parar. La jornada, que debía arrancar a las 11.00 e ir ganando tiempo para compensar los retrasos de la jornada anterior, volvió a sufrir otro trastoque en el programa, en el que inicialmente figuraban 66 partidos. En teoría, Garbiñe Muguruza, cuyo compromiso ya había tenido que ser trasladado del domingo al lunes, debería haber saltado a la pista Suzanne Lenglen en el primer turno, pero su pulso con la eslovaca Anna Karolina Schmiedlova (3-6, 6-3 y 6-3, tras dos horas y 24 minutos) se postergó casi hasta las dos.

“No es fácil, pero intentas desconectar un poco y no estar pensando todas las horas en el partido, porque no es bueno”, admitió Muguruza. “Yo escucho música, hablo con mi familia o con mi entrenador, juego a cartas… Sencillamente intento distraerme, porque la espera antes de un partido es muy mala y te aparecen esos fantasmas. Aquí, además, estás en Roland Garros y quieres hacerlo bien. Yo soy muy ambiciosa y siempre quiero ganar, así que siempre te pones un poco más nerviosa”, agregó la hispano-venezolana.

El episodio climatológico volvió a enseñar las costuras de un Grand Slam que tiene una exclusividad: es el único gran torneo que no cuenta con una cubierta retráctil. El US Open, hasta hace poco, tampoco, pero ya edificó una el año pasado y a partir del próximo verano estará activa, y en 2018 –precisan a este periódico desde la Federación Estadounidense de Tenis (USTA)– tendrá una segunda; Wimbledon ya la incorporó en 2009 y el Abierto de Australia tiene hasta tres instalaciones que permiten que la competición siga su curso normal a pesar de la lluvia.

Sin techo hasta al menos 2020

Consciente de la carencia, la Federación Francesa de Tenis (FFT) diseñó desde hace más de un lustro un proyecto al que le está costando más de la cuenta cobrar forma. Su objetivo de rediseñar el espacio que ocupan los terrenos de Roland Garros y las pistas fue suspendido por el Tribunal de Gran Instancia de París ante la negativa de los residentes de la zona y de los grupos ecologistas. Según confirmó ayer el presidente del torneo, Guy Forget, habrá que esperar hasta 2020 para que la pista central de Roland Garros (la Philippe Chatrier) tenga una cubierta retráctil y el major una nueva fisionomía.

El dirigente compareció a mediodía ante los periodistas para comentar la situación y, de paso, hacer una arenga para que el evento reciba los permisos pertinentes para poder renovarse y expandirse cuanto antes. “El día de hoy es el perfecto ejemplo de que tenemos que ser más grandes”, apuntó el exjugador francés; “creo que es una cuestión de respeto al público, a la gente y a los jugadores que se pasan horas y horas esperando en los vestuarios. Estamos en camino y necesitamos las licencias pertinentes para avanzar. Para 2020 estará todo preparado”.